Capitulo 23: Lo prometo, Calebsito.

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Caminaba por las calles de California, el reloj daba las cuatro y media de la tarde. Mi música era lo que más importaba en este momento, sólo quería un tiempo corto para mí, necesitaba estar solo. Una gota de lluvia cayó, rodando mi mejilla hasta desaparecer. Me coloqué la capucha, y bajé el rostro, la gente pasaba a mi lado, a veces tropezando conmigo o empujándome para llegar pronto a sus destino. Y fue ahí cuando levanté mi cabeza y  lo vi.

Si, lo vi.

No es un encuentro en los que dices: "Qué increíble verte" o "Me gustó mucho encontrarte", no, está terrible. Mi primer pensamiento al verlo fue: "Lo jodiste todo". Lo jodió todo porque apareció, porque me hizo recordar que lo estaba tratando de olvidar, porque revivió aquello que creí haber matado, pero no, lo jodió cruzándose de nuevo por mi camino.

Esta ahí a lo lejos mirándome.

Todo está mal.

En vez de saludarnos nos quedamos viéndonos impasibles por fuera y frenéticos por dentro. Un breve asentimiento y seguimos caminando. No había necesidad de decir más, con la mirada nos dijimos muchas cosas, nos dijimos te extraño, me dijo que le hacía falta y yo le dije te quiero.

Fue un encuentro fatídico, volvimos a escuchar nuestras piezas rotas. Volvimos a recordar los malos y buenos momentos que pasamos juntos. Sé que tanto él como yo estamos sufriendo este encuentro, pues jamás olvidaré la lágrima que se resbaló por su mejilla al subir aquel avión, cuando se alejó. Hoy lo vi y me dí cuenta que estamos más que enamorados que nunca, que aún nos dolemos, que seguimos viviendo uno en el otro.

Pero como aquél día, se alejó.

 

Seguí mi camino hasta llegar donde tenía aparcado el auto y regresé a casa. Riley estaba allí esperándome como siempre.

—¿Cómo te fue hoy? —Riley estaba sentado en el comedor haciendo sus tareas. Me miró por unos segundos y luego siguió con su trabajo.

—Bien. —Dije, tirando mi mochila en el sillón de la sala y fundiéndome en él—. ¿Te quedarás está noche también?

—Supongo que sí. —Dejó de escribir, se levantó de la mesa y caminó hasta la cocina.

Prendí la televisión y comencé a cambiar los canales en busca de algo entretenido, pero no encontré nada bueno.

—Salgamos a comer. —Riley se sentó junto  a mí, dándome una cerveza—. Hice reservaciones en aquel restaurante italiano que te gusta.

No pude evitar sonreír.

—No dejas de sorprenderme. —Dije tomando un sorbo de la bebida.

A las seis y media cuando ibamos saliendo llegó mi mamá, al verla bajar del auto vi que algo andaba mal.

—¿Van a salir? —Preguntó. Me dolió ver que en su rostro se estaban empezando a notar ojeras, sus ojos estaban hinchados y rojos.

—Tenemos reservaciones en un restaurante. —Respondió Riley.

—Bueno, cuidense. —Dijo mi mamá y entró a la casa.

Al llegar al restaurante, Riley tuvo que decir nuestros nombres.

—Su nombre por favor. —Dijo la chica.

—Riley Tratcher. —La chica asintió.

—Siganme. —La chica hizo una seña y nos llevó hasta nuestra mesa. Antes de irse me miró y me dio un papelito—. Ya vendrán a traerles el menú.

Everything has changed. (Gay) - En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora