"Mi luz"

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Carlos.

Su voz era mi felicidad, su presencia mi vida:

+ Ya toca bajarnos aquí. -Comentó Lucía mientras se levantaba-

- ¿Si? Asomo mi cabeza por la ventana, identificando el lugar. ¿Estas segura que es aquí?

Baja su cabeza, se asoma y reitera:

+ Sí, es aquí. Tenemos que bajar.

Levanta su torso nuevamente y me toca con las rodillas intuyendo que me levantara. Miro las calles con sigilo y sosegado comento:

- No creo que sea aquí, Lucía.

Levanta mi cabeza con brusquedad, y exclama con tono burlesco:

+ ¡Demonios, Carlos! ¡Levántate! ¡Nos estamos alejando!

Suelto diversas risas y me levanto. Me salgo del asiento de aquel largo metro. Lucía me sigue y esperamos que se detenga en la próxima parada.
Mi corazón aún no puede tranquilizarse ante la presencia de mi gran amor. Por ende busco conversación para que moldee algunas emociones, no puedo estar en silencio, me incómoda, no lo sé:

- Lucía, nos perderemos, lo presiento. -Agrego riéndome-

+ ¡Que no joder! -Exclama sonriendose-. Estamos bien.

El metro se detiene, y me bajo yo primero. Le extiendo la mano para que se sostenga al bajar y no tropiece con el andén de la carretera. Se baja y comenta:

+ Que caballero, gracias Carlos.

Sonrío con timidez y giro mi cabeza buscando la universidad. Ella también hace lo mismo.

- ¿Hacía dónde caminamos? -Pregunto con curiosidad-

Frunce el ceño y responde:

+ Hmm, creo que tenemos que caminar  unas calles hacía abajo.

La veía dudosa, sabía que no estaba segura si esta era la dirección exacta.
Sin embargo, trato de ser formal y seguirla:

- Vale, bajemos.

Doy unos pasos adelante y ella exclama:

+ ¡No, no! ¡Detente!. Creo que tenemos que subir unas calles.

La miro sonriendo y con mirada de intriga, se ríe y agrega:

+ Es que por aquí me explicaron mis padres, estoy segura de que es por aquí. Subamos.

Da unos pasos hacía delante, deja que pase un auto y cruza la carretera. Yo la sigo con pasos rápidos.

Caminamos la avenida y mientras hablamos, no puedo dejar de mirarla, trato de disimular que la estoy escuchando. Asiento a todo lo que argumenta, pero mi mente no está en la conversación. Mis ojos enfocan lo brillante y hermoso que son sus ojos, iluminan mi alma. Como dos estrellas en un mismo aposento, irradiando armonía, luz y dulzura. Su rostro me hace recordar aquellas tormentosas noches cuando su álbum era mi regocijo de dolor, pero ahora sólo siento como un placer único al admirarlo. Nunca estaré equivocado, dentro de ella hay algo inexplicable, que sólo sus ojos son capaces de irradiar. Mis oídos oyen sus palabras, pero mi cuerpo y alma se deleitan en tan hermosa certidumbre que solo su presencia causa en mí:

+ Y así fué, o a menos para mí, ¿Tú qué piensas?

Mi mente recepta una pregunta de una dulce voz que viene de lejos, pero esta no la atiende. En un río de hermosas y bienaventuradas imaginaciones, se baña. Estoy totalmente concentrado en ella, en sus ojos, en descifrar no sé cómo, eso tan bonito que esconde y que me enloquece:

TÚ ERES MI DEVOCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora