Dos.

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— Eh, Jimin me ha invitado a una fiesta ¿vamos? — La brillante sonrisa del castaño inundó el campo visual del pálido chico que intentaba concentrarse en un libro que debía estudiar. Con un bufido el más bajo viro los ojos y soltó el libro sobre la mesa resignándose. 

— No se quien es Jimin y no me interesa su fiesta, no tengo tiempo, tengo que trabajar. — Con una voz aburrida el pelinegro contesto sin mayor interés desviando la vista, sacando un cigarrillo y poniéndolo entre sus labios. — No todos tenemos la vida hecha, Hoseok. — Se quejó prendiendo el pequeño tubo y dándole una profunda calada, soltando el humo lentamente. 

— Yoongi, eres literalmente un heredero que se le dio la gana de revelarse y comer mierda ¿te vas a quejar? — El castaño soltó con algo de desagrado, causando en el pálido una mueca y luego volvió a hablar. — Necesitas salir, ya hueles a rancio ¿todavía te sirve la verga? de vez en cuando hay que sacarle el polvo. — Se mofó del chico y se levantó colocando su mochila sobre su hombro y caminando. — Paso por ti a las nueve, báñate aunque sea. — Y dicho esto se marcho del lugar dejando al pálido con su dedo medio alzado y su cara de fastidio. 

Jung Hoseok no era alguien paciente, muy al contrario de la personalidad radiante y alegre que mostraba, era un hijo de puta con un carácter de mierda y un temperamento muy volátil, todo en un bonito empaque de sonrisas y amabilidad que engañaban a cualquiera, en especial a un chico dulce como Jimin. No era una mala persona, pero tampoco podría catalogarse como bueno, solo le gustaba balancearse sobre esa delgada linea que dividía el pecado y la bondad, ahí estaba ese castaño delgado de sonrisa enorme.

Con fastidió el pelinegro metió sus cosas en la mochila y se levantó de su lugar para empezar a caminar con las manos en los bolsillos de su sudadera, a diferencia de la mayoría de los Alfas, este era un poco más bajo del promedio y delgado, incluso llegando a verse frágil en ocasiones, sumado a la palidez de su piel. Pero era su carácter la que lo hacía resaltar y mostrar que era todo menos débil.  Demasiado serio y ''misterioso'' con sus ojos puestos en el profundo averno del alma de quien daba con ellos. Su voz gruesa que pocas veces elevaba bastaba para advertir y su actitud de desinterés y de que no había nada que le agradara o le importara en absoluto lo hacían un chico ''peligroso'' por el que cualquier omega caía, aunque eso poco o nada le importaba al pelinegro, su vida estaba enfocada exclusivamente en su carrera. Min Yoongi había crecido en una familia de clase alta que se guiaba más por mantener una imagen que por sentir algo en absoluto. Había visto a todos en su familia hacer acuerdos con sus hijos, con su sangre con el fin de mantener un estatus. Fue eso lo que causo la muerte de su hermana, la carga de tener que dejar de lado lo que era y sentía para cumplir con el deber de llevar el apellido Min. 

Andaba a paso lento, el cielo ya despuntaba en colores oscuros y a lo lejos el sol no era más que una silueta rojiza y naranja que se perdía poco a poco, sabía que sería una larga noche, que Hoseok no lo dejaría en paz hasta que lo acompañara a la dichosa fiesta, todo para que al final se fuera con su conquista de turno a revolcarse, dejándolo solo y ebrio, por que Yoongi siempre estaba ebrio. Frunció el ceño y de nuevo una mueca de fastidio se dibujó en su rostro. El aroma a algodón de azúcar y flor de azahar llegó a su nariz molestándolo de inmediato, sin duda era la combinación más repulsiva, pensó eso desde que lo sintió por primera vez, pero si había algo más desagradable que ese aroma, era la dueña del mismo.

— ¡Yoonnie Oppa! —  La chillona voz de la peliroja reventó en la cabeza del pálido. Oh Saeri era bajita, de ojos grandes y personalidad demasiado brillante. Había salido con Yoongi hacía tiempo, apenas por algunas semanas, lo había conseguido con las defensas bajas luego de la muerte de su hermana y no había dudado en enterrar sus ganas. Yoongi realmente le tenía fastidio y se odiaba por haber caído en sus juegos. 

—  ¿Qué mierda quieres, Saeri? —  Con más que molestia movió su brazo zafándose del agarre de la chica y acelerando su paso.  No tenía cabeza para lidiar con ella y su paciencia solo de daba para una cosa por día y ya la roncha en el culo que era su amigo era suficiente. —  No tengo tiempo para tus asuntos.

— No es necesario que te enojes, amor, solo quería saludar ¿no puedo saludar a mi.... amigo? —  Sus palabras eran afiladas y mal intencionadas, con el fin de irritar al mayor y, quien sabe por que, alterarlo. 

— No soy tu amor, ya dejamos bastante claro que te tengo asco. —  No dijo más y se alejó a paso rápido de la pequeña que quedó allí de pie con un puchero en sus labios. 

— No puedes resistirte siempre, Min Yoongi ¡Estamos destinados! —  La voz de Saeri resonó en el campo vacío y el pálido solo bufó llevando sus auriculares a sus oídos tratando de olvidarse de todo y todos, apenas tendría un par de horas de paz antes de que su siguiente desgracia llegara, no tenía ánimos de fiesta, pero no le irían mal un par de tragos.

La verdad es que tengo muy confusa esta idea, he intentado meter esta parte tres veces y sigue sin gustarme, quiero hacer algo y no me esta funcionando, en fin ¿que tal va quedando?




CURIOSIDAD // Yoontae (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora