Jung Min tosió llevándose una mirada triste y preocupada por parte de Hyung Jun, quien se encontraba a su lado secándole el sudor que caía por su frente.
- ¿Estás bien, Min? -el menor sopló la frente de su prometido y éste le respondió con un quejido.
La puerta fue golpeada y seguido de ello, un médico entró arreglando su tapabocas.
- Señor Kim, no puede estar tanto tiempo aquí con el paciente.
- Park -corrigió sutilmente y lo miró- Y respecto a que no puedo estar aquí, doctor, me es imposible irme sabiendo que mi prometido está enfermo.
- Señor K... Park, la influenza es muy contagiosa.
- No me importa en realidad -negó con la cabeza y sujetó la mano de Jung Min- Estaré con él. Déjeme otro rato acá, se lo suplico -hizo ojos de cachorro y un leve puchero. Sabía perfectamente que nadie se resistía a ese rostro.
El médico suspiró y se rascó la frente con un poco de impaciencia.
- Dejaré que se esté aquí una hora más -le dijo- Una enfermera vendrá por usted y así sea a arrastras lo sacará de la habitación, ¿entendido?
Hyung Jun asintió repetidas veces y el doctor salió del lugar dándole una mirada de advertencia. El joven se dio vuelta para ver a su prometido y una vez más le soplo en el rostro.
Se acercó subiéndose el tapabocas y depositó un suave beso en el entrecejo fruncido de Jung Min.- Te pondrás bien, hyung -y le soltó suavemente la mano.
Otro quejido soltó Jung Min y el menor se sentó en un pequeño sillón que había cerca de la camilla, tomó el bolso gastado que siempre llevaba a todos lados y sacó su pasatiempo favorito: El diario de Kim Hyun Joong.
- Te voy a leer un pedacito de esta historia -Hyung Jun abrió la agenda- ¿Te había dicho ya que la señora Kim seguramente es hija de Hyun Joong y Young Saeng?- frunció los labios y dejó caer su vista al texto.
Aunque hubiera querido, no podía irme contigo. Tenía una carrera universitaria por delante y debía ayudar a mi hermano con mamá, que por esas épocas estaba muy enferma; sin embargo yo hice que tu huida fuera perfecta, ¿lo recuerdas?... es estúpido preguntar si lo recuerdas, estoy seguro de que tienes ese acontecimiento tan fresco como una lechuga.
Yo hablé con mi padre y le comenté lo sucedido, por suerte, él no era tan cerrado como tu papá y aceptó tenerte en su casa para cuidarte como si se tratara de mi hermano o de mi. Estuve afuera de tu casa para llevarte a la terminal.
- ¿Listo, Young Saeng-ssi? -pregunté tomando una de tus maletas.
Le echaste una última mirada a la gran casa y luego me miraste con ojos decididos... esos mismos que llevas actualmente.
- Más que nunca -respondiste.
Prácticamente corrimos a tomar un taxi, que de milagro encontramos porque el reloj nos marcaba más de la 1:30 a.m.
- ¿Dejaste la carta despidiéndote? -te mire.
- Si, si -lamiste tus labios- No sé como pagarte esto, sé que es una locura y... siento haberte involucrado, yo...
- Siempre busco que la gente sea feliz, que busque y encuentre su camino tal como yo hice, Saeng, y si está locura es la brecha para tu felicidad y tu camino con eso me sobra y me basta.
Tus ojos brillaron y estoy seguro de algo, y es que, jamás dejaron de brillar para mi desde aquel día.
- G-gracias -tomaste mi diestra y depositaste un cálido beso en el dorso- Eres fantástico.

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El Diario
RomansKim Hyung Jun tuvo la suerte de encontrar un diario, y el privilegio de leer la historia de Kim Hyun Joong y Heo Young Saeng.