"Rojo" Prólogo.

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Carlos.

Toda la pista de baile brillaba con rayos láseres rojos y verdes, que salían de las luces giratorias del techo. Era viernes por la noche y el salón estaba lleno de mis compañeros de secundaria bailando y saltando ante la música palpitante del DJ.
Me acordaban a los pingüinos acurrucados en el frío, solo que estaban borrachos.

- ¿Qué demonios te pasa, Carlos? - Joél gritó a mi oído dándome un amistoso golpe en el brazo -

No paraba de pensar en ella... Mi mente no estaba en aquella fiesta de despedida de mi escuela. Recordar sus mejillas, sus labios rojos, me volvía totalmente loco, me llevaba extasiado en una nube de amor.

Me encogí de hombros ignorando la pregunta de mi querido amigo, e hice un gesto de tranquilidad. No sabía que responderle, me costaba atenderlo.

+ ¡Hey!, ¿Qué sucede? -Reiteró Joél, esta vez con intriga y una dosis de euforia-

- No, no pasa nada tranquilo. -Respondí inhóspito-

La fiesta seguía, mis queridos compañeros disfrutaban a toda costa de aquella significativa fiesta. No paraban de saltar, de bailar y demás. El sudor enternecedor producto de cuantiosa alegría, corría por sus pieles.

Quería entrar, acoplarme al ambiente de la fiesta que significaba mucho para mí. Pero no. Yo sólo estaba al tanto de algún mensaje suyo en mi bandeja de mensajes.

Joél se acerca para ofrecerme un trago, con desatención se lo rechazó. Se sienta a mi lado y me cuestiona:

+ ¡Demonios, hermano! -Exclamó- Tienes que parar de demostrar esta actitud. Todos en la fiesta están intrigados. Sueles ser alegre, divertido. ¿Qué sucede? -Preguntó mientras fruncía el ceño-

- No lo sé, Joél. -Respondí mientras mi mirada se clava en el piso- . ¿Recuerdas de la chica que te hablé hace un par de semanas?

+ ¡Espera, espera! -Interrumpe ceñudamente- ¡¿Me estás diciendo que estás así por una chica?! ¿¡Es en serio?!

Mi mejor amigo enojado, esto se estaba poniendo feo, pero siempre he sido sincero con él:

- Sí, estoy así por ella. La necesito Joél. -Murmuro cabizbajo-

+ Joooder... ¿No es la que vive en el dichoso barrio "Cascada azúl"..

- Salón azúl. -Interrumpo-

+ Bueno, como sea. -Respondió-. ¿La qué me describiste como la octava maravilla del mundo? -Interroga con tono burlesco mientras se lleva la copa a la boca-

- Sí, ella. -Miro al cielo- No sé de ella. Durante el día ha estado inactiva. Estoy muy preocupado.

Cuando recuerdo su celeste mirada, su gloriosa sonrisa, mi mundo entra en un umbral de portentosa añoranza. Y es increíble, hace tiempo que la ví, pero su rostro es como cassete dentro de mí. No lo sé, me atrapó todo de ella, sus labios rojos, sus derretidores labios rojos... Los deseo con bienaventuranza, pero ni siquiera la tengo a ella:

+ ¡Vamos, hermano! -Exclamó Joél- Tranquilo, de seguro estará ocupada en sus quéhaceres diarios, pronto te escribirá. -Agregó con voz de aliento-
Ven, toma algo de alcohol. Aquí vinimos fué a embriagarnos hermano, recuérdalo. -Soltó risas-

Con convicción absoluta, Joél me atrapó y me llevó a beber alcohol. Tenía que despejar mi cargada mente, quería disfrutar de la fiesta. Quería entrar en ambiente. Con mis más grandes amigos.
Sólo deseo que mi querida Lucía, esté bien. No sabría que sería de mí si le sucede algo...

+ ¡Mierda, Carlos! Ya, vamos. -Exclamó mi subconsciente-

Todo lucía de perlas. Entre saltos, demasiado licor, mi mente se iba acoplando poco a poco. Tenía que ser el Carlos que todos conocían:

- ¿Por qué tan extraviado? -Preguntó una voz detrás de mí-

Era Sophie, mi aventura de primaria:

+ No, todo está bien, tranquila. -Respondo con demasiado mareo-

Mi mundo me daba vueltas. El alcohol estaba haciendo su trabajo, empiezo a caer inconsciente a sus garras.
Entre gente y gente, mi mente trabajaba muy fuerte. La intrépida pero placentera presencia de aquella significativa chica, no podía hacer falta.
Cuando eso pasa, algo cambia en mi entorno, algo se quiebra y empiezo a alucinar de manera indiscreta.

- ¡Lucía, Lucía! -Grito sin motivo, mientras corro hacía el gentío-

Voy camino hacia una chica que estaba de espaldas, mi corazón comenzó a acelerarse mientras casi tropiezo del horrible mareo.

- ¡Hola, Lucía! -Exclamo a los oídos de aquella chica cabello largo y brillante-

La chica gira su cabeza y me arroja una mirada desconocida.
No, ella no es mi Lucía.

+ ¿Qué demonios te ocurre, Hermano? -Siento un empujón fuerte a mi costado que me hace caer- ¡Consigue la tuya y vete a la mierda! -Exclamó aquella voz varonil-

Sentía la mirada de muchos en aquél salón. Varios compañeros me miraban con vergüenza. Otros me ayudaron a levantar.

Salgo corriendo repleto de vergüenza mientras caen lágrimas de absoluta desgracia. ¡¿Qué hice?! ¡¿Qué demonios he hecho?!. Mi mente interpretó a mi frustrado amor en otro cuerpo. Y jamás he podido controlar eso. Todo me hace verla a ella. Todo.

Lucía.

Mis sueños locos, me han hecho incomodar ésta noche, sueños extravagantes que no sabría cómo caracterizarlos, ¿Pesadilla o augurio? No lo sé. Creo que algo está entrando mucho a mi mente desde que comencé a hablar con Carlos, un chico bueno, simpático, noble y misterioso.
Sólo deseo caminar hacia unos buenos caminos, mi alma ha tropezado mucho y eso es antagónico en mi presente cotidianidad.
Quisiera caminar hacia algún paraíso que me hagan de aquella tormenta, una bonita primavera.

No sé dónde se encuentra Carlos, su último mensaje de texto fué "Iré a una fiesta, te escribo luego, Luz.". Si se encuentra en aquella fiesta, creo que ha tardado mucho en escribirme, espero que lo haga muy pronto. En mis sueños sólo deseo ser una chica como las demás, agradable, bonita, definida, voluptuosa, creo que sería plusvalía para sentirme bien conmigo misma. Mientras tanto, mirarme al espejo será una ofensa.

TÚ ERES MI DEVOCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora