Africa no problem

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Unos meses después de mudarme al Centro, caminaba por Corrientes -cerca de Once- buscando algo de ropa. Entré a una galería medio desierta a esa hora -eran las dos de la tarde más o menos- y recorriendo así con la mirada encontré un local atendido por un africano, con ropa muy copada y al fondo.

Andaba mirando unos pantalones, cuando el moreno se acerca y me dice -en un español bastante claro- que me puedo probar cualquiera, sin compromiso, y me avisa que va a estar adentro (yo revisaba unos percheros que estaban por fuera del local) porque a esa hora generalmente cerraba un rato para comer, pero que no habí­a drama, que cualquier cosa le preguntaba. Después de un rato agarré tres joggins y me metí al negocio, que tenía una escalerita corta hacia abajo, como un medio sótano, al estilo de la casa de la película "Parásitos", la casa pobre. Al bajar cerró la puerta con llave.

-Así no entra nadie más- dijo sonriente mientras levantaba la bandeja de la que estaba comiendo; no me pareció tan loco por lo que me había dicho justamente del horario y porque de verdad estaba almorzando. Entré al probador, me puse el primero de los joggins y desde adentro mismo, por el espejo, vi que el negro me espiaba a lo lejos, por una abertura que dejaba la cortina. Ya hacía un tiempo fantaseaba con algo así (sexo interracial) y por ahora sólo me cogía el dueño de la pensión, después de dos años de triste fidelidad, pero también me daba cagazo por lo que dicen de los negros, además no se había presentado la oportunidad. Ahora el momento era perfecto; yo me miraba el culo en el espejo y el negro me espiaba a través de la cortina. Lo llamé y no se qué boludez le dije del talle, él agarró otro pantalón.

-Probate éste que es mas cómodo- pasándome uno de los que había elegido afuera, quedándose ahí parado sin problemas; me había sacado la ficha. Me quité el que tenía puesto haciendo como si nada, seguro de que llevaba un slip aceptable y me puse el otro. Me miro en el espejo y él me dice algo de la tela, y me toca la pierna cerca de los muslos; como vio que ni me quejé fue subiendo con su mano.

-¿Te gusta? (yo ni respondí pero se me escapó un leve gemido) -preguntó mientras seguía subiendo hasta agarrarme un cachete, después tomó otro pantalón.

-Probate éste -me dijo.

Pero cuando quedé en calzoncillos hundió su mano entre mis nalgas y fue la perdición... Me arrinconó en el probador y sentí que me empujaba con su chota: enorme, durísima. Me hizo arrodillar y la metió en mi boca, apenas entraba la mitad. Mientras se la chupaba pensé en dejarlo contento con una buena mamada, salvando mi culo de esa cosa atroz aunque eso implicara tomarme un litro de leche, pero él tenía otros planes. Con la pija bien ensalivada me levantó y me dio vuelta en un movimiento. De verdad traté de resistirme pero era mucho más grande que yo; apretándome contra la pared, me bajó el slip y ya me estaba puerteando, pero yo me movía y no la embocaba, me acuerdo que solo dije un tibio "no" un par de veces: ¡me iba a destruir! Lo que finalmente pasó; me sujetó más fuerte abriendo mis piernas con las suyas, se escupió generosamente la mano y la pasó por mi agujero, y ya agarrándosela firmemente me metió la cabeza, sentí cómo me bajó la presión. Así abierto y regalado no opuse más resistencia, me entregué a pleno, eché el culo todo lo que pude hacia atrás e hizo conmigo lo que quiso: adentro y afuera un par de veces bien despacio y luego hasta el fondo, en donde se quedó un rato, dejando que mi culito se dilatara bien, luego empezó a bombear lentamente y de a poco cada vez más y más fuerte. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y sentía que el culo me ardía, pero también se movía tan rico, tan gentil... Un rato largo me dio hasta acabar, y recién un par de minutos después, la sacó. Fue hasta la puerta y giró la llave, yo me vestí y salí del local sin mirarlo. Algo -que no entendí- me dijo mientras caminaba hacia afuera de la galería con el culo lleno de leche negra. Volví a casa confundido, rengueando y lubricado, lo que no estuvo tan mal, después de todo en un rato pasaban a cobrar en la pensión.

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