Epílogo

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Donghae se encontraba completamente amagado. Cuerdas firmes, duras y apretadas ahogaban la circulación en sus manos y en sus piernas. Una mordaza de trapo tapándole la boca, impidiéndole gritar. Donghae estaba completamente inmóvil y desesperado. Miraba, frente a él, cómo Hyukjae se desvanecía hasta el suelo. Donghae gritaba con todas sus fuerzas, pero de su boca sólo salían pequeños sonidos que parecían, más bien, pequeños lamentos. Sentía la impotencia colarse por sus entrañas y ascender por todo su cuerpo; sus oídos replicaban el sonido de su corazón y la cabeza le dolía al grado de querer explotar, seguía luchando contra todo, pero sus fuerzas comenzaban a menguar, las lágrimas caían a raudales por sus mejillas.

Sentía que había vuelto a perder al amor de su vida frente a sus ojos... hasta que despertó.

Se encontraba sumamente agitado, le dolía el pecho, tenía los músculos tensos y el rostro empapado. Un cuerpo tibio lo cobijaba con sus brazos, mientras él lograba regular la respiración.

— Están bien, está bien. Estoy aquí— le dijo Hyukjae al oído, mientras dibujaba círculos en su espalda para consolarlo.

Donghae no dijo nada, se permitió desahogarse en llanto y se aferró a aquel abrazo. Las pesadillas habían aminorado considerablemente, tenía un par de meses durmiendo bien, pero aquel mal sueño, en particular, seguía repitiéndose.

— ¿Ya pasó? — preguntó Hyukjae cuando notó que su respiración había vuelto a la normalidad.

Donghae extendió los brazos y aprisionó a Hyukjae con ellos. Lo apretó en un abrazo que le permitiera corroborar la realidad. Era de noche y ellos dos estaban ahí, juntos. Eso era real, no la pesadilla.

Donghae inhaló y exhaló, llenándose del aroma de Hyukjae. Asintió con la cabeza, robo un beso y se levantó en busca de su cigarrillo. Hyukjae frunció el ceño y lo siguió con la mirada,

— Son las cuatro de la mañana, Hae, ¿en serio vas a fumar a esta hora? — preguntó con un puchero en los labios.

— Se ha vuelto una costumbre, supongo que incluso lo hago sin darme cuenta — respondió Donghae encogiéndose de hombros.

Miró el cigarro un momento, decidió regresarlo al paquete, a pesar del mal momento no estaba tan ansioso, así que prefería esperar a necesitarlo por la tarde en la oficina, cuando hubiese que enfrentarse a la montaña de trabajo que aguardaba por él. Aventó el paquete a cualquier lugar, dejó el encendedor en la mesita de noche y decidió volver a los brazos de Hyukjae, ese calmante era mucho más agradable y efectivo.

Hyukjae le sonrió mientras el castaño subía a la cama, pero no lo dejó acomodarse, antes de que pudiera si quiera recostarse, Hyukjae lo jaló hasta él para besarlo. Sujetó a su novio de la cabeza y abordó sus labios con delicadeza, bebía de aquel par de líneas delgadas como si la vida se le fuera en ello.

— ¿Es lo que haces cuando no estoy contigo? — preguntó Hyukjae al cabo de un par de besos, pero sin soltarlo.

— ¿Fumar? — Preguntó Donghae y Hyukjae asintió — La mayoría de las veces. En realidad, todo depende de qué tan horrible sea el sueño.

— ¿Y luego vuelves a dormir hasta que llega la hora de ir al trabajo?

Donghae se detuvo a pensarlo un momento.

— No siempre, si hay suerte, puedo conciliar el sueño un par de horas más, pero si no, me mantengo despierto hasta el momento en que debo irme y ya. Normalmente es lo último. Aunque también es cierto que las pesadillas han cedido un poco.

— ¿Así has vivido todo este tiempo? — inquirió Hyukjae adolorido.

— Al principio fue un horror, pero creo que se ha vuelto parte de mi rutina, he aprendido a controlarlo.

EMPTY [EUNHAE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora