No tardo ni siquiera un minuto en reconocer el lugar en el que se encontraba. Era el edificio en el que se hartaba el pequeño departamento en el que vivió con Bucky por unos meses, en Bucarest. Se deshizo del traje especial, cambiándolo por ropa común que Natasha sugirió que llevara por cualquier emergencia.
Desde donde ella estaba, podía ver perfectamente la puerta del departamento, cerrada, por supuesto.
No podía deducir que día era, y mucho menos lo que pasaría, pero debía ser muy cuidadosa de no encontrarse con sí misma en los minutos que estaría ahí.Lo primeros que pensó fue acercarse y tratar de escuchar algo, pero sus planes rápidamente cambiaron cuando, aún escondida, vio a James subiendo por las escaleras. Su atuendo de ese día era muy familiar, y su expresión le indicaba temor. Su corazón latía con fuerza; después de cinco largos años tenia al hombre que amaba a tan sólo unos metros. Por un segundo casi rompe a llorar, con la intención de saltar a sus brazos. Pero no lo hizo.
Tenía miedo de no poder dejarlo ir después, y tenía que hacerlo.
Leah se asomó un poco de su escondite para poder tener una mejor visión de cualquier cosa que sucediera. James llevaba unos minutos adentro, y ella comenzó a sentir una sensación desagradable en su pecho. El sonido de fuertes y apresuradas pisadas en las escaleras la alertó. Fue cuando pudo, por fin, darse cuenta de lo que estaba a punto de pasar.
— Mierda, ¿por qué justo ahora? —murmuró para sí misma.
Maldijo a Bruce en su interior por enviarla al día más complicado que pudieron tener. Las fuerzas especiales tomaban posiciones a lo largo del corredor, armas en mano, perfectamente bien equipados.
Explosiones y balazos, tal como lo recordaba. Divisó a Steve derribando a unos cuantos, se vió a si misma siendo rodeada por al menos cuatro oficiales y no pudo evitar entrar en el enfrentamiento a distancia. Un poco de ayuda no hacía mal.
Un hombre cayó herido justo frente a ella, y la voz de James llegó hasta sus oídos junto a más disparos. Se asomó un poco nuevamente, con su espalda firme a la pared. Cuando una bala estuvo a punto de darle a su amado, lo tomó de la chaqueta y lo jaló hasta donde ella estaba. No pudo evitarlo, fue un acto bastante tonto y arriesgado pero a la vez involuntario.
— ¿Leah? ¿Qué estás haciendo? Tenemos que irnos. —le dijo.
Tal vez era la adrenalina del momento, que ni siquiera noto que lucía notablemente diferente. Cómo extrañaba su voz, su característico aroma y su forma tan especial que tenía de pronunciar su nombre. Era un sueño, y agradecía infinitamente a Scott por proponer esta idea del reino cuántico.
Leah dio un salto y sus brazos se sujetaron detrás de su cuello.
— Te amo, James. —dijo, casi en un susurro.
— Yo también te amo, nena. Pero tenemos que salir de aquí ahora.
De pronto recordó la situación en la que se encontraban y asintió efusivamente, limpiando una pequeña lágrima la cual él no notó.
— Lo sé, lo sé. —tuvo que aclararse la garganta para poder hablar normalmente y él no notará nada extraño— Tienes que salir tú primero, yo te alcanzaré después. Tratare de darte ventaja de escapar. —él abrió sus labios a punto de protestar. Nunca la dejaba atrás, eran los dos o ninguno.— Confía en mi.
Una adorable sonrisa se dibujó en el rostro del soldado.
— Siempre lo hago, muñeca.
Leah rió ligeramente. A partir de este momento sus vidas comenzarían a complicarse; los Acuerdos, la guerra civil, Tony, Wakanda.... todo. Ella lo sabía y no podía evitarlo ni siquiera regresando en el tiempo.
— Vamos a estar bien. —le aseguró ella— Haré todo lo posible por verte muy pronto, te lo prometo. —él no lo sabía, pero Leah se refería a lo que sucedería en unos años y ahora el equipo trataba de solucionar.
— Te veré pronto, muñeca. —James volvió a besarla por unos largos momentos, para luego salir corriendo.
Una vez que el conflicto terminó, por lo menos en el edificio, pudo salir y lo único que hizo fue entrar al departamento en el que alguna vez vivió. Era un desastre. La puerta derribada, las ventanas rotas, los pocos pero lindos muebles que pudieron acondicionar estaban destrozados; incluso algunos adornos que ella colocó con la intención de darle más la visión de un hogar estaban regados en el suelo. Y no pudo evitar querer llorar. Nunca pudo detenerse a pensar bien en eso, en cómo las estúpidas fuerzas especiales arruinaron su pequeño hogar. El coraje y la frustración llenaron su interior.
Entre los escombros divisó una foto que por mucho tiempo dió por perdida. Quito los vidrios de ésta con cuidado y la levantó, mirándola por un largo rato. Eran James y ella, durante el tiempo en el que vivían en el Complejo, todos juntos. Clint fue quien tomó esa foto; ambos estaban en el sofá, él la abrazaba por la cintura, y ella, con las piernas encogidas, lo abrazaba por el cuello. Sonreían tontamente.
Le dió la vuelta a la foto, y detrás de ésta estaban algunas palabras escritas. Era la letra de James, claramente podía distinguirla.James B. Barnes
Leah M. BarnesSonrió aún más que antes.
Le causaba mucha ternura el detalle, pero era una sensación agridulce, pues nunca pudo tener la oportunidad de llevar, oficialmente, el apellido Barnes.•—•—•—•
Cayó de rodillas sobre la plataforma que Tony, Bruce y Rocket crearon específicamente para el trabajo.
La sensación era aún peor que cuando la enviaron al pasado, comenzaba a odiar esto y eso que apenas llevaba un viaje realizado.
Natasha llegó corriendo dispuesta a ayudarla a incorporarse.— ¿Estás bien? —le cuestionó— Leah, mírame.
— Si, si. Estoy bien. —dijo, aún un poco desconcertada.
— ¿Qué pasó? —volvió a preguntarle Nat. Tony y Scott la miraban expectantes, esperando cualquier respuesta que les ayudara.
— Lo vi, Nat. —contó, con notable emoción. Romanoff en cambio la miraba confundida, pues no sabía a quien se refería— Mira.
Natasha tomó la foto, y luego de verla, le sonrió a su amiga con mucha alegría.
— ¡Tony, funcionó!
Procedió a correr y abrazarlo con todas sus fuerzas e hizo lo mismo con Scott.
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2 | DUSK TILL DAWN (BUCKY BARNES)
Fiksi Penggemar- Lo perdí. -dijo la chica entre lágrimas. - Lo sé. -le respondió el chico- Pero yo puedo hacerte feliz. ¿Cuál era el problema? Fácil. Él no era James.