19 de junio de 2014.
Al llegar a Londres y entrar en el aeropuerto su primer pensamiento fue intentar llamar la atención. Pero rápidamente se dio cuenta de que estaba demasiado vacío para su desgracia. Una vez más, el aeropuerto era pequeño y aunque parecía estar en uso habitualmente en ese momento no había nadie más que ella y Jacob.
Eso le hizo arquear las cejas. ¿Qué tan poderoso era como para lograr que un aeropuerto estuviera vacío? Ella ignoraba totalmente en qué parte de Londres estaban.
Jacob mantenía un agarre de muerte en su brazo y sabía que tendría moretones después donde él la estaba agarrando.
Observó al ojimiel y una pregunta le vino a la cabeza. ¿Por qué? Ella no lograba, no podía entenderlo.
Tenía dinero o de otra forma no podrían haber viajado hasta otro continente, así que dudaba muchísimo de que lo que quisiera fuese dinero. Y no había vuelto a amenazarla, tampoco le había puesto un dedo encima de forma violenta. Ella no había intentado escapar pero aún así todo le resultaba demasiado raro aunque seguramente no supiera diferenciar entre lo que era violencia y lo que no.
Todo eso solo lograba confundirla aún más.
Y era guapo, muy guapo. Tenía un rostro precioso y un cuerpo aún más admirable. No podía evitar pensar que era un desperdicio que fuera tan malditamente caliente y malévolo a la vez. Porque era malo, de otra forma no la habría secuestrado, ¿verdad?
El que siquiera considerara que era guapo le dejó un sabor amargo en la boca. Pero bueno, ella no era ciega y el castaño era verdaderamente algo digno de apreciar. Tenía un leve corte que se curaba en el labio y un moretón en el pómulo apenas predecible. Pero ella sabía qué había pasado y quién lo había puesto allí.
Pensar en su padre la entristeció y le hizo preguntarse si estaba bien, si había necesitado atención médica o qué había pasado luego de que se desmayara.
Su estómago protestó por comida nuevamente y ella hizo una mueca. No había comido desde el desayuno que le había preparado el castaño y ya no estaba tan segura de cuándo comería de nuevo. ¿La mataría de hambre? ¿Lo estaba haciendo para mantenerla débil?
Sabía pelear, pero se sentía demasiado débil como para defenderse. De todas formas no creía que pudiera escapar del ojimiel, era enorme.
Estaba impresionada por las proporciones de su cuerpo. Era todo músculo y sus movimientos no se entorpecen por su tamaño. Sólo caminaba de una forma elegante y aterradora al mismo tiempo, como si ella fuera un gacela y estuviera todo el tiempo acechándome. Parecía un enorme gato malhumorado.
Casi se rió histérica en voz alta, comparar a Jacob con un enorme gato malhumorado era estúpido. Pero se alegró internamente de que no tuviera garras ni unos dientes afilados.
Saliendo de sus pensamientos, observó como Jacob se dirigía hacia un chico rubio que estaba de espaldas a ellos. La forma de sus hombros y el corte de cabello se le hacía demasiado familiar.
Antoine.
Pensó durante dos segundos y luego simplemente decidió que golpearlo hasta que le dolieran las manos no era suficiente y de todas formas el castaño aún la mantenía fuertemente agarrada del brazo.
― Antoine ―susurró sintiendo un nudo en el estómago.
Se sentía más allá de traicionada. El rubio se dio la vuelta y escudriñó su rostro preocupado. Podía leerlo muy fácilmente, la culpa estaba clara por toda su expresión.
― Kenya ―murmuró―. Puedo explicarlo.
Su corazón se encogió con recelo.
― Ahórratelo ―dijo cabreada―. Nunca te perdonaré esto.
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Dulce Venganza - SECUESTRADAS I
General FictionTemo no poder perdonarte cuando todo esto termine. Esta obra está registrada bajo CC Reconocimiento-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/"><img alt="Licencia de Crea...