Después de un largo día de clases, David regresó a casa, pero su mente no podía concentrarse en nada más que en los sostenes de Victoria que había tomado esa mañana antes de salir de su casa. Durante la cena, trató de disimular su ansiedad, conversando con su madre y su hermana como de costumbre, pero sus pensamientos seguían volviendo a esos momentos de transformación.
Finalmente, no pudo soportarlo más. Después de la cena, subió al baño con los sostenes guardados en su maleta. Cerró la puerta con cuidado y sacó uno de los sostenes, observándolo por un momento antes de quitárselo todo, excepto los bóxers. Se lo colocó sobre el pecho, ajustándolo como había hecho tantas veces en secreto. De inmediato, su cuerpo comenzó a cambiar: sus senos crecieron, sus curvas se marcaron y su rostro se transformó, convirtiéndolo nuevamente en una versión femenina.
Se miró en el espejo, admirando su figura mientras sus manos se deslizaban por sus senos y bajaban hasta su parte íntima. Los gemidos empezaron a salir de su boca sin que pudiera controlarlos, el placer era abrumador, una mezcla de excitación y liberación.
De repente, la puerta del baño se abrió un poco. El corazón de David se detuvo. Su madre estaba del otro lado, preocupada por los sonidos que había escuchado.
—¿Quién está ahí? —preguntó su madre, con una voz temerosa.
David reaccionó rápidamente, cerrando la puerta de golpe. Su corazón latía tan rápido que sentía que iba a salirse de su pecho. Su madre, al ver la silueta de lo que parecía ser una mujer, se asustó.
—¿David? ¿Qué está pasando? ¿Hay alguien en el baño? —insistió, golpeando la puerta.
Sin pensar demasiado, David se quitó el sostén lo más rápido que pudo. Su cuerpo volvió a la normalidad, y su voz regresó a la de siempre.
—Todo bien, mamá, solo estaba en el baño —respondió, con la voz más tranquila que pudo simular.
—Escuché algo raro... ¿Estás seguro de que estás solo? —dijo ella, aún dudosa.
—Sí, sí, mamá, lo siento si te preocupé —dijo mientras abría la puerta con una sonrisa forzada.
Su madre lo miró, confundida y preocupada, pero sin tener pruebas de lo que había visto, decidió pensar que solo había sido su imaginación.
David se disculpó una vez más antes de salir del baño y dirigirse a su habitación, donde rápidamente escondió los sostenes bajo su cama. Se recostó en la cama, intentando calmarse, pero sus pensamientos seguían corriendo sin control. Sabía que había estado a punto de ser descubierto.
Para distraerse, llamó a Victoria. Ambos habían recibido una invitación para la fiesta de cumpleaños de Alejandra, una compañera de la universidad, y como era viernes, acordaron que irían juntos. Terminaron de hablar y comenzaron a prepararse para la fiesta.
Más tarde, cuando David y Victoria llegaron a la casa de Alejandra, se encontraron con una celebración en grande. La casa era inmensa, de tres pisos, con música resonando por todas partes y las luces brillando en el jardín. La gente ya estaba bailando y bebiendo cuando entraron, y rápidamente se encontraron con Jorge, su amigo, y la anfitriona, Alejandra, quien estaba radiante en su vestido de cumpleaños.
—¡Feliz cumpleaños, Alejandra! —exclamaron ambos mientras la felicitaban.
Alejandra, sin embargo, no pudo ocultar una mueca de desagrado al ver a David y Victoria juntos. Sabía que Alejandra estaba enamorada de David, y la idea de que él estuviera tan cerca de Victoria la hacía sentir celos.
—Gracias... —respondió Alejandra, con una sonrisa forzada, mientras observaba cómo David y Victoria parecían cada vez más unidos.
David trató de disfrutar de la fiesta, pero no podía evitar notar la mirada incómoda de Alejandra cada vez que pasaba cerca de ellos. Algo en el ambiente le decía que esta fiesta podría no terminar de la mejor manera.
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UN SOSTEN FANTASTICO
Science FictionDavid era un joven de 20 años, lleno de energía y pasión por los deportes. A pesar de su vida normal y su círculo social formado por sus mejores amigos, Victoria, Alejandra y Jorge, había un secreto que lo consumía por dentro. Al usar un sostén de m...