Mi alfa es un tontito// Rubegetta

Capítulo 10: Menta

Narra Vegetta

Sentía que estaba en un lugar muy fresco y relajante podía sentir un leve olor a menta que inundaba mis sentidos. Poco a poco empecé a sentir algo que me rodeaba, abrí lentamente mis ojos y pude ver una sudadera blanca, miré hacia arriba y pude ver el rostro de Rubius quien dormía tranquilamente. Quise levantarme, pero noté que me abrazaba y aunque traté de apartar sus brazos, solo me atrajo mucho más hacia él. 

El que me estuviera abrazando me ponía muy nervioso, podía sentir cómo un leve sonrojo aparecía en mi rostro, pero se sentía... muy bien... Un momento ¿me gustaba esto?, en qué narices estaba pensando. Lo llamé varias veces hasta que logró despertar.

Vegetta: Rubius... al fin despiertas macho, podrías... apartar tus brazos que quiero levantarme.

Rubius: ¿Qué?, dijo somnoliento y luego al verme muy cerca suyo me soltó, ¡perdón Vege! de seguro que me moví mientras dormía... 

Después de que me soltara me senté en el borde de la cama y le dije que no había problema, por alguna razón el que me soltara tan pronto hizo que sintiera como un vacío en mi corazón. Él salió del cuarto para ir al baño y me quedé solo en su cuarto. Lo empecé a observar, no era la primera vez que estaba en su cuarto, había entrado varias veces ya, pero nunca lo había examinado a fondo.

Su cuarto era bastante amplio pintado de color blanco, tenía dos armarios y varios cofres, una ventanas con cortinas verdes oscuras, un escritorio de madera con un ordenador (ilegalísimo por cierto) y un par de cofres de código al lado, una mesita de noche y una cama matrimonial ¿por qué tenía una cama tan grande si vive solo?, ¿será que vivía con alguien más?, ¿alguien más durmió con él en su cama?, ¿por qué esto me molestaba tanto? acaso... ¿estoy celoso?

Las preguntas empezaron a llenar mi cabeza así que me volví a echar sobre la cama y tomé una de las almohadas; tenía muchas ganas de gritar de frustración, pero si Rubius me oía quizá se asustaría; agarré una y la lleve a mi cara y pude sentir claramente el aroma de la menta. 

Rubius: Vegetta, ¿estás bien?

Solté la almohada al escuchar su voz, dije un ¡Sí! y me paré de golpe de la cama. Al hacerlo me provoqué un mareo, Rubius se dio cuenta y me sostuvo para que no me cayera, al hacerlo volví a sentir ese leve olor a menta.

Rubius: ¿Quieres que te traiga agua? ¿una pastilla? ¿una poción?, dijo preocupado.

Vegetta: Estoy bien macho, solo que me sorprendiste y me dio un leve mareo, no es nada chaval.

Rubius: ¿Seguro?, dijo mirándome con ojos de cachorrito.

Vegetta: Tranquilo Rubén, no me mires así, ¿cuándo te he mentido?, dije sonriendo y acariciando su cabeza.

Rubius: Vale, te creo, dijo sonriendo, pero al menos déjame acompañarte a casa.

Vegetta: Esta bien, tú ganas.

Después de eso Rubén fue a su cocina e hizo el desayuno mientras yo me duchaba, comimos, luego me pidió esperar un rato mientras se duchaba y cambiaba de ropa. Cuando estuvo listo buscó en la sala su máscara, se la puso y salimos rumbo a mi fortaleza. En el camino pasamos por el pueblo donde encontramos a Merlon hablando con Alexby. Nos acercamos a preguntar si había pasado algo y nos contaron que estaban hablando de lo cerca que estaba navidad. Conversaban sobre una iniciativa "el amigo invisible" para intercambiar regalos entre los habitantes del pueblo y que si queríamos también podríamos participar. 

Nos pareció algo interesante y pusimos nuestros nombres en una ánfora y dentro de unos días más nos mandarían una carta para que descubramos quién es nuestro amigo al que debemos prepararle un regalo. Después Alexby se fue con la excusa de prepararse para el examen de la academia de policía y nos dejó solos con Merlon quien comentó un "Espero que esta navidad sea tranquila". Decidimos que lo mejor era no preguntar, nos despedimos de Merlon y seguimos nuestro camino a mi casa.