Encadenada al amor

Capítulo veintisiete: Alison.

Eran alrededor de las tres de la mañana cuando Kathy irrumpió en la habitación para informarnos que pasaba algo con Alison.

Dean dejó en su pequeña cuna a Castiel y corrió al lado de Kathy hacia lo que supuse que sería la habitación de mi mejor amiga.

No pude ir con ellos, no podía caminar ni moverme. Mi intimidad me iba a hacer pagar si llegaba a moverme. Así que, me quedé cuidando a la persona que más amo en la vida con la preocupación carcomiéndome.

Hace unos meses atrás iban a desconectar a Alison si no respondía y me temía de la hayan desconectado de todos los aparatos que la ayudan a seguir con vida.

Kathy no era una persona de mucha plata y también me preocupaba que no fuera suficiente lo que pagaba por los gastos. Esto estaba siendo un caos. Quería respuestas, quería saber qué pasaba con mi mejor amiga. Sin embargo, las prioridad es mi hijo y aunque quiera a Alison con todo mi ser, mi hijo era más importante y debía quedarme allí para cuidarlo en sus primeras horas de vida y siempre.

Una hora pasó y ni Dean ni Kathy habían vuelto.

Tomé mi móvil de la pequeña mesa que estaba a mi izquierda y marqué el número de Dean. Al tercer tono su móvil comenzó a sonar en el bolso de Castiel. Suspiré frustrada y colgué. Esto era una broma de mal gusto.

Me estaba dando por vencida. Apreté un botón y la cama se dobló un poco y me senté. Acerqué la cuna de Cas un poco para poder tomarlo en brazos. Mi bebé dormía plácidamente mientras chupaba su labio inferior. Sonreí ampliamente olvidándome de todo lo demás y besé su frente.

Cuando tomé su mano, Cas la enrolló sobre mi dedo índice y suspiré de amor. Sentí el pañal inflado bajo mi brazo justo cuando mi bebé tembló sobre mí.

El bolso se encontraba en el piso, lo cual se me hacía difícil de alcanzar. Hice un esfuerzo y sostuve a Castiel con un brazo, estirando el otro para alcanzar el bolso. Cuando lo alcancé volví a mi postura anterior rápidamente y murmuré un victorioso "sí". Saqué todo lo que necesitaba para cambiarlo y luego lo dejé en la mesa de mi izquierda.

Lo cambié a una velocidad admirable para ser una mamá primeriza. Justo cuando terminaba de colocarle el enterito marrón, la puerta se abrió revelando a Dean con una expresión indescriptible.

Tapé a Cas con su sábana y lo arrimé a mi pecho. Contuve la respiración unos segundos esperando la noticia de que mi mejor amiga había muerto y cerré los ojos.

– Necesitas saber esto –murmura mi novio. Exhalo, inhalo y vuelvo a contener la respiración–. Alison ha despertado.

Abro los ojos de golpe y exhalo con fuerza. Miré a Castiel quien frunció el ceño todavía dormido y se relajó. No dije nada. No tenía qué decir, no tenía preguntas, no tenía nada. Me limité a mirar a Dean fijamente a los ojos con esperanzas de que sea cierto lo que dice y no otra broma de mal gusto.

– América, ¿me has escuchado? ¡Alison despertó! –dijo eufórico. Vino hasta mí y me abrazó con delicadeza y cuidado de no aplastar a Cas. Se separó y siguió hablando–. Cuando se despertó nadie estaba a su lado, lamentablemente. Se debió sentir confusa, supongo –se aclaró la garganta–. La mala noticia es que... –suspiró–, no recuerda nada. Sólo sabe quién es y quién es su madre.

– ¿No te recuerda? – susurré quebrándome. Dean negó con la cabeza–. Entonces, no me recuerda.

– No lo sé, linda. En cuanto se puedan ver lo sabremos.

No podía soportar el hecho de que mi mejor amiga no me recuerde. Hemos sigo amigas desde pequeñas, vivimos muchísimas cosas que merecen ser memorables. Nos metimos en problemas e hicimos cosas muy locas, Alison no podía olvidar todo eso. No me merecía quedarme con los recuerdos yo sola. No sería lo mismo.