TREINTA lágrimas y OCHO cafés

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Hay días que llego a casa y siento que el mundo se me cae encima.

Me quedo sin aire.

Y las paredes se hacen pequeñas. Así que siento que yo debería hacerme más pequeña también.

Algunas veces me escondo y me imagino que el lugar en donde estoy es el único en el mundo que tiene aire.

Y otras veces la presión en mi pecho es tan grande que sólo necesito más presión para diferenciar lo real de lo que crea mi cabeza.

Los abrazos son el mejor tipo de presión.

Pero mi papá se fue. Y estoy asustada de mi madre.

Así que cuando la opresión es fuerte, subo corriendo las escaleras al llegar a casa.

Trabo la puerta de mi habitación una vez dentro y me escondo debajo de la cama, donde el suelo siempre está frío.

Es el único lugar donde puedo respirar. Y el único donde nadie me buscaría.

Porque debajo de las camas no hay personas, no hay niñas adolescentes aterradas porque no pueden respirar. Debajo de las camas sólo hay monstruos.

Y yo podría recostarme y quedarme allí por siempre.








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riete no llores

Ella es gordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora