"A centímetros de tí"

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Carlos.

Se asoma el sol, mi peor enemigo. Debería poner en mi ventana aquellos pliegos color negro que usan los autos para que los rayos del sol no penetren. Desconozco o no recuerdo su nombre en mi somnolencia.

Mi día a pesar de su presencia en mi mente, se torna insostenible cuando esos rayos de luz tocan con intensidad mis ojos, invaden mi sueño y lo interrumpen. Odio el sol que se cuela en mi habitación, pero amo que desemboca en una playa, que ironía.

Me levanto de mi cama con demasiada pereza, me siento sobre mi cama, levanto mi vista y a primer plano veo mi cartón de bachiller, junto con un reconocimiento por un buen desempeño académico. Ya han pasado dos meses desde que salí de la escuela secundaria, hace dos meses no siento ese entorno social y agradable que sentía allí, hace dos meses no veo a mis más grandes amigos, hace dos meses mi vida se ha tornado coja y adormecedora.

Mis días eran rellenados de mucha alegría por ese derroche de emociones felices que irradiaba mi aula.
Si tenía un añejo día de demasiado desequilibrio, encontraba refugio emocional bajo muchas risas que me contagiaban aquellos dementes y alegres chicos.
Y así sucedía con cualquiera que llegaba mal y depresivo, su día se tornaba alegre por aquellos dones que teníamos cada uno de nosotros, o se le llamaría «buena vibra», no lo sé.

Regocijar mi mente en recuerdos, me traería mucha melancolía. Debía reaccionar y calmar un poco mi añoranza.

Levanto mi cuerpo de mi morada, y mientras entro en el plano terrenal, siento un fuerte dolor de cabeza de repente. Y es que lo entiendo, últimamente no he dormido bien, mis sueños son demasiado cortos y tampoco ayuda mucho el acostarme a las dos de la madrugada. Soy un desquiciado, pero esa es mi hora de conciliar el sueño.

Agarro mi teléfono y de inmediato entro al chat de Lucía. Han transcurrido dos meses y aún siento encendida esa llama que perpleja mi mente y corazón, sin embargo siempre seré su buen amigo, es su decisión.
Veo que dejó un par de mensajes de voz, los escucharé:

Mi corazón sufre una aceleración repentina, comencé a sentirme nervioso y demás. Ya me he acostumbrado a esas emociones siempre que leo o escucho algo que tenga que ver con ella:

+ Hola Carlos, buen día! Quería saber que harías hoy, necesito hacer unas cositas en Albacete sobre la universidad y eso, a ver si me podías acompañar.

Mi mente entró en un trance de emociones, por un lado sentía una intensa llama de fuego que como humo salía abundante felicidad, y por el otro lado una controversia de nerviosismo y absoluta timidez. Albacete es una pequeña ciudad bastante cerca a "Vereda Azúl" yo le digo y se le conoce como "Salón azúl", el pueblo donde vive Lucía.

No sabía que responderle, con el corazón latiendo a millares de kilómetros por hora, y hasta casi temblando escucho en el siguiente audio:

+ Claro, si puedes, tranquilo.

Miro el teléfono, estoy en un shock grandísimo. No sé que responderle a la invitación de mi buen e imposible amor. Es obvio que no voy a rechazarla, pero éste nerviosismo no me da palabras para responder.

Me levanto de la cama luego de sentarme de nuevo a escuchar aquella dulce voz de mi querida Lucía.
Camino y camino alrededor de mi habitación con síntomas de ansiedad, me asomo a la ventana mientras muerdo mis uñas, y de repente siento una subida de emociones:

- ¡AHHHHHHHHHH! -Exclamo casi gritando mientras salto-.

Agarro mi teléfono, y pienso que como aceptar la invitación de mi gran amor.
O sea, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que la ví, creo que en año nuevo y sólo para darle un enorme abrazo, mientras me derretía por quedarme con ella, pero estaba con su familia.

TÚ ERES MI DEVOCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora