Confesión

5 0 0
                                    


Cada vez nuestros rostros estaban más cerca y cada vez me ponía más nerviosa. De repente escuchamos unos pasos detrás. Me giré. Era Yael. Me sostuvo la mirada por un instante y se fue deprisa del aula.

- ¡Joder! ¡Déjame en paz! – le grité a Patrick mientras salía corriendo.

Yael andaba deprisa, lo llamé un par de veces para que se detuviera, pero nada, no me quería oír. Por fin, lo alcancé.

- Ayer me estuviste dando la chapa, ¿para hoy liarte con este?- dijo nervioso. 

- ¡No me he liado con él!

- Porque he llegado yo.

- ¿Enserio piensas que me habría liado con él?- pregunté.

- Yo solo sé que tenía dos horas libres y he venido a darte una sorpresa. Pero me la he llevado yo al verte pegada a ese gilipollas.

- Estábamos hablando sin más, la sorpresa era preciosa ¿y la vas a joder por esta mierda?

- Yo no he jodido nada Miriam- fue la última frase de la conversación. 

Yael se había alejado demasiado como alcanzarlo. Además me quedaba una hora de clase.

El timbre que anunciaba el final de clases sonó. Fui corriendo a casa, quería comer e ir a casa de Yael. Las cosas no se podían quedar así. Pero las sorpresas no habían terminado. 

- ¿Triana me puedes explicar que hace este aquí?- pregunté al entrar en la cocina. 

- Este tiene un nombre y está aquí porque le he invitado a comer, ¿o no lo ves?

No pensé, fui directa a él y lo llevé arrastras hasta el salón.

- ¿Puedes dejar de joderme la vida?

- Mira guapita de cara, yo a ti no te estoy jodiendo nada, si tu novio te pone los cuernos no es mi culpa, y si tú hermana no se resiste a este morenazo tampoco lo es. Además, me gustas mucho, pero has dicho que te deje en paz, ¿no? Pues a otra cosa mariposa - contestó vacilante. 

- Mi hermana no es cualquier cosa, como le toques un pelo nos veremos las caras otra vez.

Ni si quiera me respondió, se fue con mi hermana sin decir ni una sola palabra más. 


                                                     ....después de comer.....


"Din don" Unos segundos después Yael abrió la puerta. Me sorprendí cuando vi que tenía los ojos hinchados y rojos. Había estado llorando. Y mucho.

Una vez en su habitación Yael comenzó a hablar:

- Mira amor antes de que digas nada quiero pedirte perdón.

- Tranquilo cari...-me interrumpió.

- Déjame acabar por favor,- guardé silencio y asentí con la cabeza- primero perdón por haberme comportado como un crío, sé que no te estabas liando con él ni lo harías. Y segundo, perdón porque yo sí que lo he hecho.

En ese momento no podía creer lo que había escuchado. ¿Qué había hecho qué? No, no era real. Era una pesadilla o algo parecido. No podía ser cierto.

- Miriam yo te quiero, y sigo enamor...

- Si estuvieras enamorado no hubieras hecho nada con otra tía. No entiendo nada. ¡Patrick tenía razón! - fui yo quien no dejó que continuará la frase.

- ¿Te lo contó él? Es un...

- Es un nada, el cabrón eres tú, que me lo negaste y encima te enfadas conmigo por estar cerca de él.

- Tienes razón, lo siento.

- ¿Qué pasó?- pregunté con el corazón en un puño. 

Yael me estuvo explicando todo lo que había pasado. No pude contener las lágrimas. Me sentía engañada, traicionada.

Salí corriendo de su casa, quería perderme, quería llorar, gritar, estar sola. Pero sentí la necesidad y el impulso de hacer algo.

- Patrick, ¿dónde estás? Quiero hablar contigo- dije cuando respondió al otro lado del teléfono. 

La llamada fue corta, apenas unos segundos. Quedamos en un parque cerca de la casa de Yael. Cuando llegó se dio cuenta que no estaba bien.

- ¿Qué te pasa Miri? -Su tono sonó más tierno que nunca.

- Perdón, perdón por todo. Tenías razón. Vengo de estar con Yael, me ha contado todo.

- Te lo dije, pero no me querías creer – volvió a su tono chulesco de siempre

Antes de que pudiera pedirle que dejara la chulería para otro rato, me sorprendió abrazándome.

- No te preocupes pequeña, te entiendo y no pienso joderte más el día- dijo susurrándome en el oído. 

CASUALIDAD DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora