El regreso

6 1 0
                                    


Un mes, un mes desde aquel día y aun lo recordaba con esa sensación extraña que recorrió mi cuerpo. Aún recordaba cómo iba vestido, su sonrisa, su olor. 

Recibí un mensaje. Sería Yael. Desde ese viaje estaba más pendiente de mí, más enganchado a mis besos, y a mi cuerpo.

Pero no, no era él. Un número desconocido que me resultaba muy familiar.

"Hola Miri, puede que después de tanto tiempo ya no quieras saber nada de mí pero me gustaría que hablásemos."

¡No me lo podía creer! Era Julen. En ese instante parecía un flan, una gelatina o cualquier cosa que se le pareciera. Mi corazón se aceleró. ¿Por qué? Ya había pasado mucho tiempo desde que le conocí y ya no sentía nada por él. ¿O sí?

"Dime, que pasa" Mi respuesta fue seca, concisa, directa. No quería que notará que me moría de ganas de hablar con él desde el día que nos despedimos esa noche de verano, que volver a verle fue una sensación que jamás había vivido y que necesitaba una explicación.

5 minutos. 20 minutos. 45 minutos. Sin respuesta. Otra vez. 

Llamé a Yael. Me cambié de ropa y nos fuimos a dar un paseo. Le conté todo.

- Amor deja ya de darle vueltas, ese chico es idiota, no pienses en él, hay cosas mejores – y me besó.

- Sí, tranquilo, pero me fastidia mucho... -no me dejó continuar la frase

- Miriam, ¿Te gusta?

- ¿Qué? ¿Por qué dices eso cariño?-respondí.

- No has contestado- me dijo con un tono de voz mas rotundo

- Es que no hace falta, claro que no, solo tengo ojos para mi novio – esta vez quien le besó fui yo.

A partir de ese momento no deje de pensar en la pregunta que me había hecho Yael.

Fuimos a comer a mi casa y mientras hacía la comida me llegó un mensaje.

- Toma, tu querido Julen- me dijo malhumorado Yael mientras me daba el móvil.

- ¿Qué pasa amor? No entiendo porque ese tono, sabes que entre él y yo solo hay una conversación pendiente.

- Mira no llevamos una vida juntos pero te conozco lo suficiente como para saber que ese chico no te deja indiferente. Se nota en la manera que hablas de él. Se nota y no me hace ni un poco de gracia.

- Estate tranquilo, yo estoy contigo, ¿no? Pues ya está. Y te quiero a ti. Punto. Me afecta hablar de él porque no me gusta dejar las cosas a medias.

- A penas lo conoces, te debería importar una mierda lo que pase o deje de pasar con él.

- Pues me importa y ya está- respondí con un tono de voz más elevado

Me di cuenta que esa conversación iba mal, que yo, iba peor. Me acerque a él y le susurre al oído que lo quería.

No miré el mensaje. La comida fue incómoda pero logramos sonreír los dos. 

Decidimos echarnos la siesta pero yo no podía dormir. Sí, Julen en mi cabeza. Entonces cogí el móvil y abrí el mensaje.

"Me gustaría verte y hablar, ya sabes donde vivo, ¿verdad?"

¡Quiere verme! ¿Por qué? ¿Qué quería decirme? ¿Qué le contestaba? ¿Qué iba a ir? ¿Qué me lo contara por mensajes? ¿Qué me llamará?

"Claro, pero, ¿no puedes decírmelo por aquí?"

Mandé el mensaje y por sorpresa al momento tuve respuesta:

"Puedo pero no quiero, prefiero en persona, ¿no quieres?"

Por supuesto le respondí que sí, que no se preocupara, que en un par de días iba a hablar con él.

CASUALIDAD DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora