2 | DUSK TILL DAWN (BUCKY BARNES)

Capítulo 9

Leah se aseguró por segunda vez de que su cinturón estuviera bien abrochado. Nunca antes había tenido una crisis de pánico, ni siquiera en el quinjet cuando Natasha era la piloto. Pero era diferente. Esta vez iban al maldito espacio exterior y ni siquiera le dieron tiempo de asimilarlo. Steve prácticamente la arrastró hacia la nave.

El cinturón salió fuera de su lugar cuando lo revisaba por tercera vez, y antes de que empezara a gritar, Nebúla se acercó y lo volvió a acomodar.
Leah agradeció avergonzada pues debía verse patética.

— Ok, ¿quién de ustedes nunca ha estado en el espacio? —preguntó Rocket al equipo. Y todos alzaron la mano, a excepción de Carol, Thor, Nébula y él mismo— Más les vale no vomitar en mi nave. —advirtió.

— Si, sobre eso...

— Ni siquiera lo pienses, Carson. —volvió a advertir apuntándola con su dedo— Te dejare a la deriva en el espacio si lo haces.

— Preparados para el salto en 3...2... ¡1!

Lo siguiente se resumió a una sensación de náuseas mientras se sujetaba fuerte de su asiento, rezando porque Nébula hubiera apretado su cinturón de seguridad hasta el tope. La sensación de desagradable, pero ahora que abría los ojos, daba por hecho que había valido la pena al tener una vista tan impresionante del infinito espacio exterior.

— Me adelantare para sondear. —aviso Carol, desapareciendo con una brillante luz detrás de ella.

— Esto va a funcionar, Steve.

— Sé que lo hará. —dijo, sin dejar de ver la foto de Peggy que siempre llevaba consigo— Porque no sé qué voy a hacer si no.

Carol apareció nuevamente frente a la nave.

— No hay satélites, no hay naves, no hay tropas ni defensa de ningún tipo. —informó— Sólo él.

•—•—•—•

Cuando Rogers y Romanoff arribaron, el resto del equipo trataba de mantener inmóvil al gigante púrpura. Thor usó su recién adquirida arma y cortó con facilidad la mano donde se encontraba el guantelete. Rocket rápidamente se aproximó hasta el para poder retirar las tan importantes gemas, cayendo en cuenta, que ninguna de ellas se encontraba en su lugar.

— ¿Dónde están? —cuestionó el capitán.

— Contesta la pregunta. —le ordenó Carol tomándolo por el cuello con fuerza.

— El universo requería una corrección. —dijo— Después de eso, las gemas ya no tenían un propósito más que inspiran tentación.

— ¡Tú mataste a millones! —gritó Bruce, empujándolo con brusquedad.

— Deberían agradecerme...

— ¿Dónde están las gemas? —volvió a preguntar Leah, con temor a escuchar lo peor.

— Las destruí, las reduje a átomos.

— ¡Las usaste hace dos días!

— Las use para destruirlas, eso casi me mata. Pero el trabajo está hecho y lo estará siempre. Yo soy inevitable.