Capítulo 9: Sueños

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Narra Rubius

Después de que Vegetita decidiera quedarse a dormir en mi casa y verlo tan nervioso y sonrojado al decirme que se quedaría me hizo sentir muy feliz, aún no entiendo por qué, pero verlo así me hizo sonreír. Le enseñe a hacer la manilla y me la puso en mi mano izquierda, tenerla en mi mano me puso a sonreír como un tonto, el tener algo igual hecho por el otro era cursi, pero me hacía feliz. 

Apoyé mi cabeza sobre la suya y pude sentir cómo Vegetta se quedaba dormido, traté de despertarlo diciendo bajito su nombre, pero de seguro que estaba cansado, así que lo levanté del sillón cargándolo como a una princesa. Probablemente si hubiera estado despierto se hubiera quejado, pero por suerte estaba profundamente dormido. Lo llevé a mi cuarto y lo dejé con cuidado sobre mi cama, decidí dejarlo como estaba vestido para no despertarlo. Le quité las botas que llevaba y lo tapé con la cama. Tomé una de las mantas que tenía sobre la cama y me fui de vuelta a la sala.

Yo también debía dormir, me froté los ojos y noté nuevamente la manilla que hizo Vegetta para mi... "¿Es tan especial como la de ella?" escuché en mi cabeza, no otra vez... Después de lo que pasó con Nieves a veces sentía como si existiera otra persona más en mi cabeza, pero había leído sobre eso, es solo la voz del inconsciente o como se le llame. 

Mi cabeza se llenaba de recuerdos sobre Nieves y el día en que me enseñó a hacerlas e intercambiamos las pulseras. Dolía mucho pensar en Nieves. Pensé que dormir era la mejor solución para apartar todos estos pensamientos así que me acosté en el sillón y descubrí que tomé la manta que usaba para tapar al pequeño Coringa. 

"De verdad dos de IQ macho", me dije a mi mismo, resignado porque no volvería a mi cuarto ya que quizá despertaba a Vegetita, solo me tapé un poco mis pies y abrazándome fuerte me quedé dormido. 

Abrí mis ojos lentamente y pude ver como unos ojos celestes me observaban, poco a poco pude reconocer de quién eran esos ojos. 

Rubius: ¿Nieves?

Nieves: Hola Ruben, al fin despiertas, dijiste que me prestarías atención para hacer las manillas, pero te quedaste dormido, dijo haciendo un puchero.

Me senté acercándome a su lado, de pronto lo recordé había salido con Nieves al bosque porque me prometió que haríamos algo especial.

Rubius: Si es cierto, lo siento, estaba algo cansado, pero con ese pequeño descanso estoy listo para aprender de la experta, dije bromeando.

Nieves se rió y sacó 6 hilos de una cajita que tenía en su bolso. Me dio tres de ellos uno blanco, otro celeste y uno verde y ella tomó otros tres de los mismos colores. Me enseñó paso a paso cómo ir entrelazando los hilos para hacer una pequeña manilla. En el proceso le pregunté por qué había elegido esos colores "Son nuestros colores" me dijo y luego me explicó que había elegido los colores celeste y verde por los colores de nuestros ojos y que el blanco por el lugar en el que nos conocimos, un lugar con mucha nieve. Nos tomó mucho tiempo hacerla, pero al terminarlas estábamos muy contentos con los resultados, ella tomó mi mano y ató en mi mano derecha la manilla que hizo, yo imité su acción y até la mía a su mano izquierda. Sonreímos al tenerlas y nos despedimos porque ya era tarde y debíamos volver a casa. Llegué a casa y subí a mi habitación muy feliz. Me acosté y me quedé dormido. 

De pronto estaba en otro lugar, estaba echado en el regazo de Nieves quien acariciaba lentamente mi cabello, estábamos en lo alto de una montaña y estaba por atardecer. Era el momento perfecto, lo recordé, quería declararme a Nieves, así que lentamente me acomodé sentándome a su lado mirando hacia el atardecer.

Rubius: Nieves..., dije notando un leve sonrojo en mi rostro.

Nieves: Rubén, dijo riendo.

Rubius: Sé que solo han pasado tres meses desde que somos amigos, pero me gustas mucho... y yo... quería saber si quieres ser mi novia, dije nervioso.

Mi alfa es un tontito// RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora