Capítulo 24

2.3K 193 313
                                    

El roce de dedos entre paso y paso lo había dejado con la piel helada. Gaara no comprendía lo que estaba sucediendo. Sin duda alguna sentía miedo, pues la incesante adrenalina que sentía porque alguien notara este contacto le ponía los pelos de punta. ¿Que acaso Lee no había dicho que no quería que los descubrieran?

Ni bien salieron de la cafetería, dichos roces se vieron por terminados, a lo que el pelirrojo soltó un leve suspiro. Lee a su lado se veía tan sereno y seguro que esto sólo agravaba su confusión. Sin embargo, si el pelinegro estaba tranquilo, ¿por qué no podría estarlo él?

Finalmente hubieron llegado a la biblioteca, se encaminaron hacia la recepción de entrega de libros en el cual Gaara comenzó a depositar cada uno de los textos que se había prestado.

—¡Santa juventud! ¿Tenías tantos?— preguntó el pelinegro atónito tras percatarse de la magnífica cantidad.

—Sí, es que algunas materias son un tanto complejas, así que me ayudo estudiando de aquí— respondió sin dejar de hacer su labor.

—Vaya, sí que eres muy aplicado. Me gusta— sonrió ampliamente, ganándose otra sonrisa en respuesta de su pareja —Me hubieras dicho que llevabas tantos en tu mochila. Te habría ayudado a cargarla.

Gaara se sonrojó levemente. —N-no, no es necesario, sinceramente no es ningún problema— dicho esto, depositó el último libro que le quedaba.

—Hablo enserio, con gusto podría haberte ayudado.

—Te lo agradezco, Lee. Pero, con tan solo tu compañía es suficiente— tras darse cuenta de lo que había dicho, terminó por sonrojarse y volteó de golpe a otro lado a modo de que el mayor no se percatara de su estado. Cosa que en realidad sí pasó.
Aquella imagen era tan tierna que Lee no pudo evitar morderse el labio en respuesta.
A veces no podía negar que la belleza que emanaba de Gaara era todo un enigma, pues no comprendía cómo podía llegar a fascinarle tanto ciertas veces.

—Ven conmigo— mencionó en un tono de voz más profundo antes de tomar de la mano al pelirrojo y guiarlo por entre los amplios pasillos de la biblioteca hasta una de las zonas más apartadas.

Gaara, sin comprender nada, lo siguió en silencio observando cómo se iban adentrando entre repisas de libros hasta llegar a un pasillo más angosto y algo oscuro.
Sintió un escalofrío de pies a cabeza al momento de percatarse que en ese lugar, no había nadie más que ellos dos. Por un momento, algo dentro de él comenzó a generar una punzante sensación en su pecho. Le daba una mala espina.

Ni bien estuvieron en esa apartada esquina, Lee soltó su agarre para, sorprendiendo al menor, acorralarlo contra la pared, clavando sus divinos ojos oscuros sobre los curiosos y dudosos aguamarina.

—Lee, ¿qué estás...?— se vio interrumpido tras que su boca se vio unida con la contraria. Se exaltó pero sin cortar el reciente beso, que con dulces movimientos proporcionados por el mayor, se vio inevitablemente atraído.
Arqueó instintivamente su cabeza hacia atrás para atrapar con más facilidad los labios del mayor, deleitándose con aquel sabor suyo tan único que lo embriagaba.
Sus lenguas comenzaron a rozarse sutilmente en una danza tan suave y lenta, como un vals, que erizaron la piel del más bajo.

De un momento al otro, aunque no quería, Lee cortó el beso. Observó con malicia el rostro molesto de Gaara por haberle cortado su paraíso y acarició sus rosadas mejillas con delicadeza.
—No sé qué tipo de sentimiento produces en mi, pero...— susurró el mayor.
Con su pulgar delineó los labios del pelirrojo, eran suaves.

—¿Pero?

Lee paró en seco y se formó una ladina sonrisa en su rostro. Algo estaba por venir.
Tomó entonces ambos brazos de Gaara con fuerza y lo volteó, cosa que quedó de espaldas contra él. Aprisionó, con una sola mano, sus muñecas, y con la otra lo tomó de su delgado cuello.
Acercando sus labios a su oreja, susurró:
—Pero tal es el deseo que me generas que no puedo contenerme.

One of those Days || Gaalee/LeegaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora