Capítulo 46

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Juliet

- Creo que voy a morir- lloriquea agitada Elisa

Estamos tiradas a mitad de la cancha luego de estar corriendo durante una hora entera para luego pasar a los abdominales y sentadillas

Particularmente hoy, hicimos bastante

- ¿Cómo es que eres deportista y tienes peor físico que yo? - masculla Danielle

- Soy gimnasta, pero mi resistencia nunca ha sido mi punto fuerte. Menos por tanto tiempo y para rematar esa rutina que me dejó lista para la silla de ruedas ¿Hacen esto todos los días? - gime frustrada cuando asentimos

- Idea de ellas- nos señala a Jules y a mí - Yo preferiría pasar el periodo libre leyendo en la biblioteca, pero no, ellas prefieren venir a quemarse los pulmones aquí

Voy a protestar cuando un rostro que conozco muy bien se aparece frente a mí

- Creo que necesitan un tanque de oxígeno- bromea Tomás y me extiende su mano, me levanta al primer intento cual muñeca de trapo - ¿Agua? - me pasa la botella y la abro desesperada tomando la mitad de un sorbo

- Gracias- suspiro aliviada limpiando el sudor de mi frente - Creí que nos veríamos dentro de una hora

Sus ojos observan el movimiento de mi garganta al tragar

- Pensé que podríamos trabajar en las letras durante el periodo libre. Si tienes tiempo

- Tomaré una ducha rápida y seré toda tuya

- Bien, las veo luego chicas- carga mi maletín

- Te espero aquí- asiento y entro a las regaderas

Tomo mi toalla, me desnudo y cuelgo mi ropa antes de entrar al cubículo, abrir el grifo y mediar la temperatura

Un recuerdo de cuando era pequeña invade mi mente

- ¡Si te demoras más de dos minutos en la ducha haré que pagues con sangre el desperdicio de agua! - tocaba la madera tan fuerte que creí que en cualquier momento abriría la puerta y me haría daño - ¡Sal de ahí mocosa, voy a llamar a Leopold a ver si a él sí le haces caso! ¡Voy a hacer que te golpee tan fuerte que suplicarás que pare!

Con el miedo en las entrañas refregué mi pequeño cuerpo y cerré la llave, ni siquiera me sequé porque sabía que en cualquier momento él iba a entrar y para entonces era mejor que estuviera vestida

Me puse la ropa saltando con cada nuevo estruendo. Y entonces la puerta se abrió

Seco mis lágrimas que escaparon sin que me diera cuenta apenas escucho la voz de Tomás afuera, da un leve toque y sin mucha ciencia envuelvo la toalla a mi alrededor, intento que mi respiración vuelva a ser normal y abro

— Olvidaste tu ropa— la recibo aún temblorosa - ¿Estás bien?

— Sí, bien

— No luces bien

Cierro los ojos. Los gritos, los golpes, el dolor, el pavor

— Ey, ey... Dime qué tienes ¿Qué pasa? ¿Te duele la cabeza?

Si supiera que es lo que menos duele

— Solo necesito un momento- intento cerrar la puerta y la traba con su pie

— No tienes que huir. Sabes que puedes decirme lo que sea, estoy aquí para ti

— No quiero hablar Tommy, no de esto

Más malditas lágrimas

— Entonces no hablemos, solo déjame entrar— abre los brazos y dudo, lo hago porque cuando me siento tan vulnerable yo solo busco estar sola... Nunca he dejado que nadie me consuele, nunca he hablado con nadie diferente a los psicólogos acerca de lo que viví. Al final me lanzo a sus brazos, me aprieta expresándome su apoyo

Diario de un amor o dos (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora