La noche avanzaba mientras Jorge, David y Victoria seguían disfrutando de la fiesta. La música resonaba en el ambiente, y aunque la casa estaba llena de gente, ellos se mantenían juntos en un rincón del jardín, bebiendo y riendo.
—Esta fiesta está increíble, ¿verdad? —comentó Jorge, tomando un sorbo de su cerveza—. Aunque creo que Alejandra está un poco... intensa hoy.
David asintió, pero su mente estaba en otro lado, observando de reojo a Victoria, quien no dejaba de sonreírle.
—Sí, lo está —agregó Victoria, riendo—, pero la verdad, con todo lo que ha organizado, se lo merece.
David sonrió, pero antes de que pudiera responder, el micrófono se encendió. Alejandra subió al pequeño escenario improvisado en el centro del jardín. La música bajó de volumen, y las luces se enfocaron en ella. Todos los asistentes se giraron para prestarle atención.
Alejandra, con su vestido ajustado de cumpleaños, comenzó a hablar con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—¡Buenas noches, a todos! —dijo, con una voz que dejaba entrever sus emociones reprimidas—. Gracias por estar aquí celebrando conmigo esta noche tan especial. Realmente, no sería lo mismo sin ustedes.
Las personas aplaudieron, pero Alejandra hizo una pausa dramática, mirando directamente a David y Victoria.
—Y hablando de noches especiales... quiero felicitar a una parejita muy especial —dijo, con un tono cargado de sarcasmo—. ¡David y Victoria! Me alegra tanto verlos juntos. Es obvio que están hechos el uno para el otro. ¡Qué gran sorpresa, ¿no creen?!
El silencio que cayó sobre la multitud fue incómodo. Algunos comenzaron a murmurar entre ellos, mientras David sentía cómo la rabia se acumulaba dentro de él. Victoria, notando su tensión, intentó calmarlo.
—David, por favor, no le hagas caso —susurró ella, colocando una mano en su brazo.
—No, esto no se va a quedar así —respondió David, apretando los dientes.
Alejandra continuaba sonriendo falsamente mientras descendía del escenario. David no pudo aguantar más y la siguió rápidamente, dejando a Victoria preocupada detrás de él.
—¡Alejandra! —exclamó David cuando la alcanzó, pero ella ni siquiera se detuvo. En su lugar, lo tomó del brazo y lo arrastró hasta una de las habitaciones en el segundo piso, lejos del bullicio de la fiesta.
Una vez dentro, Alejandra cerró la puerta con seguro y se giró para mirarlo, su expresión cambiando drásticamente.
—Sabes, siempre me gustaste, David. —Su voz ahora era suave, seductora—. No puedo soportar verte con ella. Ella no te merece.
Antes de que David pudiera responder, Alejandra comenzó a quitarse su vestido de cumpleaños, dejando ver su cuerpo en ropa interior. David se quedó paralizado mientras Alejandra se acercaba más, quitándose el sostén, dejando sus senos libres, luego de esto, reaccionó empujándolo hacia la cama.
—Alejandra, para, esto no está bien —dijo David, intentando mantener la distancia—. No puedes hacer esto.
Pero Alejandra no escuchaba. Su mirada era fija, y su respiración acelerada mientras se subía a la cama, empujando a David hacia atrás.
—Vamos, David, sé que me deseas —susurró, inclinándose hacia él.
Finalmente, David logró zafarse y levantarse rápidamente de la cama, mirando a Alejandra con una mezcla de disgusto y lástima.
—Alejandra, esto no puede seguir así. Me gustas como amiga, pero no estoy interesado en ti de esa manera. Y no pienso engañar a Victoria.
Las palabras parecieron impactarla, y por un momento, la seguridad de Alejandra se desmoronó. Se puso triste, bajando la mirada mientras se colocaba nuevamente su vestido.
—Lo siento... —susurró, evitando mirarlo a los ojos—. Creo que me dejé llevar.
Con esas palabras, salió rápidamente del cuarto, dejándolo solo.
David se quedó allí, en silencio, recuperando el aliento mientras procesaba lo que acababa de suceder. Entonces, su mirada se desvió al suelo, donde el vestido de Alejandra había quedado tirado. La tentación volvió a surgir en su mente, más fuerte que antes.
Sin pensarlo demasiado, comenzó a buscar entre las cosas de Alejandra y encontró un sostén. Se lo puso rápidamente, sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a cambiar de nuevo. Sus pechos se hicieron más pequeños pero firmes, y su figura se estilizó. Alejandra no era tan voluptuosa como Victoria, pero tenía piernas y glúteos prominentes, lo que le daba una figura atractiva. Cuando se miró en el espejo, ya no era David: era Alejandra.
La emoción lo recorrió por completo mientras exploraba el cuerpo de Alejandra, admirando sus curvas y tocando sus senos y glúteos. Se sintió poderoso, capaz de ser cualquier persona. Después de unos minutos, decidió ponerse el vestido de Alejandra, experimentando por primera vez cómo se sentía usar ropa como mujer.
David salió del cuarto con la confianza de ser Alejandra, disfrutando de la noche como la protagonista. Ella solo bailaba y notaba como era la mirada de todos los hombres, cada movimiento era natural y se sentía muy sensual, Sin embargo, un poco después, la madre de Alejandra se acercó a él.
—Alejandra, ¿por qué no te cambias a algo más cómodo? —le sugirió con una sonrisa amable.
David asintió y regresó al cuarto. Todo iba bien hasta que intentó quitarse el sostén. Algo no estaba bien. Por más que lo intentaba, no podía quitárselo. Era como si una fuerza extraña se lo impidiera.
El miedo comenzó a crecer en su interior mientras tiraba desesperadamente del sostén. No importaba cuánto lo intentara, no podía liberarse. ¿Qué estaba sucediendo? El terror de quedarse atrapado en el cuerpo de Alejandra lo abrumaba.
Y ahí, solo en la habitación, la angustia de David crecía con cada segundo. Ahora estaba atrapado en el cuerpo de Alejandra, sin saber cómo volver a ser él mismo.
ESTÁS LEYENDO
UN SOSTEN FANTASTICO
Fiksi IlmiahDavid era un joven de 20 años, lleno de energía y pasión por los deportes. A pesar de su vida normal y su círculo social formado por sus mejores amigos, Victoria, Alejandra y Jorge, había un secreto que lo consumía por dentro. Al usar un sostén de m...