18 de agosto de 2014.
― ¿Dulzura?
La voz de Jacob suena desde algún lugar de la pequeña casa y ella hizo un sonido con la garganta para hacerle saber que lo estaba escuchando.
Se encontraba en la habitación, recostada en la cama leyendo un libro que el castaño le había traído para que se distrajera.
Había pasado una semana desde que aquel extraño quiso llevársela.
― Debemos hablar.
Levantó la vista de las páginas del libro y frunció el ceño.
Jacob tenía una expresión culpable y agarraba el marco de la puerta con firmeza.
― ¿Qué sucede? ―cuestionó, haciendo el libro a un lado y enderezandose.
― Pues, veras ―murmuró, acercándose y tomando asiento a los pies de la cama―. Creo que será mejor que lo diga todo a la primera.
Asintió y le sonrió para que continuara.
― Hemos capturado a tu padre.
― ¿Qué?
― Hace una semana.
― ¡Qué carajos!
― Y lo siento.
― ¿Lo sientes?
― Lo siento.
Se estiró y tomó sus manos entre las suyas. Estaba impactada e impaciente por que siguiera hablando y aclarara todo, incluyendo sus dudas.
― No te lo he dicho porque consideraba que eso te haría daño ―suspiró mientras miraba sus manos unidas―. Luego Becca me gritó mucho y dijo que estaba siendo un idiota sobreprotector y bueno, lo cierto es que tiene razón.
― He olvidado llamarla hace días ―asintió―. ¿Por qué considerabas que saber eso me haría daño?
― Se ha entregado él solo.
― ¿Qué? ―espetó confundida.
― Tomamos fotos de tu brazo. Aquel idiota te agarro con la suficiente fuerza como para dejar moretones ―la miró directo a los ojos―. Se las enviamos a tu padre con un mensaje que Becca se encargó de escribir. Supongo que se dio cuenta que lo que estaba haciendo no era por tu bien, sino por el de él.
― Yo estoy tan... no lo sé.
― Dijo que confesaría todo lo que había hecho a lo largo de los últimos años con la condición de hablar contigo primero.
¡Enfermo hijo de puta! ¿A qué clase de tortura quería someterla?
― Debo ir ―susurró con la mirada perdida.
― Es por eso que te lo he contado ―sonrió tenso―. Mi jefe quiere que él confiese todos sus crímenes lo antes posible y ha estado presionando para que hablara contigo.
― Entiendo.
― Pero debemos hacer un viaje. No trabajo aquí en realidad, Martin sí, pero Antoine y yo no.
― ¿Entonces qué hacías cuando te ibas por todas esas horas? ―murmuró confundida.
― Puede que ayudara un poco a Martin, pero era más una trampa. Estando tú sola, no pasaría mucho tiempo antes de que alguien decidiera hacerte una visita.
― Lo entiendo.
― Deja de repetir eso ―rió bajo―. Sé que te he mareado con tanta información. Hagamos las maletas, dulzura. Te hará bien volver a casa después de tan estresantes vacaciones.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Venganza - SECUESTRADAS I
General FictionTemo no poder perdonarte cuando todo esto termine. Esta obra está registrada bajo CC Reconocimiento-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/4.0/"><img alt="Licencia de Crea...