Las 8 de la mañana, apenas había podido dormir, hacía unas horas estaba en el pueblo donde le conocí, y ahora estoy a tan solo unos kilómetros de ahí pero en una cama de matrimonio con otro chico, no podía dejar de darle vueltas a mi cabeza.
Un montón de ruido de la calle despertó a Yael. ¿Qué pasaba? Nos levantamos y fuimos a mirar por la ventana.
Una charanga y varios adolescentes con un vaso en la mano cantando. Íbamos a seguir durmiendo pero decidimos levantarnos para aprovechar el día. Bajamos a recepción y preguntamos el motivo de tanta fiesta, nos contaron que comenzaban las fiestas del pueblo.
- ¿Qué te parece si nos quedamos a comer aquí y por la tarde volvemos a casa? Ya que hay fiestas, podemos aprovecharlas- me propuso.
Mi respuesta fue que sí.
Fuimos a unos puestos de feriantes donde nos compramos una pulsera para cada uno. Queríamos algo que nos recordará a nuestro primer viaje juntos. Una pulsera fina negra con un corazón pequeño de plata en medio. Era precioso todo lo que estaba viviendo y sintiendo por primera vez.
Seguimos un recorrido que parecía típico allí, marcado por unas huellas de elefantes por las calles de aquel peculiar lugar.
De repente me quede inmovilizada, con la mirada perdida. Sin dar un solo paso.
-¡Cariño! ¿Estás bien?- me preguntó sorprendido.
No, no lo estaba. ¡Era Julen! No podía creerlo. Y no estaba sólo. Estaba sentado en un banco, con muchos vasos y botellas alrededor, unos cuanto chicos y... una chica sentada encima suyo.
No sabía qué hacer. Seguir hacia delante y ver si me decía algo. Huir. Que la tierra me tragará. No sabía nada.
No sabía por qué pero mi respuesta a la pregunta de Yael fue esta:
- Sí, perdón mi amor, estoy viendo a una persona que no me esperaba aquí, acompáñame.
En ese momento nos dirigimos hacia él. Cada paso que daba se aceleraba un poquito más mi corazón, sentía que se salía del pecho, creo que quería salir corriendo, como quise hacer yo por un instante. Pero no, decidí seguir firme, con la mirada clavada en mi objetivo.
Llegamos a ellos y después de revisarme de arriba abajo se levantó.
- ¿Qué haces tú por aquí?- me dijo dándome dos besos.
- Pues nada, con mi novio, que estamos de ruta turística. Os presento. Julen, este es Yael. Yael, este es Julen.
La situación fue un tanto extraña. Y corta. No sucedió nada más. Un par de frases y volvió al banco con los demás. Yael y yo seguimos con nuestro camino. No entendía con que frialdad me había hablado, no entendía que hubiera hecho como si nada. Mi cuerpo aun temblaba.
Le explique a Yael toda mi historia con Julen, al fin y al cabo era mi novio y tenía la confianza suficiente para hacerlo. Al principio se enfadó un poco por no habérselo contado antes pero luego entendió todo.
La vuelta a casa fue extraña, había sido un fin de semana precioso pero mi sabor fue agridulce. Por supuesto, por Julen.
¿Quién sería la chica que estaba encima de él? ¿Una amiga o algo más? La verdad que no tendría que haber vuelto a casa con esas preguntas rondando por mi cabeza, pero fue inevitable.
Ese encuentro había removido todo lo que pasó en verano. Y no, no estaba bien.
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CASUALIDAD DEL DESTINO
Dla nastolatkówMiriam es una adolescente que nunca ha viajado sola, y cuando lo hace por primera vez su vida da un giro de 180º. Nos cuenta en forma de diario todo lo que le sucedió desde ese día. Nadie sabe lo que puede ocurrir con las casualidades, con el destin...