Capítulo 10

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Leah suspiro y se dejó ser sobre el sofá luego de dejar el bol de palomitas sobre la mesa de centro. Carol suspiro en forma de reproche y la observo sin decir nada por un buen rato.

— Anda, dilo. —dijo Leah, sintiendo la pesada mirada de su amiga.

— Estas hecha un desastre. —dijo finalmente.

Leah rodó los ojos y miró el holograma, esa era la única forma de seguir comunicándose pues Carol se encontraba en el espacio desde hace un buen tiempo.

— No tuviste que pensarlo mucho, ¿verdad?

— No, eres un desastre a simple vista. Realmente te ves terrible. Como una anciana solitaria...

— Ya entendí. —corto. No necesitaba volver a escuchar lo que ya sabía— Ve al punto.

— Han pasado cinco años, Leah, tal vez es hora de que dejes todo atrás. No puedes estar así por siempre.

La chica se levantó repentinamente del sofá.

— Estoy cansada de que me digan "Ya han pasado cinco años". —expresó, un tanto frustrada— Como si yo algún día fuera a despertarme diciendo "Oh, son cinco años hoy, ya me siento lista para conocer nuevas personas y ser la persona más feliz del mundo" Me lo repite Steve, Pietro, tú. Todo lo que me dicen ya lo sé.

Se dio la media vuelta, pasando sus manos por su rostro y su cabello al borde de la desesperación. Sus ojos picaban y una sensación de vacío estaba alojada en su pecho, por eso mismo evitaba el tema lo más que podía.

— ¿Qué pasó con Pietro? —preguntó Carol. Con Nat encerrada en su burbuja tal como ella, y sin Wanda, Danvers era la única mujer con la que podía desahogarse.

Leah suspiro nuevamente. Desde ese día no había hablado con él, al menos no como antes, simplemente se limitaban a tratar temas de su trabajo y de ahí, silencio total.

— Volvió a decirme que lo intentáramos. De hecho también dijo "Han pasado cinco años" —contó— Me moleste, él se molestó. Casi no hablamos. Punto.

Carol guardó silencio por unos momentos, mientras veía como Leah observaba la foto de James que tenía en un mueble a un lado del sofá.
Luego de unos minutos más, Danvers se despidió diciendo que tenía unos asuntos que atender. Leah se volvió a quedar sola. Y por un rato pensó en que nuevamente se hundiría en su miseria por lo que quedaba del día, como casi siempre. Pero la pantalla de su celular se prendió al recibir un mensaje de nada menos que Steve, donde decía que debía ir al Complejo lo más rápido posible.
No respondió. Tomó sus cosas y salió del departamento.

•—•—•—•

Tal vez en el mensaje pudieron decirle de que se trataba, al menos así hubiera podido estar preparada para lo que estaba a punto de escuchar.
Primero, fue toda una sorpresa tener a Scott Lang frente a ella, cuando se suponía que él estaba entre los desaparecidos. No podía equivocarse. Su foto se encontraba junto a las demás y su nombre en la lista la cual leyó una y otra vez, porque ella misma la había hecho.
Segundo, nunca espero que la llamaran sólo para escuchar tantos disparates. Tantos, que ni siquiera sabía cómo tomarlo o qué responder.

Miró a los tres una y otra vez, ellos la miraban esperando que diera una respuesta a su explicación. Leah se mantuvo en silencio por un largo rato, y Scott hace rato que había dejado de estar nervioso.

— Es una locura. —dijo finalmente.

— El tiempo funciona diferente en el reino cuántico. Es posible, debemos intentarlo. —dijo Scott.

— Precisamente por eso lo digo; hablamos de, ¿qué? Una maquina del tiempo. No tenemos idea de cómo hacerlo, y no deberíamos meternos con cosas que no entendemos.

— ¿Acaso escuchó mi explicación? —preguntó Lang, un tanto ofendido.

— Leah, te entiendo. —dijo Nat— Han sido años difíciles. Pero tenemos una oportunidad de cambiar las cosas, quizá podamos revertir lo qué pasó. Regresar a todos.

— Tú lo has dicho. Quizá. —repitió con la voz temblorosa. Muchas veces había pensado en todas las posibilidades, en cómo podría traer a todos de regreso. Incluso cuando todo pasó, Bruce y ella pasaron horas queriendo encontrar una solución. Ninguna era realista, ésta mucho menos. No quería ilusionarse si al final fallarían— No deberíamos dar esperanzas donde no las hay.

— Tú misma lo dijiste, hace cinco años. No tenemos nada que perder.

— Porque ya hemos perdido demasiado. —replicó Leah.

— Podemos recuperarlos. —dijo Steve— A todos. A Bucky.

Leah volvió a suspirar tratando de ahuyentar la sensación de que pronto rompería en llanto. Si algo había aprendido en todos sus años como vengadora, era que existían cosas que nadie creía posibles hasta que pasaban; que el universo era lo suficientemente enorme que a veces lograba sorprenderte, por las buenas o por las malas.

— Si esto no funciona...

— Lo hará. —aseguró Scott, sonando bastante entusiasmado.

— Pero si no...—continuó— No volveremos a tocar el asunto. Basta de seguir haciendo presión en la herida. ¿De acuerdo?

Scott, Steve y Nat se miraron entre ellos. Pero tenían la suficiente confianza como para aceptar el trato y saber que aún así ellos tenían la razón.

— Bien, ¿y ahora qué? —quiso saber— ¿Cómo haremos esto?

— Creo que se con quien ir.

2 | DUSK TILL DAWN (BUCKY BARNES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora