TREINTA Y CINCO pedazos

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Habíamos quedado en que Lisa vendría a mi casa, porque teníamos dos días para terminar el trabajo y la biblioteca del insti tenía horario de cierre. Lisa no puso su casa como una opción, así que terminamos en la mía.

No fue puntual esa vez tampoco, pero al menos yo no le hice problemas por ello.

Para cuando terminamos, pasaban de las ocho así que la invité a cenar en casa. Y esa vez fui amable.

"¿No están tus padres en casa? " Preguntó Lisa, mientras nos dirigíamos a la cocina. 

"Lo más probable es que mi madre está durmiendo ya. " Supuse. "Y no hay papá. ¿Quieres comer algo en especial?" 

"Supongo que no tendrás hamburguesas. " Dijo. 

Rodé los ojos. 

"¿Lo haces a propósito verdad? " 

Lisa se rio. 

"No, yo en serio amo las hamburguesas. " Explicó. "Fueron la primera cosa que aprendí a cocinar. Agradeces eso cuando tienes ocho años, una mamá que nunca está en casa y cuatro hermanos menores que no paran de llorar porque sus estómagos duelen mucho. "

Me congelé, pero no seguí adelante con ello. 

Porque Lisa no es del tipo de persona que le agrade la compasión y yo ya había hecho demasiadas cosas que a Lisa le desagradaban.

"Tenemos hamburguesas. " Dije. "Mi mamá las hace comprar porque el doctor le dijo que tiene permitido comerlas una vez cada quince días, para reducir el colesterol o su corazón  básicamente reventará. Familia disfuncional"

Lisa asintió.

"Tengo una familia disfuncional también. " Dijo. 

"Bueno, al menos no eres homofóbica " Bromeé. 

Cubrió su boca con las manos, como hace siempre que está a punto de reírse por algo.

"¡Oh, Dios! En serio, amo a Maia, pero ella es... No lo entiendo, su familia es perfecta, pero están locos. Su padres son demasiado religiosos como para ser cierto, di la palabra 'aborto' en su casa y se harán pis encima. "

Y me reí. 











Ella es gordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora