Capítulo 21: Misión de los dioses

416 68 26
                                    

Narra Rubius

Estaba en un lugar oscuro, solo corría y aunque no recordaba porqué, seguía corriendo y todo empezaba a aclararse, me encontré a alguien y la abracé, poco a poco  pude reconocerla: Nieves... No estaba seguro donde estábamos, pero sabía que era mi niña la que estaba delante mío.

Rubius: Nieves, mi niña, por fin te tengo conmigo de nuevo, dije feliz, esta vez no te dejaré ir.

Nieves: Osito, dijo dándose la vuelta, no deberías estar aquí.

Rubius: Pero mi niña, dije mirándola a los ojos, yo solo quiero estar contigo.

Nieves: Osito... hace mucho tiempo estuvimos juntos... aunque eso está en el pasado

Rubius: Todo es mi culpa, dije agachando la cabeza, fue mi culpa...

Nieves: No te culpes, dijo tomando mi mano izquierda, deteniéndose un momento a verla y de pronto solo sonrió.

Rubius: Mi niña, no quiero perderte, dije abrazándola.

Nieves: Debes dejarme ir osito..., dijo separándose de mí, ya es hora de que me dejes ir

Rubius: No me digas eso mi niña, sabes que no puedo hacerlo

Nieves: Acéptalo osito, dijo sonriendo, sé que él te gusta...

Rubius: ¿De quién hablas mi niña?, dije sorprendido.

Nieves: Osito, no te mientas a ti mismo, dijo mientras señalaba nuestro alrededor, su aroma invade todo este lugar, lo reconoces ¿verdad?

Comencé a moverme por el lugar en el que estábamos, ese aroma a lavanda me rodeaba y ese tono violeta inundaba mi mente.

Rubius: Vegetita..., dije atontado.

Nieves comenzaba a irse así que la alcancé y después de tomarle de la muñeca, la abracé

Rubius: Pero mi niña...

Nieves: Sin peros osito, dijo acariciando mi mejilla mientras se alejaba un poco, sé feliz por favor.

Rubius: Gracias, dije abrazándola de nuevo, como te quiero mi niña.

Nieves: Yo también te quiero osito, pero sé que lo que sientes por él es...

Todo empezó a volverse borroso, como si todo se empezara a mover y la imagen de Nieves se volvía borrosa. Incluso dejé de escuchar su voz empezando a oír la voz de Vegetta llamándome pidiéndome despertar. Poco a poco abrí mis ojos 

Rubius: ¿Vegetita?, dije aún atontado

Vegetta: Ahora que ya despertaste, dijo mientras caminaba fuera de la habitación, cámbiate y baja a desayunar, yo me adelantaré.

Rubius: Bueno Veg..., dije tratando de despertar.

La puerta de la habitación se cerró y me quedé un momento viendo al techo, podía recordar claramente a Nieves, me intrigaba qué quería decirme al final. Puse mi brazo izquierdo sobre mis ojos y suspiré recordando todo el sueño: era hora de decir adiós a Nieves. Un par de lágrimas salieron de mis ojos, separé mi brazo de mi cara y al hacerlo vi la manilla que Vegetta me había puesto hace tiempo. ¿Por eso sonreías, mi niña? ¿o es porque encontré a alguien que me gusta?

Decidí levantarme de una vez, entré a la ducha y después de un rato ya estaba limpio y vestido con mi ropa de siempre, así que decidí bajar a desayunar. Cuando llegué a la cocina, pude ver a Vegetta secándose las manos, así que decidí ir directamente a la mesa para tomar mi desayuno.

Vegetta: Buenos días Chiqui, dijo algo molesto ¿quizá me tardé demasiado?

Rubius: Buenos días Veg, dije algo nervioso ¿qué hora es?

Mi alfa es un tontito// RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora