Capítulo 28

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Sintió la forma abrupta con la que su cabeza chocaba contra los azulejos del suelo. Le ardía la mejilla y sentía como aquel líquido rojo y espeso ahora descendía desde su nariz.
En lo que trataba de agudizar su ahora nublada vista, su contrincante se posicionó sobre él tomándolo del cuello de su camisa y comenzó a golpearlo repetidas veces contra el suelo.

Aún con el dolor y sabiendo que podía perfectamente detener todo eso en solo cuestión de segundos, internamente sabía que se lo merecía.



Lee finalmente salía de su última clase de la mañana, habían sido dos intensas horas de cálculos largos y un poco aburridos, pero que llegaron a su fin.
En cuanto salió de su facultad, no pudo evitar voltear hacia el edificio siguiente perteneciente a la facultad de biología. Sí, la misma a la que Gaara asistía.
A pesar del tiempo, poco había avanzado con respecto al mar de sentimientos que aún sentía en su interior cada que recordaba al pelirrojo. Aún no se decidía si se trataba de su arrepentimiento, de alguna forma de extrañarlo o algo mucho más que eso. Se había pasado algunas noches preguntándoselo, sin llegar a nada concluso, pues aún se seguía negando a aceptar lo que tal vez podría ser cierto. Sin embargo, sabía muy bien que si continuaba de esa manera no llegaría nunca a nada.

Salió de sus pensamientos en cuanto divisó salir de las puertas del edificio contiguo aquella cabeza de cabellos tan rojos como las rosas. Lee mantuvo la vista sobre él, embelesado ante la gracia y tranquilidad de cada uno de sus movimientos. Gaara desprendía un aire muy diferente al que había percibido ni bien lo conoció. Aún con la distancia, se lo notaba de alguna manera mucho más seguro, confiado y sereno. No lo comprendía, pero muy dentro de sí, le generaba cierta atracción mirarlo de esa manera tan distinta. Se comenzó a preguntar qué pudo haber sucedido en la vida de Gaara tras su último encuentro.
Increíble, parecía que le importaba.

Cerró los ojos de inmediato y sacudió la cabeza de un lado al otro tratando de ignorar todo aquello. Se sentía un idiota actuando de esa manera. Suspiró antes de darse la vuelta para dirigirse al comedor de la universidad.
No pudo, sin embargo, dar el primer paso, pues en cuanto quiso hacerlo sintió una mano posarse sobre uno de sus hombros, cosa que le puso la piel de gallina. Aquel tacto desprendía cierta vibra imponente y... furiosa.

Volvió en sí y volteó la vista hacia el sujeto tras de él. La sorpresa en su rostro no tardó en aparecer al igual que una leve sospecha de que algo malo estaría por ocurrir. Una gota de sudor descendió por su sien antes de saludar.

—¡Hola, Kankuro! ¡Qué inesperado encontrarte!— sonrió sacudiendo una mano hacia ambos lados.

—Hola, Lee— devolvió el saludo, pero no la sonrisa.

—¿A qué se debe nuestro encuentro?— preguntó el pelinegro amablemente y aún sonriente.

—Necesito arreglar unos asuntos contigo— soltó cruzándose de brazos.

La sonrisa en su rostro desapareció por completo. Sabía que estaba en problemas y no podría hacer nada para escapar.
—¿Asuntos?

—Sabes de qué hablo.

Lee tragó saliva antes de responder solo con su silencio. Claro que lo sabía, lo temía desde el principio.

—Sígueme— fue lo único que dijo antes de guiar al pelinegro dentro del edificio de matemáticas.

Lee lo siguió por detrás en silencio, sin oponerse a nada pero con un temor creciente por todo el cuerpo y cierto mal presentimiento apretándole el pecho. Cerró los puños con fuerza a modo de apaciguar todo lo que sentía, cosa que sirvió por poco tiempo.

One of those Days || Gaalee/LeegaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora