Las noches que no nos pertenecen (TaeDo)

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Despertó con un suave beso en su mejilla y una caricia gentil que se deslizó por su hombro hasta su codo, dedos temblorosos que se aferraron a la piel suave de su antebrazo y la enrojecieron por la presión de pequeñas uñas perfectamente limadas.

Una canción desconocida sonaba con gentileza por todo el pequeño departamento, y supo inmediatamente de quien se trataba, abriendo sus brazos esperando que la calidez del cuerpo contrario se dejara caer sobre el suyo... poder sostenerlo entre sus brazos como a un niño y sentir los mechones de su cabello entre sus dedos mientras lo cuidaba por las noches tormentosas. La presión en su brazo desapareció y en medio de la noche oscura, Lee TaeYong se deshizo de su ropa en total silencio.

Ocultando sus pecados que no eran mejores o peores que los de DongYoung, que lo avergonzaban y lo hacían sentir poco merecedor del amor de la única persona que había estado dispuesta a tomarlo como era.

Se deslizó en su lado de la cama sin atreverse a tocarlo, dejando que los brazos de DongYoung se cerraran a su alrededor y que juntara sus cuerpos tanto como lo necesitaban. Había prometido no volver a buscarlo, pero continuamente volvían a cruzar sus caminos incluso en los momentos más desafortunados como aquellos.

Elevó su rostro para encontrarse con los pequeños ojos del menor observándolo con calma, brillando tanto como las estrellas de universo... todas ellas juntas. Los dedos delgados de DongYoung peinaron sus cabellos fuera de su frente mientras sus labios temblaban levemente, no había prisa en ninguno de sus movimientos, en la forma en la que lo besaba o en como acariciaba las mejillas pálidas de su rostro.

"Volviste." Fue el susurro del silencio, el camino corto de las grandes oraciones que podrían reducirse solo a esas sensaciones de volver a encontrar algo que estremeciera tu cuerpo. Alguien, más bien.

"Prometo que me iré pronto." Respondió apresurado, pero DongYoung solo cayó sus labios con un corto beso que le confirmaba que era necesario allí, que lo había extrañado hasta ese mismo segundo en el que sus cuerpos volvieron a estar juntos. "No quiero ponerte en peligro, Dongs."

"No seas absurdo..." pidió esa dulce voz a la que no se podía negar, su pierna aferrándose a la cadera del mayor mientras volvía a besarlo dulcemente, sin esperar nada diferente a una respuesta ambigua. "He esperado tanto para que regreses, no hables de despedidas tan a la ligera."

TaeYong saboreó un te amo que se balanceaba en la punta de su lengua, pero no se atrevió a dejarlo escapar cuando las manos de DongYoung bajaron suavemente por su nuca hacia su espalda delgada, respirando profundo en el hueco de su hombro como lo solía hacer cuando se empeñaba en no dejarlo ir; transmitiéndole esa sensación de ansiedad a cada célula de su cuerpo.

Te amo, Kim DongYoung.

Su piel se estremecía y su mente flotaba en la nebulosa, tocando polvo estelar brillante que jamás creyó alcanzar. La encrucijada de su vida se volvía nada cuando el hombre abrazado a su cuerpo le pedía silenciosamente que no se marchara. Estaba seguro que ninguno jamás había amado tanto a otra persona.

No se puede amar de la misma forma dos veces... ¿entonces qué tipo de amor era el que estaba ofreciéndole ese joven músico de pequeños ojos oscuros? Porque se sentía como si con una caricia suya el mundo cayera de rodillas, el bien y el mal fuesen solo un concepto insípido y todo lo que conoció en su momento no fuese más que un mero espejismo; una vida artificial de la que acababa de despertar.

"¿Por qué tengo tanto miedo de perderte y que todo esto termine mal?" la pregunta de TaeYong fue acompañada de sus manos deslizándose debajo de la camisa del menor, tocando su abdomen apenas con la yema de sus dedos, deslizando sus labios entreabiertos por el cuello de DongYoung, escuchándolo suspirar. Estaba seguro que en aquellos momentos tendría los ojos cerrados.

Lemon CreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora