"En la eternidad" Capítulo extra.

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Lucía.

Nota de autor: A partir de los párrafos a continuación, se concluye el maravilloso, trágico y etéreo camino de estas dos almas, que aunque la correspondencia en esta vida sea inconclusa, hasta ahora, su afinidad los mantendrá juntos en la eternidad. Quiero dar las gracias a las personas que han llegado hasta éste capítulo extra, que en realidad, sólo es continuación del capítulo final. Lo que sucede en los siguientes párrafos da final a esta novela. De parte de un joven escritor, Carlos Mario Carreño Rada, espero y hayan disfrutado de esta espléndida obra.

Ya han pasado algunos meses desde que Carlos se fué, exactamente dos. No sé cómo sentirme, me han llamado varias veces de la universidad para saber porque no he ido, si seguiré o congelaré mi semestre. Pero lo más probable es que lo congele ya que no tengo tiempo de ponerme al día.

Mis dias se han vuelto más grises, y no encuentro motivo alguno para levantarme de la cama, aunque mi mascota intente alentarme no puedo, no siento fuerzas. Lo único que tengo junto a mí, es la dulce y apacible presencia de Carlos en mi mente. Ésta me calma, me da un elixir de esperanzas, de paz. Pero mi antagónico inconformismo en querer tenerlo físicamente, por su partida, golpea gran parte de mi corazón.

Mi madre habla diariamente conmigo, pero, lo único que sé es llorar, veo la ultima conversación que tuve con Carlos, mi sublime amor, veo aquellas fotos que quedaron en un antaño conmovedor, y me trae de todo, menos tranquilidad. Sus labios quedaron encadenados en mí, sus palabras, sus abrazos, cada detalle que tuvo conmigo, todo, absolutamente todo, me hace ahogarme del dolor. Aún no entiendo como pasó todo, la realidad me abrumó tan rápido y tan fuerte, joder.

Mi madre me veía sumergida en una gran y profunda depresión, así que decidió llamar a uno de mis amigos, Albert. Escucho detrás de las paredes el altavoz de la conversación.

+ Albert, hola, ¿Como estás?, soy la mamá de Lucía.

+ Hola señora, estoy muy bien ¿Y usted? ¿Le sucedió algo a Lucia?

+ Muy bien. Necesito que vengas a la casa, la niña te necesita.

+ Está bien, no se preocupe. Me vestiré y voy.

+ Te espero.

Al parecer Albert viene y su compañía será ánimos, lo presiento.

Siento pasos son sigilo en la sala de estar, es Albert o eso creo.

Entra a mi humilde morada, es de mis amigos más íntimos y tenía tiempo que no hablábamos, ya que desde aquél deceso de mi hermoso amor no he podido reconfortarme anímicamente.

Albert siempre ha sido de las personas que contagia alegría y nunca lo he visto llorar, le encantan las fotos y cocinar, aunque no sea tan bueno. Sus pasos hacen sonar las baldosas, siento desde mi habitación como se aproxima a saludar a mi madre.

El silencio y las ganas de no querer saber nada de nadie, intentó apoderarse rotundamente de mi ambiente pero mi buen amigo, lo rompe cuando lo escucho proferir con emoción y pasos firmes en el corredor hacia mi habitación:

+ ¡Buenassss!

Es una vergüenza que me encuentre tan destruida, pero mis ánimos los veo enterrados en un suelo de duro concreto emocional. Luego de aquél sueño tan satisfactorio y a la vez tan intrigante, intento despejar mi mente de aquél deseo que su cuerpo dejó en mi piel. Sólo quiero saber
¿Cómo pudo ser tan real ese sueño? Recuerdo que al despertar, mi cuerpo aún sentía aquél éxtasis de placer que en ningún momento había sentido. Sus besos encadenados aún con los míos, es algo maravilloso pero no sabría cómo explicarlo. Sólo necesito despejar mi mente.

TÚ ERES MI DEVOCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora