Carlos.
El sol cálido y sus radiantes rayos, atraviesan el aféizar de mi ventana. Trato de abrir los ojos con delicadeza, tengo muchas lagañas. Achino mis ojos y siento un terrible dolor de cabeza y en pos a éste poderoso sol, no es tan buena la ayuda.
Mi cabeza está en la nada misma, no la siento. Siento el cuerpo totalmente cansado, como si fuera corrido millares de kilómetros. Trato de buscar mi teléfono, pero a primera vista; no lo veo ni lo siento cerca. No quiero abrir mis ojos tanto, esos venenosos rayos del sol, son como ácido para estos. Intento ver el reloj que está colgado en mi habitación:
- ¡Ashh, Mierda! -Exclamo apretando mis ojos-
Lo sabía, ¡esos rayos son ácido joder!.
Intento buscar mi teléfono con detalle, pero no, intento fallido.- ¿Dónde carajos esta ese teléfono? -Le pregunto a los fantasmas de mi habitación-
No había nadie hasta unos segundos:+ ¡Buenos días, hijo! -Exclamó una voz intrigada- Era mi madre.
- Hola mamá. -Respondo con perezosa voz-
+ ¿Cómo amanecis...?
- Mami, disculpa, ¿Puedes cerrar las cortinas de la ventana? -Pregunto favorablemente interrumpiendóla-
Ella procede a cerrarle las puertas a esos rayos, que se estaban convirtiendo en mi peor y más odiado enemigo.
Abro mis ojos con tranquilidad y estiró mi cuerpo liberando ataduras. Pero sentía retorcijones por todas partes.
Miro a mi mamá y sus ojos me arrojan una mirada solemne.- Amanecí cansado, mamá. -Respondo intentando levantar mi cuerpo-.
Y con un dolor de cabeza insoportable. -Agrego-+ ¿Cómo no, hijo? -Interroga con rigor-
La miro con curiosidad, su rostro no expresaba calma. Algo en mi somnolencia me decía que estaba preocupado por algo:
- ¿Cómo así, mami?, ¿Ocurrió algo ayer? -Interrogo desconcertado-
En ése mismo instante, mi introvertida y nerviosa mente intenta viajar en un barco al pasado y ¿Qué sucedió ayer? Era la interrogante capitana. Pero me hacía navegar en un mar de ignorancia absoluta.
No recuerdo casi nada. Sólo que llegamos, me puse a bailar y ya, poco más. Bueno también estoy conciente que bebí mucho alcohol... ¿Será que me embriagué e hice un desastre? ¡No! No me respondas impía mente, gracias.
Lucía, lucía... Susurraba mi subconsciencia:- ¡Lucía, mami!. -Exclamé desesperado-
Necesito mi teléfono.Intento levantarme aún con el cuerpo extenuado y fatigado, al parecer; efecto de mi contingente noche. No puedo, mis piernas están totalmente sin fuerzas, no me responden. Y cuando intento levantar mi cuerpo, un estruendo entre mis nervios cerebrales me atacan.
Mi madre interviene, me sostiene y me sienta nuevamente:+ Tranquilo, ahora te levantas con cuidado. -Murmura-.
Se para en frente de mí, me levanta la cara, busca mi mirada y agrega ceñudamente:
+ Y precisamente de esa chica tenemos que hablar Carlos. -Comenta con tono fuerte-. Pero antes, sal a ducharte y a desayunar.
¿Qué está sucediendo? Mi madre no sabía nada de ella aún. Esa y mil preguntas se generaron en mi mente. ¡La cabeza me iba a estallar!
Me levanto de la cama con delicadeza. Me intento poner de pié, y lo logro. Mis piernas no se flexionan bien. Siento un dolor en mi barriga.
- ¡Oh! -Salgo corriendo aún reventado-
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TÚ ERES MI DEVOCIÓN
Teen FictionDicciones de un «amor no correspondido pero infinito». La historia que están punto de leer, cuenta el crudo camino repleto de un amor silencioso entre Carlos y Lucía. Su día a día es significado de predilección y su amor sinónimo de estigmas. Su lar...