Page 3

167 29 15
                                    

- Espera, espera, espera -dijo Jung Min- ¿Te encontraste un diario de amor en nuestra nueva casa?

- Tiene lógica ¿no crees? -Hyung Jun miró la pantalla de su celular, su prometido se hallaba cambiándose el uniforme militar por una simple pijama- Osea, es que compramos una casa amueblada, amor.

Jung Min tomó el teléfono del pobre trípode que había improvisado y se sentó en la parte baja de su camarote, mientras inclinaba su cabeza saludando a uno de sus compañeros.

- Tienes razón -hablo el mayor- ¿Lo has leído?

- Si -respondió el menor sirviéndose su té verde.

- Que chismoso -rió Jung Min.

- ¡No es ser chismoso! -Hyung Jun chilló- Lo encontré y pensé que era de nosotros.

- Si, claro.

- ¡Hablo enserio, hyung!

Hyung Jun tomo su té, su celular y apago la luz de la cocina para irse al cuarto a la par que escuchaba a Jung Min hablar sobre el terrible sol que había hecho en la mañana y que seguramente tenía el rostro quemado. El menor se acomodó bien en la cama y mirando a su prometido por la pantalla, echó un suspiro y le hablo.

- ¿Que te parece si en vez de cantarte hoy, te leo una página del libro que encontré?

- Me haría chismoso a mi también -respondió el otro, haciendo una mueca.

- Colgaré entonces, porque voy a leerlo -Hyung Jun avisó.

- ¡Nononono! -Jung Min habló- Léeme entonces eso.

Hyung Jun sonrió orgulloso para luego subir las rodillas y poner su teléfono recostado entre sus muslos, tomó el diario que reposaba en su mesita de noche, luego carraspeó y puso en contexto a su prometido.

- ¿Es la tercera página que lees, entonces? -preguntó el soldado.

- Así es -contestó el menor.

- Bien, te escucho, cielo -Jung Min se acostó poniendo un brazo tras su cabeza.

El más joven volvió a aclarar su garganta, abrió el diario y lo primero que notó fue dibujitos haciéndole fondo al lindo texto, sonrió y leyó en voz alta.

Hola Saengie, espero estés disfrutando de la lectura y te estés hundiendo en nuestros más hermosos recuerdos. Hoy vengo a hablarte acerca de cómo nos empezamos a hablar, a hacernos cercanos sin siquiera notarlo.

Empezaste a frecuentar el bar casi todos los viernes y sábados. Siempre ibas con abrigos lindos y caros. Siempre ibas con una cara larga y amargada; sin embargo siempre sonreías cuando me veías servirte el vodka.

- ¿Estudias? -te pregunté una noche.

- He dejado la universidad -me respondiste y recuerdo perfectamente el gesto que hiciste, te llevaste una mano al cabello despeinado que tenías para luego con tu mano libre agarrar el vaso.

- Estudiar nos ayudará a salir de los huecos de mala racha como éste, ¿sabes?

- Y me lo dice un pobre barman -arqueaste la ceja.

Y me reí, después vi tu hermoso rostro de confusión.

- ¿Qué es tan gracioso? -me preguntaste.

- No soy un pobre barman -te respondí pasando una cerveza por la barra- Aquí donde me vez, con el sueldo que ganó siendo barman, me estoy pagando el último semestre de mi carrera universitaria.

Quedaste mudo y luego echaste una sonrisa y me hiciste una nueva pregunta.

- ¿Que estudias?

- Música, ¿y tú qué estudiabas?

- Diseño de interiores.

- ¿De verdad? -alcé las cejas.

- Si -sonreíste de nuevo.

- Podrías diseñar tu casa.

- Es mi sueño. La diseñaría tal cual como desee mi esposo sin duda -acariciaste el aro del vaso.

- Tranquilo, los sueños se cumplen.

Me miraste y asentiste a la par que extendiste el vaso hacia mi, pidiendo otro trago.

No sabía en ese entonces que yo sería tu esposo. No sabía que te ibas a crear un espacio cómodo, atractivo y cálido para habitar en mi corazón. Me alegra mucho haberte dejado entrar a mi vida, también me alegra mucho compartirla contigo... eres lo mejor que ha llegado a mi.

Sé que soy tu mejor lugar, tú mejor diseño. Déjame decirte que tú, Young Saeng, eres mi mejor lugar y mi mejor melodía.

Que lindo te vez haciéndome la cena y que lindo se ve nuestro tapiz amarillo que me inspira a seguir escribiendo lo nuestro en unas hojas rayadas con lápiz por nuestra hermosa bebé.

- Creo que se refiere a nuestro horrible tapiz amarillo -Jung Min habló cuando Hyung Jun terminó la lectura.

- Y creo que no podré deshacerme de ese tapiz -sonrío viendo a su prometido, Jung Min le devolvió el gesto.

El Diario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora