Enterré el rostro en la almohada, sintiendo un hilo de baba caer por mi mentón, y solté un bufido al escuchar la misma canción de siempre.
—¡Baja esa música!
No, no debió escuchar mi grito.
Hace exactamente dos semanas no logro dormir bien, debo ir al trabajo con unas ojeras inmensas y todo por culpa de la música que escucha mi vecino.Si fuera clásica estaría mucho mejor, pero eso que suena a todo volumen es algo como los Jonas Brothers desafinados.Después de asearme y desayunar, me percaté que la música estaba mucho mas alta.Es Lunes, Dios.Un maldito Lunes; inicio de semana, ¿quién puede escuchar música tan feliz un Lunes?
Caminé con mi mochila en un hombro, y frené frente a la casa culpable, debatiendo en mi mente si ir o no.Tengo derecho de reclamar claro, esto es una comunidad y debemos respetar a los demás, pero era tímida, y mis manos comenzarían a temblar al igual que mi voz con solo ver a la persona detrás de esa puerta.
Fui antes de darle demasiadas vueltas, y toqué tres veces la puerta con mis nudillos para después darme cuenta de lo que había hecho.¡Mierda, mierda!Podría ser un maldito pedófilo, o tal vez un metalero satánico, y lo peor es que lo interrumpí en su posible ritual.
—Si es algo importante escupe rápido que estamos ocupados.
Ante su actitud me crucé de brazos, y lo miré de pies a cabeza.No, no era un metalero o un pedófilo de 40 años; era un adolescente de unos 16 años tal vez, aunque unos pequeños bigotes lo delataban y le daban aspecto de ser mayor de edad.¿Tendría unos 18?Era unos centímetros mas alto que yo, y su olor era exótico:marihuana.
No jodas que de vecino tengo a un hippie.
—Ya sal de tu trance, no tengo tiempo—.Movió su mano frente a mí y suspiré negando con la cabeza.
—¿Podrías bajar la música?—susurré en un hilo de voz.
—¿Cantamos muy mal, acaso?—Alzó una ceja divertido, aguantando una risa.
—¿Con quién más vives?—murmuré.
Noté que era una antisocial en este barrio, ni siquiera conocía a mis vecinos y vivo aquí hace un año con unos cuantos meses.Sólo fue una vez que una de mis vecinas tuvo un accidente y se formó todo un lío, ya que la demente no supo prender la cocina y la mitad de la casa terminó en llamas.
—Con tres amigos, y parece que tú ya te ibas a la escuela, por lo que no bajaremos la música.
—Cuando vuelva quiero que la música esté baja o llamaré a la policía—amenacé.—Esto no es una fiesta, vieja amargada.
Cerró la puerta pasándome a llevar la nariz, y retrocedí unos pasos boquiabierta.La maldita nariz me estaba sangrando por culpa de ese adolescente con hormonas alteradas y su lema de a la mierda todo.
Tuve que devolverme a casa y permanecer con un pañuelo en la nariz de camino al trabajo, aguantando las miradas extrañas que me daba la gente en la calle.—–– ❀ ❀ –––—
Llevaba un año trabajando en una cafetería que por suerte no era Starbucks, odiaba esa cosa con mi vida.
Simplemente iban personas a sentarse con sus IPhone o Macbooks y ya, que diversión, ¿no?
–Lucille, por fin llegas.
Se trataba de mi jefe, James.
Nuestra relación empleado-jefe era agradable, de todos modos soy la única antigua trabajando aquí.El café terminó de ser construido el mismo día que estaba buscando algún trabajo, y como coincidencia también buscaban empleados con experiencia.En la antigua ciudad donde vivía también trabajaba en un café, mientras iba en mi último año de escuela.
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IDIOT! ➣ m.c
FanfictionCuándo hay un cambio de ciudad demasiadas cosas pueden suceder, demasiadas consecuencias tales como conocer personas nuevas; vecinos de mierda; adaptarse. Todo suena fácil y puede serlo, hasta el momento que te das cuenta que lo estás viviendo en ca...