Escisión.

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Carlos.

El aroma sutil de su cuerpo me hacía acurrucarme. Sus labios nunca los caracterizaría como unos simples labios, sus labios son una cascada suave y dulce, un suplicio de poderosas ataduras, que en mi interior causa revuelo. Sentir como deja caer su alma sobre la mía, no hace más que estremecer mi cuerpo. Siempre he soñado con sentir su pasión derramándose sobre mis labios, mi corazón a años luz, me hace sentir una opresión de emoción y nerviosismo a la vez. Pero aquí está, aquellos labios rojos que mi alma ha deseado más que nada, se conjugan apasionadamente con los míos sin compasión alguna. Puedo sentir su corazón cabalgar sobre mi pecho, mis manos sobre su espalda, sus manos en mi rostro acariciándome. ¿Es esto un sueño?, ¿Acaso mi imaginación me esta jugando una mala pasada nuevamente?. Siento como si este momento me llevara fuera y lejos de esta realidad, mi mente y mi conciencia están extraviada en aquella dimensión utópica, aquel mundo de fantasías imaginadas, donde mi imaginación es la clave de acceso y ella, mi más bonito amor, la Diosa de aquél firmamento. Mis ojos cerrados, mis oídos ensordecidos, su exhalar rebota sobre mi mejilla, en mi gusto solo siento sus dulces labios, y mi tacto, roza con extremo cuidado su sutil morada.
Puedo vociferar a los cuatro vientos, que desearía perderme en esta droga, droga la cuál sus labios son el químico principal. Mis emociones resuenan y resuenan por todo mi cuerpo, y en consecuencia; ya hemos cruzado los límites hormonales. Sus labios son mi heroína, pero no estoy seguro de lo puede suceder.

+ Espera. -Dice-.

Su rostro se aleja suavemente, y su mirada se extravía.

+ No debí hacer esto, lo siento de verdad.

Su movimiento brusco al alejarse, me hace sentir incómodo.

- Te entiendo, no te preocupes. Nos dejamos llevar siempre. -Comento sentando mi cuerpo sobre el sofá-.

+ Carlos, esto que hacemos no tiene que seguir pasando. De verdad.

Su voz arrepentida me frustra, me trae una suave melancolía.

- Yo nunca te he obligado, Luz. Lo sabes.

+ ¡Sí, lo sé, pero no volverá a pasar más! -Exclama levantando su voz a un tono casi eufórico-.

Inclinó mi cuerpo, mi mirada se clava en el piso, mis codos se posan sobre mis piernas. La frustración me quiere invadir, y los dardos de insuficiencia quieren rodar por mis pensamientos. Me duele escuchar palabras llenas de euforia y arrepentimiento de parte de Luz, mi buen amor. El momento que vivimos siempre que nuestras almas se juntan, es único.. pero al parecer ella aún no lo nota. O tal vez soy el único estúpido que lo siente.

- Tranquila, no volverá a pasar. Te lo prometo. -Le digo con voz melancólica y con mi mirada perdida en el suelo-.

De reojo veo que sus ojos me miran. Se acerca un poco, su mano se posa en mi espalda inclinada, expresando lástima.. y es lo que menos quise.

+ Carlos, yo te comprendo.. sé que lo que sientes por mí, es algo enorme y bonito, porque lo he llegado a sentir, pero..

Levanto mi voz, interrumpiendo y no estando tan de acuerdo con sus palabras de lástima que penetran y hieren mi corazón. Estoy logrando lo que menos quise.

- Pero nada, Luz. Yo te he demostrado todo mi amor, todo. Todo lo que mi corazón siente, ha desembocado en tu nombre. En mis más hermosos sentimientos, ahí estás tú. ¿De qué te dejas llevar?, tus besos dicen que tú sí me quieres pero tus palabras me dicen que no. Créeme que no lo entiendo.

TÚ ERES MI DEVOCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora