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Pocos días transcurrieron después del debate en el que Jessica Davis había arrasado con la mente de todos los estudiantes de Liberty. Jess, para sorpresa de nadie, había conseguido finalmente su puesto como próxima Presidenta del consejo estudiantil para el año escolar entrante, así que desde entonces no descansó un sólo día escolar. Ella se la pasaba unida a un grupo de feministas del colegio, las cuales siempre tenían talleres sobre charlas de género, violencia, abuso sexual, y demás. Era la cara oculta de Liberty, puesto que el Director Bolan no les daba espacio. A él le importaban los deportistas violadores, y a decir verdad, parecía que a mí también.

Jess insistió mucho en que yo me uniera a su sociedad, pero no pude. No puedo hacerlo cuando mi hermano es su violador, no puedo hacerlo tampoco teniendo en mente que Bryce y yo hemos estado hablando como verdaderos hermanos. No podía hacerle eso a Jess, no merecía una amiga tan mentirosa. Así que comencé a distanciarme de ella.

De ella, y de Zach.

Esconder mi relación con Bryce mejorada era tremendamente difícil. Zach no venía a mi casa desde que le conté que al final mi hermano no podría ir a la casa de verano, puesto que esa sería utilizada por mi padre y su nueva novia. 

Además, la presencia del abuelo ponía a cualquier persona de mal humor. Era un viejo racista, machista y clasista. Sigue acostumbrado a un pensamiento de época antigua, donde todo lo minoritario era mal visto. Mi novio asiático no pudo evitar ser el centro de atención por parte del abuelo, que cuestionó la migración de sus padres al país.

Eso fue la gota que rebalsó el vaso. Eso provocó que Zach no viniera más a mi casa.


Poco tiempo después de volver de clases, el timbre de mi casa suena. Bryce se encontraba en el living, por lo que dejo que él se encargue, después de todo no teníamos nunca visitas planeadas por el asunto de él. Y Zach no venía más a mi casa, así que debía ser el correo. 

Al menos, eso es lo que yo pensé. Estaba equivocada.

Tras unos cuantos minutos de silencio, me pareció raro que Bryce no me avise quién había venido. Eso, y escapar de los ronquidos del abuelo que se escuchaban por todo el pasillo, me impulsaron a bajar para preguntarle qué pasaba. Después de todo, estaba aburrida y era el único con el que hablaba en casa.

Entonces los escuché hablar. Me quedé tras la pared del living, intentando no ser vista. Se trataba de Bryce, y Jessica.


—Vine porque quería que sepas que... me va muy bien —dice Jess, mientras lo mira a los ojos y se sienta frente a él, justo en el posa brazos del sofá.

—Me alegra escuchar eso —responde mi hermano, sosteniendo un vaso recién preparado de Whiskey sobre las rocas.

—Bueno, me llevó un tiempo —hace una pausa—. Por mucho tiempo creí que llevaba dentro algo que estaba permanentemente roto. 

—No sé qué decir.

—Si, ya veo. Pero no necesitas decir nada, solo necesito que sepas que no me quebraste. O las partes que rompiste las estoy recomponiendo y serán mucho mas fuertes que antes.

—Está bien —contesta, con un tono calmado y bebiendo posteriormente un poco de Whiskey.

—¿"Está bien"? —repite con ironía.

—¿Qué quieres que diga, Jess?

—Quiero que digas... —comienza, y parece arrepentirse de sus palabras—, quiero que sepas lo que hiciste. Todo lo que hiciste, carajo. A mí, a Hannah, a Chloe, y vaya a saber a cuántas chicas más. 

Game Over - Zach DempseyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora