Capítulo 24

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MARATÓN

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Pasaron todo el día rodeados de risas, anécdotas, y ciertos momentos nostálgicos. Pero volvían a estar juntos, y eso era lo que al final importaba. Todos los sentimientos negativos que llegaron a invadir sus vidas, ya no estaban más ahí. El Complejo volvía a llenarse de alegría y discusiones inocentes de esas que hacían reír a los demás.

Cuando Bucky y Leah ingresaron al departamento lo hicieron con mucho cuidado de no despertar a los vecinos, pues ya no se consideraba una hora decente para llegar a casa. Claro que a Leah le importaba muy poco, pero sus vecinos podían ser algo entrometidos algunas veces, por no decir que siempre.

Dejó caer su bolso sobre el sofá, sin fijarse si algo se cayó en ese movimiento y fue directo a la habitación. Bucky aún se tomó tiempo de digiriese a la cocina y buscar algo de beber. Abrió el refrigerador y tomó el primer envase de jugo que encontró.
Se tomó su tiempo, recargando su espalda en la barra de la cocina integral. Por primera vez se permitió recorrer el espacio con tranquilidad, tomando en cuenta cada detalle.

En la sala de estar, cada rincón tenía una foto de ellos, en otros lados, tenía al equipo completo en diferentes celebraciones. En un mueble pequeño, justo en el rincón, estaba un tocadiscos con toda la música que él solía escuchar. Sonrió. Y su atención volvía a centrarse en el interior de la cocina. Todo perfectamente limpio y ordenado.  A excepción de unas botellas de vodka fuera de lugar. Una estaba llena, sin abrir, en cambio la otra aún tenía un poco de líquido al fondo. Frunció el ceño confundido, pues según recordaba, luego de su dramática confesión estando ebria, Leah repitió un buen tiempo lo mucho que odiaba el alcohol.

Pudo ir a buscarla y reprocharle lo que estaba imaginando, estando seguro de que tenía razón. Pero no lo hizo. Porque no imaginaba lo difíciles que estos cinco años pudieron ser para ella, así que sólo se limitó a echar a la basura la botella casi vacía y guardar muy bien la otra, decidido a olvidar ese asunto.

Se dirigió a la habitación, con enormes ganas de abrazarla muy fuerte sin querer soltarla por un largo rato. Pero cuando entró, Leah estaba acostada boca abajo, con su pijama puesta y completamente dormida. Le pareció una imagen verdaderamente adorable y no quiso arruinarlo, así que sólo se desprendió de su camiseta y se acostó a dormir a su lado.

•—•—•—•

El día que se mudaron nuevamente al departamento, notó que cada noche su novia guardaba algo en el cajón de su mueble pero nunca pudo ver que era. Ahora tenía en sus manos el anillo que hace unos años le obsequió pudiéndole matrimonio. Una cadena plateada colgaba de él, la cual retiró y dejó cuidadosamente de vuelta en el interior del cajón.

Leah aún dormía y al parecer verla abrir sus ojos iba a tardar un buen rato. Pero él ya no resistía, tenía que hacerlo en ese preciso momento o su corazón explotaría.

Con cuidado de no lastimarla, se colocó sobre ella apoyándose con sus brazos a cada lado de su cuerpo.

— Buenos días, preciosa. —murmuró en su oído. No hubo mucha respuesta— Leah...

La castaña apretó sus ojos soltando un quejido. James realmente disfrutaba ver esto por las mañanas. Segundos después, Leah abrió los ojos parpadeando muchas veces. Cuando se encontró con la intensa mirada de su novio, se sonrojó pero sonrió ampliamente.

— Amor, de verdad, no sabes cuánto me encanta verte de esta manera. —dijo, con su voz adormilada pero queriendo sonar traviesa— Pero son las seis de la mañana. —señaló, mirando fugazmente los números marcados en rojo de su reloj.

— Quiero decirte algo. —susurró juguetón.

— Dime. —Leah no tenía idea de lo planeado, por lo que aún con él sobre ella, volvió a cerrar los ojos.

Buck sonrió y soltó una pequeña risa.

— Tienes que estar despierta.

Leah abrió un ojo, y luego el otro.

Resignada, olvidó la hora que le faltaba de sueño y escuchó atentamente.
Buck se alejó de ella, apoyando su peso en sus rodillas sobre la cama. Leah usó sus brazos para impulsarse y quedar sentada, con sus piernas flexionadas a su cuerpo. Su cabello estaba desordenado, y sus labios ligeramente rosados. Bucky tuvo que recobrar la compostura para poder hablar.

— Se qué ya te lo había dicho antes, pero creo que lo correcto es hacerlo de nuevo —comenzó a decir, y tomó aire como si esa fuera la primera vez que lo decía— Hace cinco años perdimos mucho, nos perdimos mutuamente. Sé que la vida está llena esta llena de cosas imprevistas y que no siempre podemos tener el control de lo que pasa. Pero con esto, te prometo que no volverás a perder. Estaré contigo siempre, linda, sea cual sea tu respuesta. ¿Te quieres casar conmigo?

Y cómo la primera vez, soltó lágrimas de emoción. James estaba frente a ella, con el torso descubierto y usando sólo unos jeans, con el anillo en su mano. Ella seguramente debía lucir como un desastre, pero la escena era muy linda.

— Siempre te diré que si, no importa cuantas veces me lo preguntes.

Dicho esto, James se abalanzó sobre sus labios, aprisionando su cuerpo contra la cama como hace unos minutos se encontraban.

— Espera, espera. —dijo, con la voz entrecortada rompiendo el beso de golpe. Se apartó un poco de ella, lo suficiente para colocar el anillo en su dedo— Listo. Olvidé ese detalle.

Leah soltó una carcajada, y tomó su rostro para volver a besarlo con anhelo.

2 | DUSK TILL DAWN (BUCKY BARNES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora