El mejor verano de mi vida, sin dudarlo. Viajé sola , conocí otros lugares, aprendí cosas nuevas y... lo conocí a él.
Tarde de verano, tarde de ir a tomar algo con mis amigas y reír a carcajadas.
Unos refrescos, unas patatas para picar, unas cuantas chucherías y listas para la acción.
Estábamos todas hablando cuando de repente hubo un silencio entre nosotras, nuestras miradas se centraron en algo, más bien, en alguien. Un grupo de chicos que se dirigían hacía el bar donde estábamos sentadas.
Por supuesto, mis amigas recitaron lo guapos que eran la mayoría de ellos y yo, en especial hablé de uno de ellos. Moreno, alto, guapo, muy guapo. Fueron nuestro tema de conversación hasta que...
- Hola chicas, somos nuevos por aquí y no nos conocemos mucho este sitio, ¿nos lleváis a conocer algún lugar bonito? –nos habló por sorpresa uno de ellos.
- De pequeño no te enseñaron el cuento de Caperucita Roja, ¿verdad? – respondió vacilando mi amiga Mia.
- No, pero el de Peter Pan sí, y no creo que quieras dejar a tus amigas aquí sin ti, ¿verdad?- contestó rápidamente.
Y de un momento a otro ya estábamos todas y todos juntos.
Mia y Thiago decidieron irse solos a dar un paseo. Al finalizar la tarde, los dos regresaron y lo primero que hicieron fue preguntar algo que cambió mi verano.
- Bueno Yael, ¿Ya te has besado con mi amiga? –preguntó Mia sin ningún tipo de vergüenza.
- ¿Qué? ¿Qué amiga? – se ruborizó
- Llevamos toda la tarde apostando que te habías liado con Miriam– le contestó su amigo.
En ese momento no sabía si reír, llorar o echar a correr, pero decidí quedarme y hacerme responsable sobre todo aquello que les había dicho a mis amigas antes de conocerle.
No sé cómo, ni en qué momento, ni por qué, pero me había ido a dar un paseo con Yael y ya eran casi las 9 de la noche.
- Parece que es la hora de volver con el resto.
- Sí, seguro que nos echan de menos –le contesté con una tímida sonrisa.
No sabía que me estaba pasando, yo no era así, mis amigas siempre me decían que la palabra vergüenza no se encontraba en mi vocabulario. Pero en ese momento, parecía que sí. La culpa la tenía él y su preciosa sonrisa.
Poco a poco Yael se iba acercando a mí, poco a poco iba sintiendo un cosquilleo dentro de mí.
- Miriam, llevamos un rato solos y no hemos hablado de lo que han dicho Thiago y Mia
- Bueno, ya he dicho antes que me habías parecido guapo
- ¿Sólo eso?
En ese momento no me dio tiempo contestar, ni si quiera reaccionar. Sentí sus labios.
- Parece que solo eso no –me dijo riéndose
- No, solo...- no dejó que continuará mi frase, me volvió a besar.
Las 23:00h, tumbada en mi cama, hablando en el grupo de Whatsapp con mis amigas y un mensaje de número desconocido.
No pienses que me he olvidado tan rápido de ti, gracias por esta tarde genial, buenas noches Miri.
No me lo podía creer, era Yael. Una sonrisa apareció en mi rostro.
Sabía que no podrías hacerlo, yo tampoco me olvido, cuando quieras repetimos, buenas noches guapo.
Y por fin, volví a ser yo, la timidez se fue de golpe, quería volver a verle, quería volver a besarle.
¿Debía hacerme ilusiones? ¿O sería otra historia fallida? ¿Me dejaría colgada como hizo Julen? ¿O volvería a verle?
ESTÁS LEYENDO
CASUALIDAD DEL DESTINO
Teen FictionMiriam es una adolescente que nunca ha viajado sola, y cuando lo hace por primera vez su vida da un giro de 180º. Nos cuenta en forma de diario todo lo que le sucedió desde ese día. Nadie sabe lo que puede ocurrir con las casualidades, con el destin...