33. Nuestras tumbas

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La pequeña voz de Jisung recitaba, en la mente de Hyukjae, "¿Tú, quieres morir sin haberte dado el permiso de amar a alguien?", y la respuesta fue: no. Hyukjae quería amar con todo su cuerpo, con todos sus sentidos, con toda su mente. Hyukjae quería probar lo que significaba darle todo al otro, una vez más, pero de una forma distinta. No obstante, su corazón seguía renuente a entregarse por completo. Clavó la mirada en una pequeña fotografía que adornaba la sala, era un árbol seco. Fue tomada un otoño antes de que firmará su contrato, aquel árbol se encontraba en el vecindario donde creció, lugar que abandonó cuando su vida en la mafia comenzó. Esa imagen capturaba el preciso momento en que miro el tronco de hojas secas por última vez. Junsu había tenido la idea, pues decía que nadie debía olvidarse de dónde venía y tuvo razón, siempre que Hyukjae miraba esa fotografía gran parte de su vida llegaba a su memoria.

— ¿Está todo bien? — preguntó Donghae, al notar cómo el otro se perdía en sus pensamientos.

Hyukjae lo miró sin entender a qué se refería, así que sólo frunció el ceño.

— Sí, ¿por qué? — respondió.

— Te ves angustiado — señaló Donghae.

Hyukjae lo miró con incredulidad. Era bueno ocultando sus emociones, había sido entrenado para ello y tenía un historial casi impecable que lo demostraba. Sus emociones se ocultaban tras una muralla alta impenetrable para todos.

— ¿No me crees? — Preguntó Donghae con una sonrisa sugerente.

— Es simplemente que no suelo ser fácil de leer. Aprendí a ocultar mis emociones.

Donghae se le acercó un poco más y lo tomó del rostro con cuidado.

— Tienes la mandíbula apretada — dijo mientras la perfilaba con sus dedos — Tus cejas están ligeramente inclinadas hacia arriba — señaló con la punta de sus índices — Las comisuras de tus labios está hacia abajo — tocó con las yemas de los pulgares — Y lo más importante, no me has mirado a los ojos.

La cara de Hyukjae cambió de la incredulidad al estupor. Ni siquiera él mismo hubiera nombrado con tanta rapidez los cambios en su rostro. Donghae había dado en el clavo. ¿Estaba perdiendo facultades? ¿Comenzaba a ser más translúcido?

— Ahora también estás preocupado — agregó el castaño, mientras dejaba un beso ligero en sus labios — No eres transparente, Hyuk. Simplemente te conozco.

— ¿Cómo... cómo lo haces?— preguntó, genuinamente impresionado. Es decir, una de sus mayores virtudes estaba en lo impenetrable de su personalidad.

— No lo sé, a veces siento como si te conociera desde siempre, desde lejos — murmuró Donghae.

Hyukjae lo tomó de la cintura y lo arrinconó contra la pared donde estaba colgada la foto, lo besó tan profundamente que se olvidó del resto. Donghae envolvió con sus piernas el cuerpo de Hyukjae, apenas sintió como éste lo levantaba del suelo. La nueva posición e intensidad del beso provocaron una serie de roces que comenzaron a calentarles el cuerpo. Donghae sonrió en medio de aquella situación, pues sabía bien dónde terminaría ese intercambio de caricias.

Tal como lo predijo, instantes después de que sus miembros comenzaran a despertar gracias a la fricción, Hyukjae estaba sobre Donghae besándolo con ahínco. Antes de continuar con el juego de manos, Donghae tuvo una idea fantástica. Revolviendo las finas sábanas de Hyukjae, comenzó a deshacerse de su traje, primero el saco, luego la camisa. Su ropa quedó desperdigada por toda la habitación, pero no importaba, nada importaba en ese momento más que el deseo creciente entre los dos.

Donghae comenzó a tomar el control de la situación, sabía muy bien que con solo un par de caricias en los lugares correctos y besos llenos de lujuria, Hyukjae perdería la cabeza por completo. Mientras recorría con su boca el cuerpo pálido de Hyukjae, empujaba hábilmente su pelvis para que la fricción aumentara. Ya que había llegado a ese punto no iba a dar tregua, su único fin era conseguir nublar la mente de Hyukjae. Lo que Donghae no tenía contemplado, hasta ese momento, era que el otro no era un receptor pasivo, y las oleadas de placer los afectaban a ambos, obligándolo a perder su propia cordura.

EMPTY [EUNHAE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora