David estaba en su cuarto cuando sonó su teléfono. Era Victoria. Al contestar, su voz se escuchaba frágil, algo que no solía notar en ella.
—David... ¿podrías venir a mi casa? —dijo, con un leve susurro de tristeza en su tono—. Me siento muy sola y... no sé, solo quiero compañía.
David no dudó en aceptar. Era su mejor amiga, y no la iba a dejar sola en un momento así, especialmente después de que había terminado con su novio.
—Claro, Vic. Llego en unos minutos.
Antes de salir, fue a la cocina donde su madre estaba preparando la cena.
—Mamá, voy a quedarme en la casa de Jorge esta noche. Nos quedamos a estudiar para un examen importante.
Su madre lo miró con una sonrisa aprobatoria.
—Está bien, hijo. No llegues tarde a la universidad mañana.
Con el visto bueno de su madre, David salió de casa y se dirigió a la de Victoria. Sabía que sus padres estaban de viaje, por lo que la encontraría completamente sola. Al llegar, ella le abrió la puerta y lo saludó con una sonrisa cansada. Había estado llorando, y David notó de inmediato el olor a alcohol.
—¿Cuántas cervezas llevas? —preguntó con una ceja levantada mientras caminaba detrás de ella hacia la sala.
—Algunas... suficientes —Victoria se dejó caer en el sofá, y David no pudo evitar preocuparse más por su estado.
Después de sentarse a su lado, trató de calmarla. Hablaron por un rato, y poco a poco, Victoria comenzó a relajarse. Sin embargo, mientras la conversación continuaba, la atmósfera cambió. El tono entre ellos se volvió más íntimo.
Victoria se inclinó hacia él, sus ojos brillando con un destello de sinceridad que nunca había mostrado antes.
—David... terminé con mi novio porque... —hizo una pausa, tomando aire como si reunir valor— porque quiero estar contigo.
David quedó atónito por un segundo. Las palabras lo golpearon como una ola inesperada, pero luego sintió una mezcla de alivio y alegría.
—Victoria, yo también... —respondió, su voz llena de emoción—, siempre he estado enamorado de ti.
Antes de que pudieran decir algo más, sus labios se encontraron. El beso fue apasionado, lleno de los sentimientos que ambos habían reprimido durante tanto tiempo. Las manos de David recorrieron su espalda mientras la abrazaba, y Victoria lo acercó más, como si no quisiera que ese momento terminara nunca.
Después de unos minutos, David se apartó con una excusa.
—Voy al baño un momento.
Victoria asintió, sonriendo, aún aturdida por el momento. David caminó por el pasillo, pero justo antes de entrar al baño, recordó algo: sus poderes. La tentación de probar su habilidad una vez más lo consumió. Se desvió hacia la habitación de Victoria y, con la puerta entreabierta, vio su ropa esparcida. Sin pensarlo mucho, tomó un sostén y unos panties de su armario. Pero en su apuro, no se dio cuenta de que había tomado el sostén equivocado.
Ya en el baño, David comenzó a ponerse los panties, y al ajustarse el sostén, el cambio se produjo de inmediato. Sintió cómo su cuerpo crecía, pero esta vez no de la manera sensual a la que estaba acostumbrado. Al mirarse en el espejo, se quedó boquiabierto. Se había convertido en la madre de Victoria.
Su nueva forma era la de una mujer obesa, con un cuerpo ancho y pesado. Sus senos, enormes y caídos, sobresalían, llenando el sostén completamente. Su rostro redondeado y sus brazos gruesos le daban una apariencia totalmente diferente a lo que había experimentado antes.
David se quedó paralizado por un momento, mirando su reflejo en el espejo, sorprendido de ver a la madre de su mejor amiga en ropa interior. La sensación de sus senos pesados lo intrigaba, y no pudo evitar tocarlos, sintiendo cómo se movían bajo sus manos. Ahora entendía lo que significaba tener un cuerpo con ese peso extra, algo completamente nuevo para él.
Pero antes de que pudiera explorar más, escuchó la voz de Victoria llamándolo desde la sala.
—¡David! ¿Estás bien? ¿Por qué tardas tanto?
El pánico se apoderó de él. Intentó quitarse el sostén rápidamente, pero era mucho más difícil de lo que pensaba. Los ganchos se le enredaban en los dedos, y la desesperación comenzó a crecer dentro de él. Si Victoria lo veía así, no sabría cómo explicarlo.
David estaba desesperado y temblando de frustración mientras luchaba por quitarse el sostén aún atrapado en el cuerpo de la madre de Victoria...
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UN SOSTEN FANTASTICO
Science-FictionDavid era un joven de 20 años, lleno de energía y pasión por los deportes. A pesar de su vida normal y su círculo social formado por sus mejores amigos, Victoria, Alejandra y Jorge, había un secreto que lo consumía por dentro. Al usar un sostén de m...