Capítulo 26: Consejos

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Narra Vegetta:

Mónica abrazaba a Rubius y él le devolvía el abrazo, el ver eso me dejó en shock y lo único que pude hacer en ese momento fue esconderme, me puse detrás del carruaje y traté de procesar lo qué acababa de ver... ¿esos dos se conocían? claro que sí, era obvio... ella lo llamó por su nombre, no había duda... quizá fuera con acento, pero claramente oí un "Rubén"... ¿eran tan cercanos para que él le dijera su nombre? De pronto un nombre apareció en mi mente: Nieves... ¿podría ser que ella fuera esa chica? Si Rubius cambió su nombre ella quizá también lo hizo... ¿era eso acaso?

Llevé mi mano derecha hacia mi cabeza en un intento de detener mis pensamientos, pero en ese momento pude ver la pulsera que Rubius me puso y un recuerdo llegó a mí: el día en que me enseñó a hacer la pulsera...  había una pulsera en su cofre junto a los hilos y era de colores verde y celeste... ojos celestes... cerré los ojos por unos segundos y pensé en Mónica, ella tenía ojos celestes... su niña... ¿es ella verdad?

Un suspiro salió de mí y sentí unas profundas ganas de llorar, no había nada que pudiera hacer, después de todo, Rubius siempre la llama en sueños... a Nieves, a su niña. El solo pensarlo iba rompiéndome por dentro. No quería seguir ahí, ya había terminando de reparar el carruaje así que solo tenía que avisar a Elías y podría irme a casa. Limpié una lágrima que amenazaba con salir de mis ojos y respiré lentamente para reprimir esas ganas de romper en llanto en ese mismo instante. 

Miré de reojo al lugar en el que antes habían estado Mónica y Rubius, pero ellos ya se habían ido, claro... de seguro tienen mucho de lo que hablar... Salí de mi escondite, guarde algunas cosas que tenía por el piso y me dirigí al puesto de Elías y el resto, al llegar me acerqué directamente a él y le avisé sobre el carruaje, no le presté mucha atención a lo que me dijo y simplemente me fui a casa, mi mente no procesaba nada de lo que pasaba a mi alrededor, lo único que quería era llegar a mi hogar y poder desahogarme.

No sé en qué momento llegué a casa o cuándo entré en mi habitación, solo sabía que una vez en mi cuarto mis fuerzas me fallaron y empecé a derramar todas las lágrimas que estaba reprimiendo, trataba de pararlas frotando mis ojos, pero nada funcionaba. Dolía mucho...

Las palabras de Luzu resonaron en mi cabeza "te dijo si su pareja podía ser un héroe de Karmaland" ¿perdí mi oportunidad? quizá ese día de pesca la tuve y no la aproveché ¿ahora tendría alguna posibilidad con ella aquí? él siempre la llama en sueños... quiere abrazarla... que no lo deje de nuevo... ahora que ella está aquí ¿se quedará con ella? o es que... ¿se irá con ella? Mónica no estaba a favor de quedarse aquí... ¿acaso se irá?... ya ni siquiera podré pasar tiempo con él... 

Mis pensamientos solo empeoraban mi llanto, ¿en qué momento me llegué a enamorar tanto de él? ¿qué debo hacer ahora con todos estos sentimientos que solo oprimen mi pecho? Reuní todas mis fuerzas y entré a la ducha, quizá un poco de agua calmara un poco mis sentidos o los adormeciera un rato, salí de la ducha y después de ponerme algo cómodo fui a acostarme en mi cama, realmente no tenía ni ganas de hacer nada más hoy así que solo intentaría dormir para calmar un poco todo lo que siento. 

Estando en mi cama seguí llorando un rato hasta que me quedé dormido, lo que me despertó fue el sonido de mi celular que quedó tirado en el piso de mi cuarto. Revisé el celular y este tenía dos llamadas perdidas de Rubius y volvía a sonar para su tercera llamada, di un suspiro y contesté su llamada.

Vegetta: Hola Rubius... dime ¿qué pasa?

Rubius: Vegetita, dijo nervioso, quiero hablar contigo... y traje comida...

Vegetta: ¿Traje?, dije extrañado parándome del suelo, ¿dónde estás?

Rubius: En tu puerta de casa, espero que no hayas comido todavía.

Mi alfa es un tontito// RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora