Carlos.
Salimos a pasos ligeros de aquel centro comercial, era tarde-noche, el sol se estaba escondiendo de aquellos poderosos rayos de la luna. Lucía se compró algunos útiles, un par de cuadernos, unos plumones muy cursis, y alguna que otra cosilla. Ella es muy creativa y organizada, todo lo que compra es típico de persona ordinaria.
Me duele la cabeza de una manera horrida, pero trato de ser lo más normal posible delante de Lucía. Me siento agotadísimo de repente, no entiendo porqué, no soy de cansarme tan rápido. Luego de lo que pasó ahorita en aquella plaza, tal vez me causó efectos neuronales o no sé qué putada sucede. Siento los anormales tics en la cabeza, que desde hace rato me han venido jodiendo, pero no les presto absoluta atención. Aunque no dejan de parecerme extracurriculares.Bajamos las escaleras, y a pesar de mi estado físico un poco extraño, me siento bien de estar con Lucía, ella me trae paz. Luego de lo que sucedió, sus labios serán mi recordatorio más placentero. Pero en todo el camino hasta Albacete, he venido pensando el porqué su intento de rechazo. No quiero eso. Pero tampoco la puedo obligar a que le agrade lo que sucedió. Tal vez se sintió irrespetada o algo común, aunque no fué mi intención. Algo indescriptible nos atrajo, poco a poco nuestros labios se fueron atrayendo, como si una ley de la magnética estuvieran cumpliendo. No lo sé, pero no era mi intención besarla en ese instante.
La miro de reojo mientras salimos con un par de bolsas plásticas. No puedo dejar de admirarla, ese disimulado rechazo, me dolió pero la intensidad de este fuego, no cesa. Me gusta, me gusta demasiado esta chica, o no sé si esa sea la palabra exacta.
+ ¿Dónde cogemos el metro, Carlitos? -Me pregunta mientras se gira a mirarme-.
Yo bajo el último escalón, miro alrededor de la avenida, y respondo:
- Donde nos bajamos, en la otra calle Luz. Pero podemos irnos en Taxi. Esta hora es pico, y ese metro estarán que explotan de tanta gente.
Ella me voltea, mira hacia la avenida con curiosidad.
+ Sí, si, está bien. Para no ir de pié. -Responde sonriendo-.
Sonrió apreciando son sonrojo su hermosa sonrisa y digo:
- Exacto, tienes razón. Además ya estoy como agotado.
Ella sonríe, me vuelve a mirar y agrega:
+ Sí, y estás como pálido Carlitos.
Me avergüenza un poco escuchar eso de su parte.
- Hmm, que raro. -Digo sonriendo-. Por comida no es, comimos algo hace poco cuando llegamos.
Lucía asiente y susurra algo ininteligible.
- Vamos a buscar un taxi, Luz. -Comento, caminando hacia la orilla de la avenida-.
Pensando en lo que me dijo Lucía, me preocupa un poco. Siento un dolor de cabeza terrible, y ahora ella me dice que estoy pálido. Joder.
Lucía me sigue el paso, se coloca a mi lado y dice:
+ ¿Te bajarás en Almansa, Carlitos?
Yo aún intrigado en lo que me pasa, no respondo de inmediato. Pasan un par de segundos y reacciono.
- Hmm no, ni loco te dejo que te vayas sola en un taxi hasta Salón Azul. -Respondo sonriendo-.
Ella se ríe, y su sonrisa no deja de flecharme.
+ Pero me dijiste ahora mismo que estabas agotado, deberías irte a casa a descansar Carlitos, ¿No crees? -Me pregunta mirándome curiosa-.
A veces no puedo sostener la mirada cuando me mira, me pone muy nervioso y tímido. Y aunque me esté cayendo de lo extenuado que estoy, con este dolor de cabeza demasiado enternecedor, no quiero que Lucía vaya sola a su casa. Me causa temor, y más en una ciudad tan peligrosa como Albacete.
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TÚ ERES MI DEVOCIÓN
Teen FictionDicciones de un «amor no correspondido pero infinito». La historia que están punto de leer, cuenta el crudo camino repleto de un amor silencioso entre Carlos y Lucía. Su día a día es significado de predilección y su amor sinónimo de estigmas. Su lar...