- Lo perdí. -dijo la chica entre lágrimas.
- Lo sé. -le respondió el chico- Pero yo puedo hacerte feliz.
¿Cuál era el problema? Fácil. Él no era James.
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Steve tuvo que colocarse en medio de ambas, pero más que nada, tomando a Leah por los hombros para que no se le fuera encima a la chica que tenía enfrente. Definitivamente algo de la personalidad de Bucky de había adherido a ella; él tampoco esperaba la llegada de la chica pero prefería ser del tipo racional y esperar una explicación.
— ¡¿Qué diablos hace ella aquí?!
Katia dió unos pasos al frente. Comprendía a la perfección su reacción; el pasado de ambas era complicado y no iba a ser fácil de solucionar. Además de que tenían años sin verse y la última vez, ella fue una pieza clave en su secuestro.
— Leah, vino a ayudar...
— ¿Ayudar a qué? ¿Acaso ya la olvidaste? ¡Steve, ella iba a matarme!
— Creo que nos estamos alterando demasiado... —intervino Bruce, quien iba pasando y escuchó los gritos.
La chica castaña pasó por el lado del capitán, arriesgándose a que Leah arremetiera contra ella aún más. Nunca pensó que esto fuera tan difícil. A decir verdad, esperaba poder hablar pacíficamente.
— Si tan sólo me escucharás... —dijo Katia.
— Lo que no entiendes es que no quiero escucharte, ni siquiera puedo verte, ¿entiendes?
Fueron sus últimas palabras, pues con los nervios de punta, se dirigió a su habitación. La puerta se azoto tan fuerte que todos dieron un brinco. La chica recién llegada suspiro, y supo que serían días muy difíciles, al menos hasta que lograra hablar con ella.
— Hey, ven aquí. —dijo Pietro, justo cuando ella estaba a punto de salir— ¿A dónde crees que vas?
— A tomar aire. —respondió, con fastidio— Y no sé si lo notaste, pero no es contigo con quien me interesa hablar.
— Pero a nosotros si. —aviso el capitán— Y no te moverás de aquí hasta que lo hagamos.
•—•—•—•
Los miles de recuerdos golpearon con brusquedad su mente. Todas las noches en que las pesadillas la atormentaban. Todo regresaba. ¿Por qué demonios estaba aquí? ¿Por qué regresaba ahora? El destino debía estarle jugando una muy mala broma.
Luego de pasar casi toda la tarde encerrada, atormentándose con preguntas y suposiciones, decidió salir. Y se encontró a sus amigos y únicos presentes en el Complejo interrogando duramente a la chica.
— Ya se los repetí miles de veces. —dijo desesperada y al borde de un colapso nervioso— Estoy aquí para ayudar. Y la verdad es que no tendría por qué estar hablando con ustedes, sólo con Leah.
— No creo que sea tan fácil después de lo que le hiciste. —replicó Bruce— La traicionaste, luego ayudaste en su secuestro y de repente apareces de la nada asegurando que quieres ayudar. Perdona por desconfiar.
