TREINTA Y NUEVE minutos de meditación

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Es sábado y son las dos de la tarde. Estoy en la cocina leyendo algo de biología, asi que cuando el timbre suena, no tengo otra opción aparte de atender.

Frunzo el ceño cuando veo a mi abuela frente a mí.

"Abuela... "

"Hola, cielo. " Me da un apretón en el hombro cuando pasa a mi lado. Señala con su mano disponible a la mujer al lado de ella. "Ella es Lana, revisará que todo esté bien con tu mamá. "

Frunzo el ceño con desconcierto.

"¿Ya...? ¿Ya tienen fecha de la operación? "

Me ofrece una sonrisa como si creyera que yo soy la hija del año.

"Será dentro de seis días apartir de ahora. " Contesta. "Pero será internada el martes, por eso debemos chequear que todo esté bien, ¿ha estado respetando la dieta, verdad?. "

No tenía ni idea. Mi abuela había contratado a una cocinera para ella, pero nunca me fijo qué es lo que mi madre come.

De sólo pensarlo hace que mi cabeza duela.

Mi abuela no estaba esperando ninguna respuesta de mi parte, le estaba señalando a la enfermera la dirección que tenia que seguir para llegar a la habitacion de mi madre.

"¿M-martes? " Susurro. Mi abuela se voltea en mi dirección.

"¿No lo sabías? " Interroga, mientras inspecciona mi rostro.

"No me dijo nada de... "

"Era algo obvio, cariño. Es la única manera de que se ponga saludable, lo sabes. " Contesta. "Estás tan pálida, ¿quieres agua? "
Y debería, debería tomar agua porque ha pasado más de una hora desde que tomé el último vaso. Pero en lugar de hacerle caso sólo me acerco a ella y cuando estoy lo suficientemente cerca, apoyo una mejilla en su pecho y la rodeo con mis brazos.

Fuerte.

Y vuelvo a respirar cuando me abraza de vuelta.




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GRACIAS POR LEER TE AMO 💕💕💕

Ella es gordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora