30 de agosto de 2014.
Acarició su cuello frunciendo el ceño. La torta no se parecía para nada a la de la receta.
― Esto es un desastre ―medio rió.
― Verdaderamente lo es ―murmuró Jacob desde la mesa de comedor.
― Tal vez tenga rico sabor ―se encogió de hombros.
Tomó un pequeño pedacito de torta y lo llevó a su boca. Hizo una mueca en cuanto sintió el sabor. Estaba horrible.
― Mejor se lo dejamos a Romo ―rió―. Tal vez ni él quiera comerla.
― Lo hará ―dijo el castaño―. Come demasiado.
― Creo que lo amo ―se dio vuelta para enfrentar al ojimiel―. Le encanta comer lo que cocino.
― Deberías buscar otro pasatiempo ―rió Jacob―. El arte culinario no es para ti.
Rodó los ojos ofendida.
Cogió la torta y la tiró en el tarro de comida de Romo, algunos pedazos cayeron en el piso.
Los pasos apresurados de Romo resonaron en el pasillo camino a la cocina. Apareció por la puerta con la lengua de afuera y resbaló un poco por el piso de baldosas al frenar su carrera hacia el cuenco de comida.
Comenzó a engullir la torta como si fuera el más apetecible de los bocados, robándole una sonrisa.
Observó a Jacob y frunció el ceño. Se veía agotado y las ojeras bajo sus ojos eran casi impredecibles, pero ellas las notaba.
Hacía una hora que estaba sentado en la mesa del comedor tecleando en su computadora. De vez en cuando hablaba por teléfono y se retiraba a la sala de estar para que ella no oyera sus conversaciones.
Estaba nerviosa porque sabía que sería cuestión de tiempo antes de que atraparan a Charles. No quería dejar a Jacob.
Aunque le estaba remordiendo la conciencia. El castaño apenas comía, trabajaba hasta extenuarse y no dormía lo suficiente. Y ella sentía que no hacía más que recordarle todo lo que había pasado.
Jacob le explico hasta hastiarse que no había tenido tiempo para llorar a su hermana. Había investigado hasta el cansancio, esperando el momento adecuado para actuar. Pero ahora que su padre estaba en la cárcel parecía que el mundo lo estaba estrujando.
Un destello de la hermana de Jacob apareció en su mente. La había conocido en el funeral de su hermano, pero había estado tan ensimismada en su dolor ese día que le había costado recordarlo.
Era bellísima. Pero parecía estar demacrada. No recordaba mucho de ese día y lo agradeció.
Salió de sus pensamientos y se acercó a la mesa de comedor. Se sentó frente a Jacob y esperó a que dejara de teclear para hablarle.
― Te ves horrible ―susurró.
El castaño asintió, cerrando la laptop y dejándola a un lado.
― Estoy estancado ―se encogió de hombros―. Necesito sanar.
Y ella no lo dejaba hacerlo.
― Puedo irme ―apartó los ojos de Jacob―. Todo esto solo lo está haciendo peor.
― Ayer lograron capturar a Charles ―le susurró.
El pánico la golpeó duro. Iba a dejarla.
― No tiene porqué ser así Jacob ―negó con la cabeza―. Puedo ayudarte a superarlo.
― No, no puedes ―le habló con delicadeza―. No puedes arreglar algo que tú no rompiste.
Le dolió aceptar que tenía razón.
― ¿Qué haré sola? ―murmuró horrorizada―. Nunca he estado por mi cuenta, dependo de alguien más para todo. Ni siquiera puedo cocinar bien.
― Eres más fuerte de lo que crees, dulzura ―la miró directo a los ojos―. No será para siempre, solo necesito tiempo.
― No me hagas esto.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y la tristeza que había estado ignorando la abrazó.
― Es el sentimiento correcto, Kenya. Porque te quiero, que te quede claro. Pero no es nuestro momento.
Negó con la cabeza y se levantó suavemente de la silla.
― Te he tomado por muchas cosas pero jamás por un cobarde ―dijo amargamente y se retiró de la cocina.
Pasó el pasillo casi corriendo, atravesó la sala de estar y subió las escaleras rumbo a su habitación.
Habían hecho el amor tantas veces que había perdido la cuenta, pero no era suficiente. Nunca era suficiente. Quería algo más, y al parecer, el ojimiel no podría dárselo.
Se dejó caer en la cama con fuerza y lloró. Jacob había sido el primer hombre con el que se había acostado y sería el último, su corazón lo añoraba de una manera que le daba terror.
Lloró con más fuerza cuando se dio cuenta de que lo perdería. No habría promesa en el mundo que le hiciera sentirse segura de que él volvería.
Tantas veces le habían hecho promesas que jamás se cumplieron. Estaba sola en el mundo. La habían abandonado una y otra vez, se había sentido decepcionada por las personas importantes para ella más veces de las que podía recordar.
¿Qué había hecho para que el karma la aplastara de esa forma?
♡♥♡
Se dejó caer pesadamente en el asiento del carro y apretó los labios. Estaba furiosa por que la cosas se dieran de ese modo.
― Lo siento, cariño ―dijo Jacob cuando se sentó en el asiento del conductor.
No le respondió, simplemente miró por la ventana, dispuesta a ignorarlo.
― Te he facilitado algunas cosas ―siguió hablando―. En una maleta más pequeña he puesto una laptop, algunas frazadas y otras cosas que pensé que podrías necesitar.
― Tú decidiste que ya no te necesitaba así que solo déjame en cualquier estación de servicio y veré como me las apaño ―dijo tajante.
Jacob no le respondió y ella lo agradeció. Solo quería fundirse con el asiento y olvidarse de todo.
Su padre le había arruinado la vida de todas las maneras posibles. Ni siquiera podía estar con el hombre que amaba.
Ojalá hubiese tenido otro padre, deseaba que su madre estuviera viva, deseaba que su hermano volviera, deseaba que las cosas hubiesen sido de otro modo.
¿Cuántas vidas más iba a llevarse la mafia? ¿Por qué no paraban todo eso? ¡Que alguien hiciera algo, por dios!
Cerró los ojos angustiada.
― Me está partiendo el corazón verte así, Kenya.
― ¿Por qué las personas deciden que la mafia es la única opción que tienen para poder sobrevivir? ¿Por qué nadie detiene esto?
― Me gustaría poder contestar esas preguntas pero no puedo, dulzura ―suspiró―. No tengo las respuestas que necesitas. Hay todo un mundo detrás de la mafia que jamás vamos a poder descubrir. Hay manzanas podridas en todas partes. Hijos de la mafia en el lugar menos pensado. Solo hemos dado una mascada a una de esas manzanas. Piensa en la mafia como un manzanero lo suficientemente fuerte para soportar cualquier pérdida de hojas o frutos, renaciendo de entre las raíces secas una y otra vez.
Se estremeció.
― Necesito alejarme de todo esto ―murmuró sin pensar.
― Y es por esa misma razón que te estoy llevando lejos de mí, y espero que lo entiendas.
No respondió. Su corazón había dado un vuelco. Ella sabía apreciar cuando había sido derrotada y Jacob había acabado con todos sus argumentos.
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Dulce Venganza - SECUESTRADAS I
General FictionTemo no poder perdonarte cuando todo esto termine. Esta obra está registrada bajo CC Reconocimiento-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/"><img alt="Licencia de Crea...