Capítulo 11

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Juliet

Estar a solas con él me pone los nervios de punta. Pensar en que pasaremos la noche juntos solo lo empeora

He de decir que mi pie me duele bastante, intento no hacer un drama, tarde o temprano pasará. A pesar de que Tomás lleva poco más de quince minutos procurando que entre en calor, aún no lo consigue

- ¿Quieres que encienda la chimenea? - acaricia mi brazo

- No... No es necesario

- ¿Segura? Estás congelada

- Ya no siento tanto frío

Solo no te apartes

- De acuerdo... ¿Te sientes mejor?

- Gracias a ti lo estoy, te debo una- vuelvo a besar su mejilla

- Si me vas a compensar así te ayudaré a escapar siempre- le golpeo el hombro juguetonamente y sonríe - Hablando en serio, cuando te sientas mal solo tienes que decirlo. Para eso estamos los amigos

- Para eso estamos los amigos- repito con convicción

- No quiero ser imprudente ni entrometido pero...

- Quieres entender por qué Brad dijo eso

- Solo si quieres contarme

Suspiro

- Soy adoptada. Lo único que recuerdo de mis padres biológicos es que eran drogadictos y violentos. Siempre me vieron como un estorbo, salvo cuando les llevaba algo de dinero. Un día cuando regresé del semáforo en el que limpiaba autos, ello no estaban, no había nadie

No muchos lo saben, pero todos se quedan sin palabras cuando lo cuento

- Ningún niño merece algo así

- Estuve días deambulando por las calles, comiendo las sobras que me daban en los restaurantes o de la misma basura. Hasta que encontré a un grupo de niños que estaban en las mismas condiciones. Se cuidaban, había de todas las edades... Conocí a un niño que se convirtió en mi amigo, cercano a un hermano. A pesar de que la vida en la calle era dura, tenía un lugar donde dormir y al menos comida una vez al día. Tenía seis años en ese entonces. Pasamos unos meses así hasta que alguien denunció el caso

- Y el Estado se involucró- adivina

- Sí, algunos lograron escapar y nunca más volví a verlos. Los otros fuimos llevados a distintas casas hogares mientras veían qué hacer, tuve la suerte de que a Carter y a mí nos enviaron al mismo y no me sentía tan sola. El tiempo que pasé allí fue una tortura- paso saliva con dificultad y respiro hondo

- No es necesario que sigas. No quise recordarte nada desagradable

- Está bien. Es mi verdad, nada puede cambiarla

Sin que lo espere me atrae a su pecho y acaricia mi cabello

- Lo importante es que eso acabó, estás aquí ahora

Aspiro su aroma disimuladamente y sus palpitaciones me tranquilizan tanto que me quedo dormida

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Cuando despierto no estoy en la sala. Estoy muy bien abrigada y mi pie lo puso sobre un cojín. Miro por la ventana, la lluvia aún no cesa

Me castigarán de por vida, ya lo asumí

El olor a comida inunda mis fosas nasales y mi estómago ruge en respuesta, no he comido nada desde el desayuno

Encuentro a Tomás de espaldas supervisando lo que está cocinándose en la diminuta estufa

Diario de un amor o dos (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora