E l R e i n o

718 43 0
                                    

ALEX
La charla con Gregory no sirvió de mucho, se rehusaba a pelear contra los Salvadores.

—Ustedes nunca estuvieron aquí.—dijo el líder de Hilltop, así que váyanse.
—Hijo de...—antes de terminar mi frase papá me empujó a la salida.

Enid había convencido a los de Hilltop a pelear contra los Salvadores y Maggie aceptó ayudarlos para aprender cómo hacerlo.
Mientras los demás hacían cosas Carl y yo nos alejamos para estar solos.

—¿En w carajo estabas pensando en ir allá?.—le reclame seria.
—Es obvio.—me dijo—Iba a salvarte.—yo solté un pequeño bufido.
—¿Salvarme?. ¡Pudiste haber muerto!.—le grité.
—¡Pero no pasó!.
—¿Sabes por qué?. ¡Por qué Negan ya tenia a quien matar!. ¡Tuviste suerte de...
—¡Solo fui a tratar de recuperarte!.—me dijo enojado.
—¡Pues no debiste hacerlo!. ¿Qué hubiera pasado si él te hubiera hecho algo?.—mi voz comenzó a quebrarse por el llanto que amenazaba salir—¿Cómo se supone que iba a vivir sabiendo que pudo haberte matado por mi culpa?. ¿Qué era lo que le iba a decir a Rick?.—ya estaba llorando—¿Cómo se supone que iba mirarlo a los ojos?. ¿Qué no ya es suficiente con Maggie?.—estaba muy jodida y me había desquitado con Carl.
—Alex...—él se acercó y me tomó de la cintura pero yo hice una mueca de dolor—¿Qué fue lo que te hicieron?.—habló con enojo—Ese tipo, él que entró cuando estábamos con Negan...—pero lo callé.
—Ya no importa, Carl.—junto su cara con la mía—Creí que nunca te volvería a ver, tuve miedo de verdad, por ti, creí que te haría algo. Yo...Tú eres lo que más amo en esta vida. Carl, mírame.—lo obligué a mirarme—Nada de lo que dijo Negan es cierto, tú no eres un asesino, ni un monstruo. Tú eres lo mejor de mi vida.—y lo besé. Mi mueca de dolor ante su tacto hizo que quitara sus manos de mi alrededor.
—Lo siento.—y me sonrió—Y Alex, lo qué pasó con Glenn no fue tu culpa.—me tomó de la barbilla—Yo también creí que jamás te volvería a ver, fue horrible, te necesito conmigo todo el tiempo.—alguien carraspeó detrás nuestros y nos volteamos rápidamente, era Rick.
—Es hora de irnos.—habló.

Carl y yo íbamos tomados de la mano dispuestos a salir de ese lugar.
—Esperen, no tienen que irse, no aún.—habló Jesús a nuestras espaldas—Tengo uno de sus walkie talkie, es a larga distancia. Sabremos que es lo que planean.—una sonrisa apreció en su rostro—Es hora de que conozcan a Ezequiel. El Rey Ezequiel.—todos nos miramos confusos.
—¿Rey?.—dijo Rick.

Llegamos a un lugar como Alexandria, El Reino.
Rick y Jesus hablaban fuera de la camioneta. Dos hombres en caballo se acercaban.
—Quién osa entrar a las tierras del Rey...—yo volteé a ver a los que estaban dentro de la camioneta, para ver si pensaban lo mismo que yo y efectivamente así era—¿Jesús eres tú?.¿Quiénes son ellos?. Bajen de la camioneta.—nos dijo.
—Hola, Richard.
—Hola, Paul.—ese era el verdadero nombre de Jesús—Tus amigos, ¿quiénes son?.
—Él es Rick Grimes, y trajo a alguna de su gente. Son un grupo afín.
—¿Qué quieres decir con afín?.—pregunto Richard.
—Sobreviven, matan caminantes y a veces a otros. Venimos a una audiencia con el Rey.
—Formen una línea.—habló el hombre.
—Bien vámonos, es una pérdida de tiempo.—hablo papá y yo lo seguí.
—Quizá tengas razón. El Rey es un hombre ocupado, no aceptamos extraños.
—Escucha.—Michonne intentaba resolver la situación—Nosotros solo queremos un mundo menos peligroso y venimos a mostrarle al...Rey, cómo resolverlo.
—Denme sus armas.
—Solo tenemos dos.
—Bien, síganme.
Detuve a Rick del brazo—¿Es en serio?.—él solo levantó los hombros, bufé y los seguí.

El Reino parecía un lugar como cualquier otro.
—Tienen mucha gente.—dijo Carl.
—¿Pero saben pelear?.—habló Rosita.
—Si, saben.—dijo Jesús.
—Quizá.—dijo papá.
—¡Morgan!.—se escuchó la voz de Tara, luego vi a Morgan saliendo de algún lugar. Lo abrazó y luego Sasha también hizo lo mismo.
—¿De dónde se conocen?.—habló Richard.
—Desde el principio.—dijo Rick.

Entramos a un teatro, o eso parecía, ahí estaba un hombre con un tigre, si un maldito tigre. Un chico rubio, un hombre gracioso y él que había ido por nosotros afuera.
—¡Jesús!.—habló un hombre de rastas con gusto de ver al antes mencionado—¿Qué traes para mi?. Nuevos aliados.
—Así es, Rey.—habló Jesús—Él es...—se volteó para presentarnos pero estábamos todos juntos muy detrás de él—Ah si, olvide mencionar...
—Si, al tigre.—lo cortó Rick y él movió la cabeza. Rick dio unos pasos y todos lo seguimos.
—Él es Rick Grimes y viene con alguna de su gente.—nos dispersamos por el teatro.
—Bien, Rick Grimes de Alexandria.—habló el hombre con rastas, yo pensaba que todo esto era ridículo, pero al parecer no era la única—¿Qué te trae aquí?.
—Ezequiel...Rey Ezequiel.—comenzó a hablar—Alexandria, Hilltop.—miró a Jesús—Y el Reino, tienen algo en común.—hizo una pausa—Todos servimos a los Salvadores.—Ezequiel y su gente parecían impresionados.
—Yo le conté.—dijo Jesús inocentemente.
—El trato que tengo con los salvadores es secreto para mi pueblo por una razón. Te hicimos parte del secreto.—lo reprendió.
—Confiamos en ti.—habló el hombre feliz, Jerry al parecer era su nombre.
—Lo sé.—dijo Jesús—Pero quiero que escuches los planes de Rick.
—Nosotros enfrentamos a los Salvadores una vez y ganamos. Pero entonces no sabíamos lo que sabemos ahora.—decía con un toque de tristeza—Mi gente es fuerte pero somos pocos. Necesitamos armas.
—Nosotros tenemos hombres.—dijo Richard volteando a ver a Ezequiel—Y armas. Su majestad, hay que acabar con esto antes de que se ponga peor y no tenga remedio.—él se quedó reflexionando.
—Los Salvadores saquearon Alexandria.—dijo Michonne.
—Dejaron entrar caminantes a Hilltop para dar una lección.—dijo Sasha.
—Mataron a nuestros amigos. Gente buena.—aún era bastante doloroso hablar de eso.
—¿A quiénes?.—preguntó Morgan sorprendido por la noticia.
—A Abraham.—dijo Rosita con enojo y dolor—A Glenn. Spencer, Olivia.—yo no sabía de los dos últimos—Se llevaron a Eugene. También a Daryl y a Alex, ellos escaparon, pero corren peligro aquí afuera. ¿Dirás que tenías razón?.—le preguntó ella refiriéndose a la vez que Morgan dijo que podíamos evitar la guerra.
—No. Solo lamento que ellos se hayan ido.
—Morgan.—hablo Ezequiel—¿Qué opinas tu?.
—¿Yo?.—preguntó sorprendido—Bueno, sí hay otras maneras de detenerlo debemos hallarlas.—Rick comenzaba a desesperarse—Podemos atrapar a Negan, encerrarlo. Morirá gente y no solo Salvadores.
Rick comenzó a contar una historia sobre un reino y un tesoro, supongo que lo hizo para persuadir al hombre pero el dijo que hablaríamos mañana y nos invitó a cenar.

Carl y yo compartimos habitación, nadie nos dijo nada sobre eso y lo agradecíamos, además de que no lo haría, sería incómodo tener que dar explicaciones.

Estaba recostada con la mente perdida, recordando lo que había ocurrido, sentí un peso extra sobre la cama y enseguida los brazos de Carl me rodearon pegándome hacia su cuerpo. Comenzó a levantar mi camisa y a pasar sus dedos sobre las marcas que tenía, lo detuve y me volteé escondiéndome en su cuello. Comencé a llorar mientras él me acariciaba el pelo y me susurraba que todo estaría bien. El silencio estaba presente pero no necesitaba nada más que tenerlo conmigo.

Al día siguiente Richard fue por nosotros y nos llevó con el Rey. Mientras caminábamos pude ver a la gente lanzando flechas, entrenando y un pequeño niño rubio llamó mi atención, estaba entrenando con el bastón con el que Morgan peleaba.
—Así es el Reino.—Ezequiel interrumpió mis pensamientos—Todo el día, todos los días. Nos tomó tiempo construirlo.
—¿Cuánto crees que dure?.—habló mi padre por primera vez. Ezequiel lo miró.
—Lo siento pero el Reino no acepta su trato.—Rick y Richard se miraron, al parecer él si quería acabar con ellos.
—Lo único que puedo ofrecerles es asilo para sus amigos.—se refería a papá y a mi.—Él tiempo que quieran.—papá se alejó de ahí, Rick lo siguió y después todos hicimos lo mismo.
—Abran la puerta. Nos largamos.—dijo mi padre. La puerta se abrió y empezaron a salir todos.
—Ustedes, no.—dijo Rick y nosotros nos detuvimos.
—No nos quedaremos.—le dijo Daryl.
—Trata de hablar con él.—le pidió Rick—O dale una de esas miradas intimidantes.—me dijo a mi.
—Debemos irnos.—Carl y yo solo nos dedicamos miradas de dolor debido a la mala mirada de mi padre sobre nosotros.
La desesperación en mi pecho de no tenerlo cerca comenzaba a aumentar pero no me quedaba opción.
Habría que convencerlos de pelear.

TWD-Carl Grimes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora