David se despertó esa mañana en el cuerpo de Victoria, un cambio que ahora empezaba a sentir más profundamente debido al embarazo avanzado. Al abrir los ojos, lo primero que notó fue el peso en su vientre, más marcado que nunca, como si realmente llevara meses adaptándose a esa nueva forma. Al tocarse el estómago, sintió el movimiento del bebé, algo que lo llenó de asombro y ternura al mismo tiempo mientras tenía una sonrisa en su rostro.
Se levantó lentamente, el peso de su vientre le hacía moverse con más cautela. A medida que caminaba, notó cómo el centro de gravedad de su cuerpo estaba alterado. "¿Así se siente todos los días?", se preguntó, con un respeto renovado hacia lo que Victoria enfrentaba. El peso en su pecho también se hizo presente, y David se encontró ajustando constantemente la postura para aliviar la presión en sus senos, que ahora eran más grandes y sensibles. Cada movimiento hacía que sintiera su peso, notando cómo sus senos se movían y presionaban contra la tela de la camiseta. Además, la parte baja de su espalda le empezaba a doler levemente, algo que parecía intensificarse con cada paso.
David con cuidado y sintiendo cómo su centro de gravedad estaba alterado. "Bien, David," se dijo a sí mismo, "esto va a ser... diferente". Cada movimiento parecía intensificar las sensaciones en su cuerpo; el peso de su pecho, el volumen de su vientre y el cansancio repentino eran nuevos para él.
Al llegar al baño y mirarse en el espejo, observó su cuerpo con detalle. Su vientre redondeado y prominente era lo más evidente, pero sus caderas y piernas también se veían más anchas y pesadas. Su cuerpo había cambiado para sostener al bebé, y se notaba en cada curva y en cada sensación de incomodidad. La gravedad le pesaba en el pecho, y al inclinarse ligeramente, Mientras se observaba, notó que sus senos, ya bastante grandes debido al embarazo, parecían cambiar sutilmente de tamaño. Era como si cada vez que inhalaba, se hincharan un poco más, para luego reducirse apenas al exhalar.
Al tocarse el pecho, sintió una sensibilidad extrema que le hizo soltar un suspiro de sorpresa. No solo era el tamaño, sino la firmeza y la tensión que sentía en esa zona. Se dio cuenta de que la transformación le estaba jugando una mala pasada y que su poder estaba actuando pero ahora era difícil controlarlo. Ahora sus senos parecían tensarse aún más, así que se acomodó el sostén, buscando una posición que aliviara la presión, pero pronto entendió que la incomodidad era parte de la experiencia.
Luego, en cuanto comenzó a caminar hacia la cocina, notó que su vientre parecía abultarse un poco más con cada paso, aumentando la presión en su abdomen. El peso era tanto que tuvo que apoyarse en la pared, sintiendo cómo el peso de su vientre y su pecho lo hacían inclinarse hacia adelante, luchando por mantener el equilibrio. Intentó enderezarse, pero sus caderas se sentían cada vez más anchas y pesadas, y sus piernas parecían haber ganado aún más volumen, obligándolo a moverse con lentitud.
Mientras se preparaba el desayuno, David empezó a notar otros detalles inusuales: los olores. De repente, percibía el aroma del café con una intensidad extraña, casi abrumadora. El olor de los huevos también le parecía demasiado fuerte, y sintió un ligero malestar en el estómago. "Así que esto es lo que Victoria estaba sintiendo..." murmuró, tratando de soportar la incomodidad. A pesar de todo, sintió una conexión especial con el bebé que crecía dentro de él, aunque fuera una experiencia prestada.
Después de desayunar y descansar un rato, David decidió salir a comprar algunas cosas para el bebé y aprovechar para caminar un poco, como Victoria solía hacer para mantenerse activa. Al ponerse su ropa, notó que algunas prendas que antes le quedaban holgadas ahora le ajustaban bastante más. Se miró en el espejo y soltó una risa nerviosa: "Ahora sí que parezco mamá".
Al salir, David sintió cómo las miradas de algunas personas se fijaban en él, Al caminar, notaba cómo sus caderas se balanceaban de forma distinta, el ritmo de sus pasos era más lento, y el peso de sus grandes senos y su vientre lo hacían moverse con cuidado. Varias personas lo miraban con una sonrisa amable, como si comprendieran por lo que estaba pasando. David sonrió de vuelta, tratando de disimular la incomodidad que sentía en el pecho cada vez que daba un paso, notando el movimiento de sus senos que parecían ser un recordatorio constante de su transformación.
Mientras caminaba por el supermercado, la presión en su pecho y la tensión en su vientre le hacían cada vez más difícil moverse. A medida que avanzaba por los pasillos, su vientre parecía expandirse un poco más, y sus senos se hinchaban de nuevo, siendo más grandes de lo que ya eran, haciéndolo buscar alivio constantemente al ajustarse la ropa.
A mitad de las compras, sintió un dolor bastante fuerte en su vientre, era una patada del bebé, así que tuvo que apoyarse en el carrito y masajearse suavemente el vientre, sintiendo cómo el bebé se movía, algo que lo llenó de una extraña sensación de conexión y sorpresa.
De repente sintió una ola de emociones que no había experimentado antes. De la nada, una ternura inexplicable lo embargó, como si quisiera abrazar a todo el mundo y proteger a cada cosa pequeña que veía. Se quedó mirando una sección de plantas, completamente embelesado, y casi sin darse cuenta, terminó con una maceta en la mano, queriendo llevársela a casa como si fuera una criatura indefensa. Al caer en cuenta de lo que estaba haciendo, se rió de sí mismo, aunque una parte de él realmente sentía que quería "cuidar" de la plantita.
Más tarde, mientras pagaba las compras y conversaba con la cajera, notó que su voz sonaba distinta: un tono más suave, casi cantado. Cada palabra que pronunciaba parecía llena de dulzura, y la cajera, una señora mayor, le devolvió una sonrisa cálida y amable, como si lo entendiera. David sintió una mezcla de confusión y gracia al notar ese cambio inesperado. "¿Así me escucho ahora?", pensó, dándose cuenta de lo diferente que era habitar el cuerpo de Victoria con todos los matices de su personalidad.
Ya de regreso a casa, David comenzó a organizar las cosas en el cuarto que estaban preparando para el bebé. Puso música y empezó a colocar algunos objetos en su lugar, doblando la ropa y ordenando los juguetes que había comprado. De repente, al inclinarse para recoger algo, sintió una presión incómoda en el vientre, una especie de tirón y dolor que lo hizo detenerse. Asi que fue al cuarto y se quitó todas sus prendas, quedando en ropa interior para sentirse más aliviado.
Decidió que ya era suficiente por hoy y se recostó en el sillón, masajeándose suavemente el vientre mientras trataba de relajarse, tratando de encontrar una postura cómoda. Pero su cuerpo no se lo permitía: sus senos seguían cambiando de tamaño, volviéndose pesados y tensos, a tal punto de estar caídos por su peso y el sostén a punto de reventar, mientras que al tiempo su abdomen se sentía cada vez más grande y redondo. David intentó relajarse y acomodarse mejor, pero la incomodidad en su pecho y el peso en su vientre parecían recordarle cada instante que estaba en un cuerpo completamente distinto al suyo, y que los cambios lo acompañarían mientras durara la transformación.
Mientras descansaba, se sintió abrumado por una mezcla de cansancio y ternura. Al rato, empezó a pensar en todo lo que estaba viviendo. Casi podía sentir la emoción del bebé cuando él ponía una mano sobre su vientre, como si el pequeño respondiera al contacto. "Parece que tú y yo estamos juntos en esto," murmuró con una sonrisa. Mientras observaba su vientre, sintió un fuerte escalofrío, todo su cuerpo se estremeció, nunca había tenido esa sensación tan fuerte, pero al mirar su cuerpo, todo parecía igual, parecía no afectarle.
Poco después, escuchó el sonido del móvil. Era una notificación que le recordaba la fecha de la boda, apenas en dos semanas. Esto lo hizo pensar en lo cerca que estaba el gran día y en todo lo que aún tenían que ultimar. Mientras pasaba la mano sobre su vientre, David empezó a imaginar la boda, con ambos vestidos para la ocasión y a punto de comenzar una vida juntos y, ahora, con un hijo en camino. La idea lo llenó de una alegría especial.
Aquella noche ya recostado, mientras acariciaba su vientre y experimentaba los últimos movimientos del bebé, David suspiró. Su cuerpo seguía alterándose, y cada cambio le hacía comprender aún más lo que Victoria vivía día a día. Había tenido solo un día en su lugar, pero el cansancio y las molestias lo habían agotado profundamente. Sonrió, admirando la fortaleza de Victoria y comprendiendo lo único y desafiante que era el embarazo.
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UN SOSTEN FANTASTICO
Bilim KurguDavid era un joven de 20 años, lleno de energía y pasión por los deportes. A pesar de su vida normal y su círculo social formado por sus mejores amigos, Victoria, Alejandra y Jorge, había un secreto que lo consumía por dentro. Al usar un sostén de m...