34. Vivimos un dia mas

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A las afueras de la casa de Washington se encontraba este junto a Mulligan y Lafayette esperando por Alexander.

Luego de que este se fuera ambos muchachos corrieron a avisarle al general, los tres se quedaron horas y horas esperando y rezando porque los dos estuvieran vivos.

En la madrugada, los 999 carros llegaron a New York, uno de los hombres bajó acercándose a Washington y explicándole todo lo que pasó.

Dentro de uno de los carros se encontraba la pareja durmiendo abrazados, Hamilton con la cara hundida en el hombro del mayor, Laurens sosteniendo la herida en un abrazo.

(...)

Sus ojos comenzaron a abrirse débilmente, su cuerpo tembló un poco, haciendo una mueca finalmente su vista se aclaró.

- ¿Esta despertando? - Escuchó un susurro.

- Oh, John estará mas que aliviado.. - Otro susurro pero con acento francés.

- Shh, no lo aturdan - Ordenó en voz baja una tercera persona.

- Eh..? - Alex dirigió su mirar a quienes hablaba. - ¿Herc...? ¿Laff...? ¿Señor..? - En un segundo recordó lo que había pasado hace unas horas. - ¡¡LAURENS!! - Gritó levantándose.

- ¡Alexander! - Washington lo sostuvo. - Relajate, no puedes levantarte hasta que vuelva el doctor -

- ¡P-pero Laurens! -

- ¡Alex, John esta vivo y en perfecta salud! No te preocupes - Declaró Lafayette.

- ¿Donde está? -

- Prometió asistir al funeral del esclavo negro que murió en la balacera, pero volverá pronto, era el que mas preocupado estaba por ti - Explicó Hércules.

El menor suspiró calmándose un poco, bajo la mirada a su pecho y notó que su torso y uno de sus brazos estaban rodeados en vendas.

- Hamilton, tengo que felicitarte - Soltó el general. - Aunque lo que hiciste fue arriesgado y sobre la marcha lo hiciste por honor y dando tu vida por la de otro, eres muy valiente -

- Bueno... no fue solo por el honor.. -

- ¿A qué te refieres? -

- ¡Llegué! - Exclamó el pecoso asomándose a la puerta con una túnica negra.

- ¡¡JOHN!! - Chilló el pelinegro alzando sus brazos como niño pequeño.

- ¡¡ALEXANDER!! ¡¡Estas bien!! - Corrió a abrazarlo.

Sin pensar en el lugar ni la gente unieron sus labios en un beso desesperado.

Washington solo los miraba sin poder creerlo.

Lafayette y Mulligan se miraron de reojo, para luego adoptar un pequeño tono rojo en sus pómulos.

Seguido del beso en la boca, el de risos comenzó a plantar miles de besos en la carita de su amado.

Cuando la sesión de amor termino, ambos voltearon a ver a los demás, cayendo en cuenta de lo que habían hecho.

- Eeemh... - John se tiñó de vergüenza.

- ¿Qué decía de que soy muy valiente, señor? - Hamilton sonrió intentando disimular lo obvio.

Continuara...

"Él es imparable" - Lams (Hamilton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora