Brittany - Parte 1.

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Ha llegado el momento de presentarme. Por ese entonces, yo era una mujer muy prepotente, sabía que con mi pelo rubio y este par de tetas operadas podía manejar a mi antojo a cualquier hombre que se me cruzara por delante.

~*~

En esa época yo vivía en la ciudad, en un barrio de mala muerte en el que cualquier chica alta y guapa puede triunfar, pero a mí no me interesaba tener un novio bien vestido y llevar una vida de pijita, ya no. Yo era muy feliz así, o eso quería hacer ver, aprovechándome de los hombres solitarios que buscaban cariño a cambio de una suma de dinero considerablemente excesiva, pero que todos estaban dispuestos a pagar para pasar un rato con esta diosa.

~*~

Era una noche fría, el cielo estaba nublado y se respiraba un aire muy curioso. La luna estaba llena y el cielo repleto de estrellas, era una noche mágica, una noche en la que los sueños de nuestro Eric y los míos, comenzarían a cumplirse.

Cuándo Eric entró en su coche con la compra, me acerqué a él y le pedí un favor, yo no tenía vehículo para viajar y mi barrio estaba a 17 kilómetros de esa gasolinera.

Estuvimos media hora de camino sin hablar de nada, pero yo no quitaba la mirada de encima a mi peculiar chófer, quería intimidarlo. Eric, que movía la cabeza al ritmo de "Bad Romance", canción de Lady Gaga, que sonaba en la radio, se había percatado de mi mirada e intentaba disimular su incomodidad. Pero yo me tomé libertad para subir el volumen a la radio y lo acompañé cantando la canción mencionada mientras desabrochaba mis llamativas botas altas.

-Britt: Menuda lata me están dando las putas botas.

-Eric (me mira): Echa las botas al asiento de atrás si quieres.

-Britt (lanza una bota por la ventana): El peor error de mi vida fue gastarme 60 pavos en esta puta mierda.

-Eric (flipando en colores): ¡Estás loca! ¿Quieres que paremos y la recuperas?

-Britt: Ni de coña, esa bota a muerto para mí, además tengo en el bolso unas manoletinas súper cómodas.

Eric siguió conduciendo, muy concentrado en la carretera.

Pasados otros diez minutos sin hablar, volví a romper el hielo:

-Britt: ¿Se te ha perdido la sonrisa?

-Eric (se toma unos segundos para responder): ¿Qué has dicho?

-Britt (gesticulando de manera exagerada): Eres muy majo, pero no te he visto sonreír en todo el rato, y me estoy esforzando... ¡Pero es muy difícil! (rie tímidamente)

-Eric (sin mover un solo músculo facial): Definitivamente, estás loca como una cabra.

-Britt: ¿Pero por qué no te ríes?

-Eric: Porque no me haces gracia tía, y punto. Te estoy haciendo un favor, solo eso, no estoy aquí para montar una fiesta.

-Britt: ¿Ah no?... Pensaba que en mi apartamento haríamos una juntos.

-Eric: No voy a ir a tu apartamento.

-Britt (lo mira con ternura y riendo): ¿Ah no? Entonces, ¿a dónde vas?

Lo que me robaste. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora