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Esas cuatro palabras habían sonado extraños para el señor Park, suspiro poniéndose de pie tratando de ignorar a esa susurrante voz irritante en su cabeza, su hijo jamás podría ser un asqueroso gay.

—¡¿Te haz metido en todo este problema con nosotros sólo por un amigo?! -gritó golpeando la mesa— Park Jimin, no seas un estúpido por causa de malas juntas.

El rubio no quería estar cerca de su progenitor, sabía lo exasperante e insoportable que llegaba a ser cuándo estaba molesto; ignorando los gritos del comedor, corrió escaleras arriba hacia su habitación, pensando en el próximo problema que iba a tener ese mes.

Habían pasado aproximadamente unos treinta minutos desde que le había dicho a sus padres no volver a salir sin antes pedir permiso, pero la idea de irse de la casa en ese momento era más tentadora que cumplir una simple promesa sin sentido.
Caminó hasta la ventana y movió los brazos hasta captar la atención de azabache, quien estaba sentado en su cama mientras discutía por teléfono.

—Recibí una notificación que decía que mis primeros seis meses estaban pagos.. ¿están tratando de salirse con la suya? —soltó molesto en la llamada— no pueden hacer eso, no tiene sentido.. espere un momento.

—Vamos a dar un paseo —pidió con desesperación entre señas y susurros— necesito salir de aquí.

El mayor asintió al ver a Jimin, tomó las llaves de su auto, mientras le hacía entre señas, que lo esperaría abajo.

—No voy a volver a pagar algo que ya tiene una factura —le respondió a la mujer del otro lado de la línea telefónica mientras bajaba las escalera— ¿puedo demandar por esto?.. porque sencillamente no tiene sentido, adiós.

Miró a su madre sentada en el sofá, justo al lado del teléfono.

—¿Esperas una llamada, mamá?

—Sí, tu padre tuvo que viajar a Busan por temas de negocios —suspiró, estaba preocupada e impaciente. —¿A dónde vas?

—Voy a dar un paseo —sonó las llaves— he tenido algunos problemas en la universidad, y necesito despejarme por un rato.

Salió de la casa, vestía una camisa negra, unos jeans de mezclilla claros y unas botas color negras, caminó hasta el auto y se metió en éste.
Por alguna razón sentía un mal presentimiento, pero sin dar mucha importancia creyendo que era por la reciente llamada que había realizado, abrió el pequeño cajón que estaba junto a la radio-estéreo, sacó la caja de cigarrillo Marlboro.

Se lo llevó a los labios para encenderlo, seguido de inhalar y exhalar el humo a través de sus fosas nasales, siempre lograba sentirse más tranquilo después de la primera calada, lo ayudaban a aliviar el estrés desde hace varios años; arrancó el vehículo hasta aparcarlo en la puerta del rubio, y tocó bocina.

Jimin escuchó el sonido y bajó corriendo, llevaba unos jeans blancos, una remera en"v" holgada y unos zapatos cómodos color negro, un look fácil de quitar.
Sus padres estaban mirando televisión en la sala, el rubio iba a pasar sin decir una palabra pero se detuvo cuándo escuchó la voz de su padre a sus espaldas.

—¿A dónde vas, Jimin? Sube a tu habitación ahora y quédate ahí.

Los brazos de aquel señor lucían tensionados, ni hablar de la vena marcada en su cuello, la callada señora Park sabía que su esposo se estaba conteniendo por no gritar y aquello era sinónimo de tal vez un golpe.

El menor tenía temor, pero también quería salir de allí en ese mismo momento, abrió la puerta y vio como al impaciente peli-negro que movía sus dedos en el volante del auto; se armó de valor una vez más, dio un paso hacia afuera y giró a ver a su padre.

Can I eat ur ass? -YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora