One of those Days || Gaalee/Leegaa

Capítulo 6

La alarma sonó anunciando el segundo y oficial día de inicio de clases. El sol entraba por la ventana dejando descubrir el cuerpo cansado de Gaara, quien poco a poco se desperezaba y se estiraba. Miró la hora, eran las 08:00 am, su primera clase daría inicio en una hora. Volteó su mirada al lado derecho hacia la cama de Naruto. No había nadie ahí, solo las sábanas desordenadas y la pijama de éste por el suelo.
Ese día Naruto tenía clases más temprano que Gaara.
El pelirrojo terminó de levantarse, no había tenido una noche de sueño muy buena a decir verdad, pero ya estaba acostumbrado a pasar noches en vela. Pero esta vez fue diferente, pues no pudo dejar de pensar en todo lo que había sucedido la noche anterior. Estar ese tiempo con Lee lo había dejado completamente fuera de sí, no llegaba a comprender cómo de sentirse tan frustrado y en llamas por su simple presencia de un momento a otro había cambiado a sentirse completamente en paz y de algún modo "feliz", si se podía decir así. Jamás había sido de demostrar sus sentimientos, menos de demostrar serenidad, pero aquella noche resultó una excepción.

Entró al baño y notó en el espejo su rostro aún cansado y las ojeras por debajo de sus ojos. Se lavó la cara, los dientes y entró a la ducha. Una vez fuera, se vistió, tendió su cama (no era tan desordenado como su amigo), guardó sus cosas para ese día en su mochila favorita, la cual tenía forma de calabaza, la cargó en su espalda y revisando que todo estuviera en orden y no se olvidara su carnet de estudiante para poder abrir la puerta una vez volviera, sue fue.

No tenía ganas de comer, así que se saltó el desayuno de la cafetería, pasó de largo simplemente. En su camino reconoció algunas personas que había conocido ayer en la fiesta, eran Sakura y Kiba, pues iban en su misma dirección ya que ambos asistían a la facultad de medicina, que quedaba al lado de la biología. Una vez se percataron de la presencia del pelirrojo lo saludaron con la mano y se acercaron a él. Gaara realmente no quería compañía, pero no tenía de otra.

-Buenos días- saludó la de cabello rosado.

-Buenos días- respondió Gaara sin muchas ganas.

-¿Ya tuviste clase o vas a tu primera?- preguntó Kiba. Meneó la cabeza antes de responder.

-La primera.

-Vaya qué suerte- mencionó la chica. -Mi primera clase fue a las 6:00 de la mañana, casi ni pude despertar después de lo de anoche.

-¡Ja! Mi clase comienza mucho más tarde, solo vine para pasearme un poco, el día está muy bonito-mencionó Kiba.

-Pero imagino que tendrás clase hasta muy tarde hoy, ¿o me equivoco?-retó Sakura.

-Ay no me arruines mi día, trato de ser positivo- se quejó. Ambos se pusieron a reír.

Mientras tanto Gaara simplemente los ignoraba. El resto del camino no puso mucha atención a lo tanto que conversaban, pero se mantenía al lado de ellos en un calmado silencio. Una vez llegaron a todo el complejo de edificios de las facultades de ciencias se despidieron y cada uno fue por su lado. El pelirrojo se quedó un rato observando el enorme edificio de la facultad de biología frente a él y suspiró fuertemente. Estaba bastante curioso por finalmente iniciar por lo que tanto batalló tiempo atrás. Subió las escaleras que llevaban a la puerta principal y finalmente entró. La arquitectura ahí dentro era bastante moderna y habían ventanillas con modelos de distintos tipos de plantas, de células, esqueletos de disitintos animales, proyectos de investigaciones pasadas, etc. Era bastante completa y proporcionaba un ambiente bastante agradable, aunque de cierto modo llegaba a parecer un museo de ciencias.

Buscó el aula donde pasaría "Biología Básica I", a la que debía asistir en ese momento, la cual no fue muy difícil de encontrar, pues resultaba que se encontraba en el pasillo más próximo del primer piso. Deslizó la puerta y para su sorpresa, era el primero que había llegado. Sacó su celular para revisar la hora y se dio cuenta que todavía faltaban diez minutos para el inicio de la clase. Terminó de entrar al aula y se dio la libertad de elegir el asiento que más cómodo le pareciera. Como acostumbraba en sus días de escuela, eligió el lugar de la esquina trasera al lado de la ventana. Solía gustarle, ya que nadie se sentaba cerca de ahí y podía estar más tiempo solo, además que al estar cerca de las ventanas podía distraer su mente de vez en cuando observando a la nada.